Los srilankeses deberían estar listos para más inundaciones como las que experimentaron en mayo, a menos que se realicen nuevas obras de infraestructura urbana para impedirlas, advierten varios expertos.
El mes pasado Sri Lanka padeció las peores inundaciones en 10 años, según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Medialuna Roja, una de las agencias internacionales que participaron en los posteriores esfuerzos de alivio.
La mayor causa de las inundaciones urbanas en el país es la falta de drenajes adecuados, señaló S. Gunaratne, coordinador para el distrito de Colombo del Centro Nacional para el Manejo de Desastres.
"Lo que tenemos en Colombo no son inundaciones, sino agua de lluvia que no tiene hacia dónde fluir", dijo a IPS.
"Observemos los canales que se cavan para drenar el agua de lluvia. Cuando se completaron tenían por lo menos 20 metros de ancho. Lo que ocurre es que a medida que la gente construye al lado, los canales se vuelven estrechos. Cuando llegan las lluvias fuertes, no queda espacio", explicó.
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Los canales se han vuelto más llanos a raíz de la basura que se vierte en ellos, agregó.
G. Smarasinghe, director del Departamento de Meteorología, opinó que "debería haber obras de infraestructura" para soportar inundaciones y ciclones.
Aunque los cambiantes patrones meteorológicos causados por el cambio climático fueron un factor importante en las inundaciones sin precedentes del mes pasado, todo empeoró por el mal estado de los drenajes existentes o la falta de esa infraestructura en algunas de las áreas azotadas por el tifón.
De ahí que los srilankeses deban esperar más lluvias y más inundaciones, dijo Smarasinghe a los medios locales.
Cuando Niranjith, un conductor de "rickshaw" (vehículo de tres ruedas) de 45 años, se detuvo para cambiar una rueda pinchada, no imaginó ni por un minuto que estaba por vivir una de sus peores pesadillas.
Pronto los cielos se oscurecieron y la lluvia cayó a raudales. En pocos minutos, Niranjith se encontró con el agua por la cintura, con su vehículo a punto de ser arrastrado por la corriente en medio del pueblo de Ragama, a unos 15 kilómetros de la capital.
Él, que vivió toda su vida en esa localidad, culpó a la mala planificación urbana y a los rellenos sanitarios.
"Hay áreas bajas donde las aguas fluyen cuando llueve fuertemente. Ahora tenemos edificios en estos lugares, así que ¿adónde puede ir el agua? Va a las calles", dijo a IPS Niranjith, visiblemente molesto.
En los últimos 20 años, cuando aumentó el desarrollo urbano, grandes áreas en torno a Ragama, incluidos pantanos, experimentaron una efervescencia en materia de construcción, pero no implementaron sistemas adecuados de drenaje, haciendo crecer el fantasma de nuevas inundaciones.
Expertos en irrigación opinan que las ensenadas artificiales para retener aguas deberían crearse en áreas más elevadas para impedir que las inundaciones lleguen a la costa.
A mediados de mayo, este país asiático fue azotado por la tormenta tropical Laila, que dejó por lo menos 26 muertos, 25.000 desplazados y medio millón de afectados, destruyendo 300 casas y dañando por lo menos 250 más, según el Centro Nacional para el Manejo de Desastres.
La zona más afectada fue la sudoccidental, un área baja que constituye el cinturón más urbanizado y poblado de este país de 21 millones de habitantes.
Las inundaciones son, por lejos, los desastres naturales más recurrentes en Sri Lanka, de acuerdo con el Centro.
"Nuestra casa queda bajo agua cada año, cuando llega el monzón", dijo Mary Richard, de 12 años, que permanece en un centro comunitario de Rajagiriya, otro suburbio de Colombo.
Aunque su familia está acostumbrada a las inundaciones, "esta vez el agua llegó muy alto", señaló.
"Mis padres quedaron varados en otra parte y sólo pudimos verlos dos días después, cuando vinieron aquí", relató la niña, que se hizo cargo de sus dos hermanos menores durante la ausencia de sus progenitores.
Las inundaciones periódicas le cuestan al país millones de rupias, por concepto de esfuerzos de alivio y posteriores programas de reconstrucción.
El gobierno de Estados Unidos asignó seis millones de rupias (unos 53.000 dólares) a los esfuerzos humanitarios llevados a cabo el mes pasado por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Medialuna Roja. El gobierno srilankés gastó otros varios millones a consecuencia del desastre.
Los últimos datos disponibles en el Centro señalan que en 2007 Sri Lanka gastó la friolera de 150 millones de rupias (1,3 millones de dólares) a raíz de las inundaciones.