Ser pobre y empresaria se hace posible en Guatemala

Rosenda Gómez, una guatemalteca de 53 años con cinco hijos, sabe bien de retos. Para enfrentarlos, montó una modesta fábrica de embutidos y ahora gracias a su liderazgo y a la capacitación recibida, es un ejemplo del empoderamiento económico de las mujeres.

Sharon Soto, a la izquierda, en su modesta e informal zapatería en la capital de Guatemala Crédito: Danilo Valladares/IPS
Sharon Soto, a la izquierda, en su modesta e informal zapatería en la capital de Guatemala Crédito: Danilo Valladares/IPS
Según cuenta, hace 16 años comenzó a fabricar chorizos artesanalmente en La Laguna de Ocubila, su aldea, para venderlos en la vecina ciudad de Huehuetenango, capital del noroccidental departamento del mismo nombre, a 261 kilómetros de la capital.

Pero su negocio no salía de la subsistencia, hasta que las cosas cambiaron notablemente hace tres años cuando se instalo en el departamento el Centro de Servicio para los Emprendimientos de las Mujeres (CSEM), patrocinado por el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Mujer (Unifem) en asociación con instituciones de Guatemala.

"Comenzamos a recibir apoyo con créditos, capacitaciones para mejorar los productos y promociones en ferias para comercializar nuestros embutidos de pollo y cerdo, mientras que antes no había nada de esto", relató Gómez a IPS.

Con ese apoyo, Gómez, quien sólo cursó la mitad de la educación primaria, logró mejorar significativamente su negocio hasta aumentar en diez veces la producción de embutidos: de cinco a 50 kilogramos semanales, y la demanda sigue creciendo.
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Además, recibió apoyo para montar, junto con otras beneficiarias, un centro de procesamiento de carne, lo que ha cambiado la vida de su empresa y de su familia, cuyos tres hijos menores, de entre 13 y 15 años, viven con ella mientras que los otros dos ya le dieron siete nietos a ella y su esposo, chofer de un camión de carga, cuenta con orgullo.

El mérito de Gómez es mayor si se considera que en Guatemala la independencia económica de las mujeres es muy limitada.

Las mujeres representan solo 35 por ciento de la población económicamente activa de Guatemala, según el Instituto Nacional de Estadísticas. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo reveló que 73 por ciento de ellas se ocupa en la economía informal.

Organizaciones sociales destacan que la pobreza y la marginación de la mitad femenina de los 14,3 millones de habitantes de Guatemala, se retroalimentan por su limitado acceso a la educación y la salud. Como resultado, 51,5 por ciento de las mujeres viven en pobreza, tres puntos más que los varones, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de 2006.

Como a Gómez, los CSEM apoyan a 3.273 mujeres en siete de estas estructuras territoriales que comenzaron a instalarse en 2006 en Guatemala, ubicadas en los departamentos más pobres del país. Otros siete están repartidos en El Salvador, Honduras y Nicaragua.

"Aprendimos cómo hacer un plan de negocios, a comercializar nuestros productos y cómo calcular los costos de producción", dijo a IPS Sonia Paz, presidenta de la Asociación de Mujeres Olopenses del oriental departamento de Chiquimula, donde funciona otro CSEM.

Paz es parte de un grupo de 36 mujeres productoras de artesanías con fibra de maguey, una planta del género Agave también conocida como pita, con la cual fabrican bolsas, llaveros y otros artículos que comercializan en su municipio, Olopa, y zonas vecinas.

"Gracias al apoyo del CSEM hemos mejorado la calidad de nuestros productos y logramos nuestro registro tributario", explicó Paz, quien valora también el esfuerzo de muchas mujeres del área rural por superar su situación económica tradicionalmente dependiente.

Rita Cassisi, coordinadora de Unifem en Guatemala, dijo a IPS que el CSEM facilita el acceso financiero y empresarial a las mujeres a través del apoyo en créditos, capacitación en la organización, mejoramiento de productos y comercialización, entre otros aspectos.

"Uno de los vacíos que hemos visto es el acceso de las mujeres a los recursos. Por eso el programa quiere hacer una estrategia de empoderamiento económico de las mujeres a nivel local, nacional y regional", explicó.

Según Cassisi, las beneficiarias del CSEM "están en la base de la actividad empresarial y son mujeres que hacen micro emprendimientos y micro negocios que están en la pirámide que mueve la economía de las regiones".

Como todo esfuerzo, éste también ha encontrado piedras en el camino.

Gilda Rivera, gerente del CSEM ubicado en el occidental departamento de San Marcos, dijo a IPS que iniciaron sus actividades en abril de 2009 pero aún no lograron arrancar las capacitaciones y el trabajo de lleno.

"El problema ahora es que no tenemos recursos para invertir y tenemos unas 80 mujeres a la espera de estos beneficios", señaló.

Rivera consideró que a veces se solicitan demasiados requisitos para arrancar los proyectos, lo que hace el proceso "muy lento", mientras que del otro lado muchas mujeres esperan la capacitación para tecnificar sus negocios y créditos y ampliar su producción.

La necesidad imperiosa de estas mujeres por formalizar y tecnificar sus micro emprendimientos se explica porque la mayoría se desempeñan en la informalidad. Iris Alvarado, del no gubernamental Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo a la Mujer, dijo a IPS que Guatemala tiene retos muy importantes en cuanto a la equidad de género, además del empoderamiento económico de las mujeres.

La violencia contra la mujer, la falta de acceso a servicios como la educación y la salud, principalmente para las mujeres del área rural, son otros temas que merecen la atención del país para dejar atrás las desigualdades de género, subrayó Alvarado.

"No queremos ser más que los hombres pero es necesario crear las mismas condiciones de vida para ambos", sentenció.

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