La próxima semana se presentará en Argentina y Uruguay la nueva edición de un libro sobre la historia del pueblo armenio, ocasión en la que se discutirá sobre el futuro de este castigado país y de sus ciudadanos dispersos por el mundo.
El exilio de los armenios comenzó el 24 de abril de 1915 al iniciarse un genocidio perpetrado por tropas de Turquía, que dejó cerca de 1,5 millones de muertos. Unos 100.000 sobrevivientes llegaron a Argentina y otros 30.000 a Uruguay.
El 28 de este mes se presentará en la 36 Feria del Libro de Buenos Aires una reedición de la "Historia del Pueblo Armenio", escrita por Artzruní Tulian (1902-1979), cuyo seudónimo era Ashot Artzruní.
El jueves 29 se lanzará en el Centro Cultural Borges de la capital argentina, al día siguiente en la central ciudad de Córdoba y el 2 de mayo en Montevideo.
Tulian estuvo preso en su natal Armenia y tras pasar por París se refugió en Argentina. Allí dirigió el diario "Armenia" de Buenos Aires y escribió la mentada obra, actualizada por su hijo Rubén, quien también utiliza el apellido Artzruní y reside en la capital argentina.
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Aporta información el periodista y escritor español José Antonio Gurriarán, quien se dedicó a estudiar a fondo el tema después de sufrir los efectos de un atentado perpetrado por un grupo armenio en 1980 contra las oficinas en Madrid de la aerolínea estadounidense Trans World Airlines.
El periodista, quien se encontraba a apenas una cuadra del ataque, recogió información y se dirigió de inmediato a una cabina telefónica para transmitir la noticia a su medio. Pero otra bomba había sido colocada frente a la sede de la aerolínea suiza Swissair, junto a la cabina, que estalló apenas Gurriarán ingresó. La explosión le causó heridas graves, y aún sufre secuelas.
Gurriarán dijo a IPS que los armenios no solamente reclaman políticamente a Turquía territorios todavía ocupados, sino también la devolución de propiedades de sus antepasados e información sobre los desaparecidos.
Esos son algunos de los reclamos de la filóloga Beatriz Hairabedian, presidenta de la Fundación Luisa Hairabedian, residente en Argentina y una de las presentadoras de la obra. La fundación lleva ese nombre en recuerdo de su madre, apresada y desaparecida en su natal Armenia.
"Este libro es la única historia completa de Armenia en español y en Argentina esperaban su reedición, que se acaba de hacer en España, por lo que la presentaremos en la Feria del Libro de Buenos Aires, en Córdoba y también en Montevideo", explicó Gurriarán, quien viajará desde Madrid con su esposa, la periodista portuguesa Helena Aleixo, para participar en los lanzamientos.
Una de las más claras reivindicaciones armenias actuales es la apertura de la frontera de su país con Turquía, para que los armenios de uno y otro lado se puedan encontrar, sin que ello signifique abandonar el reclamo de soberanía y devolución de tierras.
El primer reclamo se registró en 1891, cuando la recién creada Federación Revolucionaria Armenia, fundada por universitarios socialistas, planteó en la Droshak (Bandera), el órgano oficial de ese partido, que "como el gobierno turco es incapaz de introducir reformas, debemos obligarlo con las armas y lograr nuestras justas exigencias".
"Los armenios quieren liberarse del dominio disoluto que siembra la muerte y el espanto a su alrededor", sostuvo entonces la federación.
En ese final de siglo se publicaban 246 periódicos armenios, pero a principios del siguiente, estando una parte de su país bajo gobierno de Rusia y la otra de Turquía, se aplicaron severas normas de censura, además de represión política y social.
La represión llegó a tal nivel que el gobierno ruso prohibió las clases de historia y geografía armenia y el turco llegó a ordenar que en los libros, periódicos y obras literarias no se emplearan las palabras "Armenia", "revolución" o "libertad", entre otras.
Pero no fue todo.
Después de obligar a los armenios a incorporarse a su ejército, el entonces ministro de Guerra turco, Enver Pasha, emitió una orden al comando militar diciendo que "el gobierno imperial ha ordenado el exterminio de todo el pueblo armenio" y,"sin violar la disciplina ordinaria, separarlos de sus regimientos, llevarlos a lugares aislados lejos de miradas extrañas y fusilarlos".
El ministro del Interior turco, Talaat Pasha, no se quedó atrás e informó que "el gobierno ha decidido exterminar totalmente a los armenios habitantes de Turquía… sin miramientos por las mujeres, los niños y los enfermos, por trágicos que puedan ser los medios de exterminio…".
Así, entre 1915 y 1916, fueron exterminados más de un millón de habitantes de Armenia occidental, según se precisa en el libro, citando como fuente al arqueólogo francés Jacques de Morgan (1857-1924).
Gurriarán está feliz de visitar Montevideo porque recuerda que en esa ciudad, el 29 de abril de 1967, el Parlamento Latinoamericano declaró que aspiraba a que "en el seno de las Naciones Unidas se estudie y resuelva la Cuestión Armenia, entregando al heroico pueblo de Armenia su territorio, seccionado entre Turquía y la Unión Soviética".
Uruguay, Argentina y otros países latinoamericanos también han tratado el genocidio armenio en sus parlamentos.
Aunque Armenia proclamó su independencia en 1991, Turquía sigue siendo hostil y clausuró en 1993 sus fronteras y no mantiene relaciones diplomáticas con ese país.
Hoy existen unos 10 millones de armenios distribuidos en un centenar de países: tres millones en su patria, un millón en Rusia y otro millón en Estados Unidos.
En el prólogo, el escritor y periodista argentino, Osvaldo Bayer, afirma que "el nombre de Turquía quedará para siempre manchado, como la Alemania del Holocausto y la Argentina de la desaparición de personas".
El segundo prologuista, el historiador libanés Kevork Yazedjian, dice que el libro "se caracteriza por su imparcialidad y su compromiso con la verdad".
Mientras Gurriarán, quien también escribe al comienzo de la obra, recuerda haber recorrido con Rubén Artzruní y sus hijos "lo más granado del país caucásico", incluyendo el Museo del Genocidio, y le recomienda a éste que se anime a "contar la vida de su padre, antes y después de la salida de su país".
"Una vida que merece ser contada", apuntó.