«No podemos continuar pensando en los recursos marinos en términos del capitalismo de mercado», dijo a IPS la sueca Isabella Lövin, autora del libro «Tyst hav» («Mares silenciosos», de 2007).
Combinando las técnicas del periodismo de investigación con el estilo de un relato de crímenes y suspenso, el libro todavía aguarda su publicación en inglés. Pero ya ha ayudado a presentar a Lövin ante una audiencia internacional.
Con él llegó al tope de la lista de más vendidos en su país y ganó tres premios, incluido el de Periodista del Año.
Electa en 2009 como europarlamentaria por el Partido Verde de su país, ahora cuenta con una nueva plataforma para impulsar una reevaluación fundamental de las políticas pesqueras de la Unión Europea (UE), que datan de hace cuatro décadas.
IPS: ¿Por qué decidió escribir un libro sobre reservas pesqueras?
ISABELLA LÖVIN: En el otoño (boreal) de 2002 hubo una campaña electoral en Suecia. Por primera vez se debatió sobre el declive del bacalao sueco. El tema pasó a estar en conocimiento de todos, porque el Partido Verde reclamó que se impusiera una prohibición total a la pesca (del bacalao) durante un año, dado que las existencias de este pez en aguas suecas se habían reducido severamente.
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En ese momento yo trabajaba para una revista de alimentos y discutíamos si debíamos dejar de publicar recetas para elaborar con bacalao. Decidimos que yo haría un artículo para el que investigaría la situación del bacalao sueco.
Suecia terminó resolviendo una moratoria de un año a la pesca de bacalao. Pero la Comisión Europea (rama ejecutiva de la UE) dijo que no podía, dado que iba contra la política pesquera común. También dijo que no permitir pescar a los pescadores suecos sería discriminarlos, cuando (otros) pescadores europeos tendrían permitido hacerlo, con las mismas reservas y en las mismas aguas.
Esto fue un misterio para mí. Queríamos salvar ese recurso, pero por otro lado la Comisión Europea nos dijo que no podíamos hacerlo.
Como sueca, fui criada en lo que yo creía era el país con más conciencia ambiental del mundo. Pero me di cuenta de que en nuestras aguas ni siquiera había un metro cúbico protegido de la pesca, mientras que en la tierra tenemos parques nacionales donde no hubo caza durante 100 años.
Lo que estaba ocurriendo en los mares no existía para la opinión pública, mientras que si una hablaba con científicos ellos decían lo mismo (sobre el agotamiento de las existencias). Y no era sólo el bacalao. Todas las reservas estaban decayendo. La cantidad de anguilas europeas se redujo 99 por ciento desde fines de los años 80. Los ejemplares del pequeño tiburón espinoso, que vive en Suecia, se redujeron 95 por ciento en 20 años.
Todo esto ocurrió sin que hubiera ninguna protección para estas especies. Yo no lo podía creer. Nunca antes había escrito un libro, pero me di cuenta de que tendría que hacerlo para reunir todo esto. ¿Los intereses de quiénes gobiernan esto? ¿Por qué las leyes ambientales normales no se aplican a esto? ¿Por qué no protegemos especies que están en severo y obvio peligro?
IPS: Usted dijo que la política de la UE es un misterio. ¿Escribir el libro le ayudó a resolverlo?
IL: Me di cuenta de que no se puede simplemente señalar una sola cosa y decir que ésa es la explicación. La idea de los años 70 y 80 era: cuanto más invierta en esta industria, más ganará. Cuantos más barcos construya, mayores serán sus capturas. Por supuesto, esto fue verdad durante los primeros cinco años. Luego, repentinamente, los peces desaparecieron.
Algo muy importante es que esto estaba ocurriendo bajo la superficie. Esto generó un gran desinterés entre el público en general. Es mucho más fácil hacer que la gente se enoje y se comprometa si los afectados son lobos, algo que se puede ver, y no algo que está bajo la superficie.
Cuando la mayoría de las personas piensan en el deterioro del ambiente marino, piensan en sustancias tóxicas, cambio climático, eutrofización (aumento de los nutrientes químicos que estimulan el crecimiento de las plantas en el agua), todos factores ambientales. Pero lo que amenaza abrumadoramente a la vida marina es la pesca.
En el mar Báltico tenemos un organismo llamado Helcom (Comisión de Helsinki para la Protección del Medio Marino del Mar Báltico). Desde hace 15 años, todos los países del Báltico se reúnen para hablar sobre peligrosos transportes de petróleo y eutrofización. Hablan de todo, pero no de reservas pesqueras. Eso es muy extraño.
IPS: Cada diciembre, los ministros de la UE vinculados a temas marinos fijan cuotas que limitan la pesca para el año siguiente. Dado que ahora son muy presionados por los pescadores para que esas cuotas sean superiores a las recomendadas por los científicos, ¿usted piensa que este procedimiento debería interrumpirse?
IL: No creo que los ministros sean quienes deban fijar cuotas. Deberíamos tener planes de manejo a largo plazo, en vez de establecer cuotas año a año. No deberíamos tener la clase de circo donde cada diciembre todos intentan quedarse con la mayor porción del pastel. Los ministros deberían acordar principios.
No podemos continuar pensando en los recursos marinos en términos del tradicional pensamiento del capitalismo de mercado. En los océanos hay un límite de cuánto pueden reproducirse (los peces) y cuánto se puede capturar. Esto no encaja con el pensamiento industrial.
IPS: Usted ha estudiado los efectos de los acuerdos pesqueros de la UE con África. ¿Qué recomendaciones haría para asegurarse de que los pagos que hace la UE para pescar en aguas africanas beneficien genuinamente a los africanos?
IL: Las reservas pesqueras, así como la agricultura, deberían ser un punto importante de la política de desarrollo. Pero la política pesquera de la UE no tiene nada que ver con el desarrollo.
La flota pesquera debería pagar por su propio acceso. Los contribuyentes no deberían tener que pagar por eso. No creo que los suecos, daneses y británicos deban pagar para que los dueños de barcos españoles y portugueses tengan acceso a aguas africanas.
IPS: Usted ha cuestionado la legalidad del acuerdo pesquero de la UE con Marruecos porque permite que los buques europeos operen en aguas de Sahara Occidental, un país ocupado. ¿Cuál es la situación actual en este sentido?
IL: La Comisión Europea adhiere a la posición de que, si (el acuerdo) beneficia a la población ocupada, entonces puede permitirse. Ésa era (la posición) en 2005. Ahora estamos en 2010. ¿Quién ha presentado alguna evidencia de que el dinero del acuerdo va al pueblo saharaui?
Le preguntamos al servicio legal del Parlamento Europeo si, con los hechos ahora a la vista, consideraba legal el acuerdo pesquero con Marruecos. Concluyó: "No, no podemos hallar ninguna evidencia (de que el acuerdo beneficie al pueblo saharaui)".
Se ha demostrado que hay barcos europeos pescando en aguas de Sahara Occidental. Tenemos una lista de los botes y las nacionalidades que están pescando allí. Ahora, la próxima pregunta es si esto va o no en línea con el derecho internacional.
El servicio legal del Parlamento Europeo no puede ver cómo esto ha beneficiado al pueblo saharaui. Así que el acuerdo debería ser renegociado y excluir aguas de Sahara Occidental.
IPS: ¿Usted come pescado? ¿Debería haber una campaña internacional que aliente a la gente a comer menos pescado?
IL: Yo como pescado, pero sólo los que no están amenazados. Podemos comer pescado hasta un cierto límite, pero no podemos aumentar nuestra ingesta de pescado para siempre. Eso será un problema si, para 2050, hay 9.000 millones de habitantes en el planeta.