AMBIENTE: Unidos contra los químicos peligrosos

Para lograr una mayor efectividad en la lucha contra químicos y otros contaminantes peligrosos que afectan la salud humana y el ambiente, representantes de más de 140 países acordaron en Indonesia la cooperación de los tres tratados internacionales que regulan su manejo.

Después de tres años de gestiones, los convenios de Basilea, Rotterdam y Estocolmo, que brindan a los Estados las herramientas para prevenir el impacto de estas sustancias y sancionar su mal manejo, tienen en Nusa Dua, el centro turísticos internacional de la indonesia isla de Bali, su primera conferencia simultánea de las Conferencias de las Partes de los tres tratados.

"Estamos ante un momento histórico", destacó el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner. "La comunidad internacional está dando un gran paso en la cooperación para ser más eficientes en nuestras acciones", celebró.

Para Steiner, la coordinación en la labor de los tratados que regulan la producción, tránsito y disposición final de sustancias químicas peligrosas "representa un paso histórico hacia una nueva gobernanza ambiental internacional", que exige un trabajo compartido.

Por su parte, Donald Cooper, secretario ejecutivo del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, sostuvo que "estas sinergias construidas al más alto nivel de cooperación entre los tres convenios les permite a los países enfocar sus recursos en acciones necesarias para asegurar la salud de las personas y del planeta".
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El Convenio de Estocolmo, firmado en 2001 y en vigor desde 2004, busca proteger la salud de las personas y la vida silvestre del peligro que representan los contaminantes orgánicos persistentes, que permanecen intactos en el ambiente por largos periodos y se acumulan en tejidos grasos humanos provocando distintos tipos de cáncer, defectos de nacimiento y disfunciones del sistema inmunológico, entre otros impactos.

La conferencia simultánea sobre químicos y el manejo de residuos se realiza en el marco de la sesión especial del Consejo de Administración del PNUMA/Foro Ambiental Mundial a Nivel Ministerial, integrado por responsables de esas carteras de los países miembros, que se realizará entre este miércoles y el viernes y que estuvo precedida del Foro de la Sociedad Civil.

Según explicó a IPS Katharina Kummer, secretaria ejecutiva del Convenio de Basilea sobre el Control de Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación, la instrucción de confluir en la tarea surgió a raíz del caso de grave contaminación ocurrido hace cuatro años en Costa de Marfil.

En 2006, un barco de una empresa transnacional suiza que había partido de Holanda transportó hacia esas costas y vertió más de 500 toneladas de una mezcla de residuos altamente tóxicos que provocaron la muerte de 17 personas y dejaron heridas a más de 30.000.

Asimismo, los países que son parte de estas convenciones y aun los que no las ratificaron sostienen estudios científicos que indican que sustancias químicas peligrosas, incluso aquellas más persistentes, siguen encontrándose en el organismo humano en grandes cantidades, advirtió Steiner.

Además del Convenio de Basilea, vigente desde 1992, y el de Estocolmo, los estados también acordaron en 1998 el tratado de Rotterdam, vigente desde 2004 y que obliga a las partes a aplicar el consentimiento previo en el comercio internacional de químicos peligrosos.

"Las convenciones fueron firmadas en distintos momentos históricos y es por eso que no habíamos hecho un trabajo conjunto", justificó Kummer. "Cada uno atendía sus problemas y no existía una concepción común, hasta que en 2006 las partes se dieron cuenta de que seríamos más eficientes trabajando juntos".

Para ello, los secretarios ejecutivos de los tres tratados y representantes del PNUMA y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) formaron un equipo de trabajo que derivó en esta primera conferencia conjunta. En la cita, los delegados acordaron un trabajo común no sólo a nivel internacional sino también regional y local.

Como ejemplo de la labor que se puede realizar cuando hay sinergias, Kummer mencionó el desafío que representan los residuos de computadoras, frigoríficos, microondas, teléfonos móviles, pagers (buscapersonas) y otros equipos cuya producción y consumo esta en alza en todo el mundo.

"Ese es un muy concreto ejemplo que muestra que los convenios podemos realzar un trabajo conjunto, porque el tratado de Basilea apunta a lograr un mejor manejo de los residuos, promoviendo el reciclaje, y el de Estocolmo actúa para que las sustancias mas tóxicas se eliminen de su producción", añadió.

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