«Sociedad y gobiernos: debates y alternativas para un mundo post crisis» es el nombre del Foro Social Mundial Temático que comenzó este viernes en la capital del nororiental estado brasileño de Bahía.
Economistas, sociólogos, sindicalistas, comunicadores, ambientalistas y representantes de organizaciones civiles y universidades de varios países se reúnen hasta este domingo en Salvador.
El encuentro más concurrido en la mañana de este viernes, «Sur-Sur como alternativa», expuso una visión detallada sobre el creciente protagonismo de los países emergentes en el juego político y económico mundial.
«No es casualidad que en la ronda final de Copenhague (la cumbre de cambio climático celebrada en la capital danesa) se sentaran a la mesa Estados Unidos, Brasil, Sudáfrica, China e India», ejemplificó el sociólogo y economista Carlos Lopes, director del Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones, con sede en Ginebra.
«Aun cuando los resultados de Copenhague no han sido palpables, el hecho es revelador de esa nueva configuración de la arena política», sostuvo.
Lopes argumentó que la pujanza económica y la capacidad de inversión de esos países pueden medirse «por el tamaño gigantesco de los activos en sus bolsas de valores».
Sin el aporte de China y sus gigantescas reservas de dólares para financiar el consumo de Estados Unidos, este país estaría todavía patinando en la crisis económica, recordó.
La crisis fue identificada por varios panelistas como una señal de agotamiento del modelo neoliberal. «Se profundiza la crisis financiera, que coexiste con la energética, a su vez asociada a la alimentaria», afirmó el economista argentino Jorge Beinstein, de la Universidad de Buenos Aires.
Lo que está pasando, dijo, es una despolarización del poder económico, antes concentrado en unas pocas potencias. «Vemos la coexistencia de una multipolaridad, aún débil, entre los países del cono oriental y Sur-Sur, que buscan espacios de desarrollo no convencionales», explicó.
La fuerza de los países emergentes se expresa en sucesivos acuerdos internacionales firmados entre ellos.
«La trama de acuerdos Sur-Sur abarca un mercado de cuatro mil millones de personas, más de 60 por ciento de la población mundial, y por tanto es un proceso que ya existe y no puede ser tratado como alternativa», argumentó Beinstein.
El profesor hizo sin embargo una advertencia: el proceso de «conexión de la periferia del capitalismo mundial tiene una vía de salida de la crisis y otra de fracaso, si no hallamos una alternativa al modelo parasitario del comercio internacional».
El acuerdo «entre China e Indonesa, por ejemplo, puede inundar de productos textiles y electrónicos a Indonesia, causando desempleo y ampliando la crisis internacional», argumentó.
Beinstein cree posible que prospere otra lógica, menos competitiva y menos lucrativa, que tiene en el comercio solidario su mejor ejemplo.
El economista Paul Singer, secretario nacional de Economía Solidaria del Ministerio de Trabajo de Brasil, sostuvo que ya existe un «Mercosur solidario» en referencia a iniciativas dentro del bloque que este país conforma junto con Argentina, Paraguay y Uruguay.
Y abundó que el modelo también prospera en India, Japón, México, África, Europa y Estados Unidos.
Pero esto requiere fortalecer el juego democrático, hoy muy concentrado en manos de unos pocos grupos de comunicación, coincidieron participantes y público.
La cuestión fue debatida en otra mesa, «Medios y Democracia», con asistencia de varios especialistas, como el periodista uruguayo Mario Lubetkin, director general de la agencia internacional de noticias IPS, el francés Bernard Cassen, de Le Monde Diplomatique, y el profesor de la Universidad Federal de Bahía, Albino Rubim.
Los panelistas defendieron la necesidad de dar voz y visibilidad al pluralismo de opiniones y organizaciones sociales que caracterizan a la sociedad contemporánea.
«Los medios tradicionales detentan el monopolio de la información y no admiten críticas a su poder. No tienen el menor respeto por gobiernos legítimos. Basta ver la campaña internacional contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, perpetrada por los grandes medios del mundo», dijo Cassen.
Aprender a «desmontar la desinformación es un servicio de utilidad pública que debería enseñarse en las escuelas», sostuvo.
Dar espacio a los medios sociales, diarios, emisoras comunitarias y blogs, entre otros, además de reformar las leyes que rigen al sector, son pasos importantes para la democratización. «No existe posibilidad democrática sin democratización de los medios», estimó el profesor Rubim.
Para Lubetkin, un aspecto preocupante es «la dispersión de la capacidad que tiene la sociedad civil, que se expresa a través de múltiples medios, para generar mensajes de impacto».
«Esa dispersión, que siempre caracterizó al FSM, es un aspecto que debilita una iniciativa de este tipo», concluyó.
* Periodista de Envolverde.