La dirigencia empresarial de los países de la ex Yugoslavia creen que la principal meta inmediata de la región es integrar las pequeñas economías que la componen y luego sumarse a la Unión Europea (UE), dos acciones que aparecen como la principal tabla de salvación frente a las dificultades que afronta.
Para expertos en negocios y economía en Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia, para quienes la integración al bloque europeo es una meta deseable, la lógica pronto se extiende a la restauración económica de la ex Yugoslavia.
"No mintamos: todas nuestras economías son pequeñas, (e incluso) microscópicas", dijo Slobodan Vucicevic, de la firma serbia de alimentos Droga Kolinska.
"Así que no somos atractivos. Lo único real es hacer un mercado único a partir de todos esos fragmentos y presentar una fachada combinada en el exterior como un punto de inversiones más atractivo", propuso.
Vucicevic formuló estas declaraciones en una reunión de la Asociación Serbia de Gerentes a la que asistieron empresarios de las naciones de la ex Yugoslavia, entre ellas Eslovenia, la única integrante de la antigua federación que ahora es parte de la UE.
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Su objetivo era discutir las posibilidades de crear una estrategia conjunta hacia inversores y mercados internacionales, dado que la crisis mundial de 2008 aplastó sus economías, que intentaban recuperarse.
Ninguna de las nuevas naciones del área, excepto Eslovenia, alcanzaron el producto interno bruto (PIB) previo a la guerra, ni lograron un desarrollo estable.
Previo a la desintegración, Yugoslavia tenía 24 millones de habitantes, un mercado completamente unificado y una producción combinada, todo lo cual desapareció con las guerras de 1991 a 1995. La crueldad, la destrucción y las 100.000 víctimas del conflicto mantuvieron vivas las animosidades.
Las elites políticas nacionalistas de bosnios musulmanes y croatas todavía usan el término "Yugoslavia", y habitualmente culpan a Belgrado, ex capital de la federación, por todo lo que está mal, incluso en la actualidad.
La ex federación dio a luz a seis nuevos países: Eslovenia (menos de dos millones de habitantes), Croacia (4,4 millones), Bosnia-Herzegovina (4,5 millones), Serbia (7,4 millones), Montenegro (650.000) y Macedonia (dos millones).
"No importa si a la nueva integración económica la llamamos Yugoslavia o Yugosfera o Econoslavia", dijo a IPS el presidente de la Asociación Croata de Gerentes, Esad Colakovic.
"Tenemos que conectarnos regionalmente, olvidar nuestros mercados de miniatura y actuar juntos", agregó.
Los políticos nacionalistas también tienden a mantener vivas las animosidades, pero los expertos en empresas dicen que la vida cotidiana y la práctica han superado muchos obstáculos.
"Nuestra empresa ha abierto tres centros tecnológicos en la región. Además de Belgrado, hay uno en Sarajevo y otro en Ljubljana, con 10 centros de capacitación en todas las naciones de la ex Yugoslavia, excepto en Macedonia", precisó Veselin Jevrosimovic, dueño de la destacada firma serbia de tecnologías de la información Comtrade.
"Para nosotros, los empresarios, la Yugosfera representa nuestro presente y nuestro futuro. Lamentablemente, para los políticos todavía es una utopía", apuntó.
En esta última reunión empresarial de la región, realizada sobre fin de año, Jevrosimovic citó la falta de voluntad política para restablecer los deshechos sistemas de transporte de la ex Yugoslavia. "Todavía no hay vuelos directos entre Belgrado y Zagreb o desde Belgrado a Split o Dubrovnik en Croacia desde 1991. Eso es un real caos", dijo.
Las estadísticas oficiales señalan que pese a los enfrentamientos de la época de la guerra y a las reticencias políticas, desde 2000 Croacia ha invertido más de 650 millones de dólares en Serbia, lo que constituye la quinta parte de todas las inversiones efectuadas históricamente por esa nación en el exterior. También supera las inversiones rusas en Serbia.
Habitualmente, los medios internacionales describen a Rusia como un aliado tradicional de Serbia.
Al mismo tiempo, Eslovenia ha invertido 1.700 millones de dólares en la industria y la economía de Serbia desde 2000, año en que cayó el régimen de Slobodan Milosevic (1946-2006).
Tanto los inversores croatas como eslovenos dicen públicamente que es mejor invertir en algo conocido que en algo desconocido. Las naciones comparten un patrimonio común e idiomas similares.
Para Tatjana Fink, presidenta de una empresa eslovena, la experiencia histórica de trabajar juntos en una ex federación representa una ventaja. "Todavía podemos decir que ésta es una región de oportunidades sin explotar", dijo.
"Nuestra experiencia debería conducir a la creación de centros competentes en lugares donde (haya expertos en determinadas áreas): los eslovenos son buenos en mercadotecnia, Serbia es buena en desarrollo de nuevos materiales, mientras que Croacia es buena en el desarrollo de tecnología", planteó Fink.
"Eso puede presentar una imagen importante en el exterior para los inversores, que se han vuelto escasos en estos tiempos de crisis", añadió.
Para quienes todavía ven con recelo cualquier clase de "reinvención" de Yugoslavia, los banqueros que asistieron a la reunión emitieron una sugerencia. Cuanto mayor es el mercado, mayor es el interés de los inversores, dijeron, proponiendo una bolsa virtual de valores que combine las bolsas de Belgrado (Serbia), Podgorica (Montenegro), Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) y Zagreb (Croacia).
La misma no estaría apostada en ninguna de las capitales de las partes otrora enfrentadas, sino en el ciberespacio.