CULTURA-ARGENTINA: Una multitud despide a Sandro

Miles de admiradores esperaron pacientes este martes fuera del parlamento nacional para despedir a Sandro, uno de los músicos más populares de Argentina y que tenía entre sus máximos logros haber sido el primer artista latinoamericano en llenar el Madison Square Garden de Nueva York.

Nacido en un suburbio pobre de Buenos Aires como Roberto Sánchez, adoptó cuando aún era un adolescente el nombre artístico que lo hizo conocido en todo el mundo de habla hispana. Comenzó cultivando el rock e imitando a Elvis Presley, al que admiraba, para luego entregarse por completo a la balada romántica, un género que lo transformó en "Sandro de América".

En esa transformación, el cantante mantuvo los movimientos de pelvis de Presley, su sensualidad en el escenario y su magnetismo con el público, pero con un repertorio que lo alejó del entonces incipiente rock nacional, del que fue pionero y como tal uno de los pilares de un movimiento que luego trascendió fronteras y revolucionó la música en español.

Con el tiempo sus actuaciones cambiaron las contorsiones por el diálogo con el público, que alternaba con canciones. Fue cuando Sandro se erigió en "un Frank Sinatra criollo", al decir de uno de sus críticos.

En los últimos tiempos se presentaba en el escenario con un micrófono al que se le adosaba un tubito que lo proveía de oxígeno debido al enfisema pulmonar que padecía, producto del consumo abusivo de tabaco en gran parte de su vida. Pero incluso ese padecimiento lo utilizó como arma de seducción al salir ante su público vestido con batas de seda, que podía colocarse sobre un esmoquin.

Murió el lunes a los 64 años en el Hospital Italiano de la occidental provincia de Mendoza, 45 días después de recibir un transplante múltiple de corazón y pulmones, que en un principio pareció funcionar, pero que luego le provocó un sinnúmero de complicaciones.

Los médicos que lo asistieron en este período lamentaron su deceso. "No pudimos ganar la gran batalla", declaró el encargado del transplante, Claudio Burgos. El especialista explicó que sabían que el cuadro era complejo, pero destacó que el paciente "nunca se rindió". "Fue una lucha sin cuartel", describió conmovido.

Sandro fue un adicto al tabaco desde niño y en su juventud, según él mismo reveló, fumaba hasta 80 cigarrillos diarios. Desde mediados de los años 90, cuando rondaba los 50 años, comenzó a padecer insuficiencia respiratoria crónica. Con el tiempo sus órganos se fueron deteriorando cada vez más.

Su enfermedad, su agonía y su muerte fueron acompañadas por un público fiel, por colegas del artista y por la crítica y los medios de comunicación que día a día informaban sobre su evolución hasta su deceso el lunes.

En Argentina, muchas parejas recordaron por estas horas que se conocieron y consolidaron su relación en los años 60 y 70 bailando muchos de sus temas como "Trigal", "Tengo", "Quiero llenarme de ti" o "Rosa Rosa".

Grabó 34 discos sin contar recopilaciones, homenajes y recitales en vivo, que sumarían más de 50, y vendió al menos 20 millones de copias. Hay críticos musicales que duplican esa cifra de ventas. A lo largo de su carrera obtuvo 11 discos de oro, galardón que se otorga a quienes venden más de un millón de copias.

En los años 90 comenzó a ser revindicado por generaciones jóvenes como uno de los padres del llamado rock nacional argentino (en español), la versión más potente fuera de la originaria estadounidense y británica de este movimiento universal que trascendió ampliamente la música.

De esos años se recuerda la invitación espontánea que le hizo el notable Charly García para cantar en un teatro una versión de "Rompan todo", de la desaparecida banda uruguaya Los Shakers, que quedó registrada en una muy divulgada grabación.

Poco después, los más destacados rokeros grabaron un disco en su homenaje, versionando obras de su vasta carrera. Así, "Tributo a Sandro – Un disco de rock" reunió a Divididos, Bersuit Vergarabat, León Gieco, Virus, Ataque 77, Los Caballeros de la Quema, Los Fabulosos Cadillac y los mexicanos Molotov, entre otros, quienes le dieron su impronta estilística a canciones de este ícono de la canción popular latinoamericana.

Además de las canciones y recitales, como era tradicional en aquellos años, Sandro participó en 14 filmes en los que cantaba y desplegaba un gran histrionismo. Entre las actrices que lo acompañaron estuvo la hoy popular conductora de televisión Susana Gímenez, quien comparó su muerte con la de Carlos Gardel, el cantor de tangos que murió en 1935 en un accidente aéreo en la ciudad colombiana de Medellín.

Sandro empezó su carrera a los 15 años como guitarra líder de un grupo de rock tocando en locales nocturnos. A mediados de los años 60 forma parte de la troupe de la mítica Cueva, un bar-teatro en un subsuelo en la céntrica avenida Pueyrredón, la verdadera "maternidad" del rock en español, junto a otros pioneros como Billy Bond, Tanguito, Litto Nebbia, Moris, Miguel Abuelo y Pajarito Zaguri, entre otros.

Luego pasó de tocar la guitarra a ser el protagonista de la noche. Cantaba, bailaba, saltaba, se contorneaba y el público enloquecía. Desde entonces, el grupo con el que se dio a conocer, Los de Fuego, pasó a llamarse Sandro y Los de Fuego y después terminó siendo Sandro a secas.

A fines de la década del 60 debutó en uno de los programas más vistos de la televisión, "Sábados circulares", conducido por Pipo Mancera. Su primera aparición provocó cierto escándalo entre la crítica por sus movimientos sensuales en cámara y por las reacciones que provocaba especialmente entre el público femenino.

En 1967 ganó el Festival Buenos Aires de la Canción con la balada "Quiero llenarme de ti", un tema que le permitió llegar a Nueva York, donde llenó el Madison Square Garden y el Carnegie Hall. Allí comenzó su carrera internacional, que lo llevó a recorrer la mayoría de las capitales latinoamericanas.

Pero Sánchez no era un adicto a la fama. Era de costumbres sencillas, perfil bajo, celoso de su intimidad. Vivía en una casa en la localidad de Banfield, en el sur de la zona metropolitana de Buenos Aires, rodeada de altos muros. Hasta allí iban para cada uno de su cumpleaños sus "nenas", como él apodaba a las fans que crecieron con él.

Entonces Sandro salía a saludarlas y cantar con ellas, con su clásica bata. Les dirigía unas palabras de agradecimiento y volvía a su encierro. Sólo contadas veces aceptaba ir a un programa de televisión para una entrevista, y siempre dependía del micrófono con oxígeno. Vivía con su última esposa, Olga Garaventa, pero no tuvo hijos con ninguna de sus parejas.

"Murió el amor de mi vida", coincidían en declarar varias mujeres que se acercaron a despedir sus restos en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso legislativo nacional, donde permanecerán hasta este miércoles y por donde han pasado personalidades de todos los quehaceres de Argentina y autoridades nacionales.

Otras lamentaban haber traicionado el pedido del artista que cantaba "No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad…".

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