DROGAS-MÉXICO: El capo ha muerto, viva el sucesor

Una de las estrategias del gobierno de México en su lucha contra el narcotráfico es el desmantelamiento de sus jefaturas. Pero la ejecución de Arturo Beltrán Leyva no parece cumplir con esa pretensión, pues el cartel que dirigía con sus tres hermanos no ha mermado su poder.

Arturo Beltrán, alias "El Barbas", cayó la noche del miércoles en un enfrentamiento con efectivos de la Armada mexicana en un acomodado condominio en la ciudad de Cuernavaca, 89 kilómetros al sur de la capital mexicana.

Beltrán, quien se autodenominaba "El jefe de jefes", figuraba entre los tres delincuentes más buscados por las autoridades mexicanas, después de Joaquín "El Chapo" Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, ayer su aliado y hoy uno de sus acérrimos enemigos.

"La eliminación de los dirigentes ayuda a las organizaciones criminales a renovar sus cuadros. En Colombia las organizaciones se diversificaron luego de la caída de las cabezas", dijo a IPS Eduardo Correa, académico de la estatal Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Como lo resaltó el periodista italiano Roberto Savino en su aclamado libro "Gomorra" sobre la mafia italiana, la sustitución de las cabezas de las bandas criminales es un factor necesario para aceitar su engranaje. Es como el rejuvenecimiento de los cuadros de los partidos políticos.

"La estrategia de descabezamiento de cárteles es eficaz siempre y cuando esté acompañada de una visión integral de debilitar o anular toda la estructura delictiva de actividades que controla una organización criminal", analizó ante IPS Erubiel Tirado, experto en temas de seguridad pública.

Con la desaparición de Arturo Beltrán, ese clan de cuatro hermanos muy experimentado en el negocio del tráfico ilícito de estupefacientes, sufre una nueva baja, luego de la captura y posterior encarcelamiento de Alfredo Beltrán, alias "El Mochomo", en enero de 2008 en la ciudad de Culiacán, al noroeste de la capital mexicana.

Esa detención ocasionó la ruptura de la alianza que los Beltrán y "El Chapo" Guzmán mantenían, pues los primeros acusaron a ese narcotraficante de haber entregado a "El Mochomo" a las fuerzas de seguridad mexicanas.

"Nunca se ha perseguido ni se va a perseguir delincuentes para matarlos", aseguró a la prensa local el fiscal general mexicano Arturo Chávez, luego del deceso de Beltrán.

Al frente del cartel parecen quedar Héctor, Mario y Carlos Beltrán, secundados por los lugartenientes de Arturo, Sergio Villarreal, "El Grande", y Edgar Valdez, "La Barbie", jefes de los sicarios del cartel.

La agrupación Beltrán contrabandeó entre 1990 y 2008 unas 200 toneladas de cocaína y un cargamento similar de heroína a Estados Unidos, que les reportaron ganancias por aproximadamente 5.800 millones de dólares, según las autoridades de esa nación norteamericana.

"El Barbas", originario del noroccidental estado de Sinaloa, fue incluido en abril en el listado de los 11 criminales mexicanos más buscados por la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas inglesas).

La historia de Osiel Cárdenas, ex jefe del Cartel del Golfo, enseña que para las organizaciones narcotraficantes hay vida más allá de quién las dirige.

Cárdenas fue capturado por soldados mexicanos en 2003 y extraditado a Estados Unidos, donde se encuentra en prisión a la espera del inicio de su juicio por tráfico de drogas ilícitas, entre otros cargos.

A pesar de la caída de su otrora figura visible, el Cartel del Golfo ha seguido operando y mantiene una disputa sangrienta por el lucrativo mercado estadounidense de sustancias ilegales.

La génesis y desarrollo del Cartel de Tijuana, fundado en los años 80 por los hermanos Arellano Félix, aporta también datos en el mismo sentido. Encarcelados o muertos sus iniciadores, una nueva generación de Arellano Félix le ha insuflado oxígeno a la banda, que forcejea por su tajada en la distribución y venta de estupefacientes y lavado de dinero.

"Una estrategia que se limita a objetivos de alto impacto compromete su eficacia en la medida que solo reproduce un liderazgo atomizado e incrementa la violencia por el control de las subestructuras de la organización delictiva", planteó Tirado.

Luego de asumir el gobierno en diciembre de 2006, el presidente Felipe Calderón emprendió un abierto enfrentamiento en contra del crimen organizado a través del despliegue masivo de policías y soldados en las zonas más afectadas por ese flagelo.

Este año, la cantidad de ejecuciones vinculadas con el narcotráfico roza las 8.000, según recuentos periodísticos. En 2008 esa estadística se estacionó en 5.661.

La muerte de Arturo Beltrán Leyva "descabeza la banda, pues sus dos hermanos que pertenecen al cartel y que se encuentran libres, no tienen ni la sagacidad ni la furia a veces irracional de él", escribió este viernes el analista político Raymundo Riva en el portal electrónico Eje Central.

El gobierno de Estados Unidos se apuró a felicitar a sus pares mexicanos por el operativo contra Beltrán Leyva, al catalogarlo un "significativo golpe" contra las redes del narcotráfico y que "su reino ha terminado".

La desaparición física de este jefe mafioso podría desembocar en un reacomodo de las células narcotraficantes, no exenta de violencia, según los especialistas y el propio gobierno mexicano.

"Los colombianos eran clientes de Beltrán Leyva y ahora alguien tiene que ocupar ese lugar. Va a continuar el movimiento de drogas por México, porque el mercado estadounidense es muy jugoso y ese gobierno no puede frenar el tráfico", previó Correa.

"Habrá una recomposición en los liderazgos, si no del propio liderazgo de la organización, sí en las subestructuras criminales que controlaba Arturo Beltrán. Ello, acompañado de una previsible ola de violencia por asegurar el control de los territorios bajo su influencia y dominio", precisó Tirado.

Chávez anticipó que "no es descartable que surja la violencia en el interior de ese cartel hasta que se definan las líneas de mando".

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