ESLOVAQUIA: Comunistas aterciopelados

Mientras los eslovacos celebran el vigésimo aniversario de la caída del comunismo, los disidentes de entonces arremeten contra figuras como el primer ministro Robert Fico, a quien acusan de mostrar aquel régimen totalitario desde un ángulo positivo.

Varios se negaron a participar junto a Fico y a otros importantes funcionarios del gobierno de un acto oficial celebrado esta semana en conmemoración del inicio de la Revolución de Terciopelo, que en 1989 derribó al régimen socialista en la entonces Checoslovaquia.

La abstención se manifestó cuando se supo que ex funcionarios comunistas habían sido invitados a pronunciar discursos.

El debate se vincula al hecho de que algunos ex jefes del Partido Comunista, oficiales y agentes de la policía secreta han prosperado y alcanzado altos cargos en la era democrática, mientras que prisioneros y perseguidos de entonces no recibieron ninguna compensación por haber sido víctimas del Estado.

"No asistiré a un acontecimiento que señala la caída del comunismo y donde ex comunistas me van a hablar sobre la caída del comunismo. Es como si los fascistas organizaran una celebración de un levantamiento contra los nazis", dijo a IPS Miroslav Kusy, ex disidente y una de las figuras eslovacas más prominentes de la revolución.
[related_articles]
"Traer a colación las cosas buenas del comunismo es algo que se hace todo el tiempo. Es como elogiar las cosas buenas del fascismo: abundaba el empleo y (el canciller alemán Adolf) Hitler por supuesto amaba a los perros. Pero, considerado como un todo, el régimen era enfermo, y eso se aplica al comunismo también. Para subrayar su lado bueno va contra el pensamiento normal y saludable", sostuvo.

El Partido Comunista de Checoslovaquia, que había conseguido en 1946 el 38 por ciento de los votos, tomó el poder en 1948, tras un golpe de Estado. En los siguientes 41 años, cientos de personas fueron asesinadas o torturadas, y decenas de miles fueron encarceladas o sometidas a trabajos forzados ante la más leve muestra de sentimientos contrarios al régimen.

En 1968, un proceso de reformas con amplio respaldo popular, conocido como la Primavera de Praga, fue aplastado por tropas de la Unión Soviética, que intervino en el país.

La policía secreta (StB) utilizó una red de agentes e informantes para aterrorizar y castigar a presuntos o potenciales disidentes, o a individuos a los que el régimen consideraba molestos.

En 1989, el Partido Comunista fue derrocado de modo pacífico. El gobierno renunció en medio de masivas protestas en todo el país, y se instaló un régimen interino que incluyó a muchos funcionarios comunistas. Unos meses después, se celebraron las primeras elecciones libres.

Desde entonces, los miembros del Partido Comunista se las han arreglado para abrirse camino hacia puestos de jerarquía.

"Estoy decepcionado, pero nosotros los elegimos democráticamente. Así es la democracia y la posibilidad de elegir lo que queríamos en el momento de la revolución", dijo Kusy.

Fico se integró al Partido Comunista en 1987. Su carrera política comenzó con el heredero directo de esa fuerza, el Partido de la Izquierda Democrática Eslovaca, antes de que formara el partido Smer.

El primer ministro Fico mantuvo su ideología de izquierda y ha dicho que la Revolución de Terciopelo no representó "ningún cambio real" en su vida. También se ha negado a condenar todos los aspectos del régimen anterior. En un acto público en ocasión del 1 de Mayo, se dirigió a la multitud con la frase "honrad el trabajo", saludo obligado en tiempos del comunismo

Su decisión de permanecer en Londres el martes 17, fecha del inicio de la revolución y feriado nacional en Eslovaquia, fue criticada por algunos observadores como una falta de respeto a quienes se levantaron contra los comunistas.

Pero el primer ministro dista de ser la única figura importante con pasado de izquierda. El presidente Ivan Gasparovic también fue miembro del Partido Comunista.

El hombre que en 2004 entregó la presidencia a Gasparovic, Rudolf Schuster, fue el último líder comunista del parlamento eslovaco en 1989, y permaneció en el poder hasta mediados del año siguiente, cuando el régimen finalizó formalmente y tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas.

Ahora está retirado y vive en una gran residencia en el oriente del país.

Milan Cic, el último ministro de Justicia comunista y cuya cartera supervisó el encarcelamiento de disidentes, fue también el primer primer ministro eslovaco posterior a la revolución, antes de ocupar altos cargos en gobiernos posteriores. Actualmente es el jefe del equipo del presidente Gasparovic.

Ex oficiales y agentes de la policía secreta comunista también han prosperado desde la Revolución de Terciopelo.

Alojz Lorenc, último jefe de la temida StB en noviembre de 1989, ahora trabaja en uno de los mayores grupos financieros de Eslovaquia y de la República Checa.

En los años 90 fundó con éxito su propia firma de tecnologías de la información, luego de evadir a la justicia checa, tras haber sido sentenciado por arrestar y detener ilegalmente a disidentes durante la revolución. En 1993, tras la escisión de Checoslovaquia, Lorenc simplemente se negó a cumplir su condena en la República Checa.

Luego de la caída del comunismo, otros también ocuparon puestos en la nueva policía y el nuevo servicio secreto de Eslovaquia, ya fuera que sus superiores conocieran o no su pasado. El servicio secreto (SIS) y la policía niegan que haya ex miembros de la StB en sus filas.

Y para ira y desilusión de muchos ex prisioneros políticos, los ex oficiales de la StB reciben pensiones estatales más abultadas que las de ellos. La mayoría de aquellos disidentes dicen haber pasado penurias económicas, físicas y mentales a causa de la persecución.

Según el periódico Sme, los miembros de la StB reciben una pensión mensual de hasta 800 euros (1.189 dólares), cuando el promedio nacional es de 330 (490 dólares). Pero lo máximo que se paga a cualquier ex preso político es 700 euros (1.040 dólares), y sólo si cumplieron penas de 10 años o más. Otros reciben incluso la mitad de esa suma.

Algunos expertos señalan que este estado de cosas se debe a una combinación de apatía e ignorancia sobre el pasado comunista.

El Instituto de la Memoria de la Nación, creado para documentar y archivar los delitos del régimen comunista, sostiene que en las escuelas se enseña poco sobre los hechos de 1989, y que los niños ignoran cómo era la vida bajo el comunismo.

Otros afirman que los sucesivos gobernantes se han encargado de minimizar, deliberadamente, lo ocurrido en el pasado reciente.

"Quienes lideraron la revolución de 1989 no fueron los que tomaron el poder después, y en los últimos 20 años las principales fuerzas políticas no han tenido ningún interés en discutir cuestiones como ésta", dijo a IPS el analista político Grigorij Meseznikov, del Instituto para los Asuntos Públicos, con sede en Bratislava.

"La gente que está hoy en el poder no esperó ni planeó los cambios de 1989, ni siquiera los quiso. Pero los aprovechó para progresar", agregó.

Kusy señaló que, en última instancia, la naturaleza misma de la revolución pudo haber creado las condiciones para que los ex comunistas siguieran en política y aspirando a altos cargos.

"Tuvimos una revolución de terciopelo, no sangrienta. Tal vez si hubiera sido así (…) las cosas habrían sido diferentes. Pero no es algo que hayamos querido, y yo incluso seguiría nuevamente el sendero aterciopelado en lugar del sangriento", declaró.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe