Los gobiernos nacionales y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) deben reconsiderar y discutir la forma en que se lleva a cabo la reconstrucción de los países en posguerra, sostuvo Graciana del Castillo, experta del foro mundial.
A pesar de la ayuda constante que proporcionan los países industrializados, las estrategias para lidiar con la situación de posguerra suelen fracasar en muchos lugares por una combinación de falta de ayuda eficaz, de asistencia técnica y de la situación institucional existente, dijo Del Castillo.
La experta fue la primera economista en el gabinete del secretario general de la ONU a principios de los años 90 y participó en operaciones de posguerra en África, América Central y Asia.
Del Castillo es profesora adjunta en la Universidad de Columbia de Nueva York y recientemente publicó un libro, "Rebuilding War-Torn States" ("Reconstruyendo países partidos por la guerra"), que analiza la reconstrucción de los países en transición hacia la paz en el período posterior a la guerra fría.
En entrevista con IPS, Del Castillo se refirió a las dificultades que tiene la comunidad internacional, en particular la ONU, en el proceso de reconstrucción de los países devastados por conflictos.
[related_articles]
IPS: En su libro, sostiene que la ONU, como la principal institución mundial, ocuparía un lugar ideal para lidiar con la reconstrucción pero carece de la capacidad operativa y técnica. ¿Qué hace falta cambiar en el organismo mundial para manejar el proceso de reconstrucción adecuadamente?
GRACIANA DEL CASTILLO: En la transición a la paz, las economías ilegales, devastadas por la guerra, dirigidas por el Estado, deben transformarse en economías de mercado funcionales donde la gente pueda mantenerse. La reconstrucción no es el desarrollo habitual. Es un proceso político, ya que todo lo que hagas tendrá repercusiones políticas y el país podría volver a la guerra.
La reconstrucción fracasará a menos que la reconciliación política, no las políticas económicas óptimas, sean la prioridad insoslayable. La reconciliación exige que los ex combatientes se reintegren mediante actividades productivas. Eso requiere la creación de empleos.
A la ONU le faltan los arreglos institucionales que le permitan integrar los temas económicos y políticos en una reconstrucción efectiva. El departamento político debería liderar en este ámbito, pero carece de la experiencia económica para tratar con otros actores en la reconstrucción, en particular con las instituciones financieras internacionales.
IPS: En su libro cita a Lawrence de Arabia, el militar británico conocido por su función de enlace durante la rebelión árabe de 1916-1918, quien dijo: "Mejor es que los árabes lo hagan aceptablemente y no que ustedes lo hagan a la perfección". ¿La comunidad internacional aplica este principio?
GDC: La comunidad internacional en general necesita estar más entre bambalinas. Tiene que aceptar que los países que salen de una guerra quizás no lo hagan como quisiera la comunidad internacional, y eso está bien, siempre que se haga.
IPS: ¿Usted piensa que la ONU contribuye positivamente en el proceso?
GDC: En realidad creo que a la ONU le va muy mal en esta área, ya que no tiene la capacidad ni la experiencia para trabajar más eficazmente con otros actores. Debe adquirir esa capacidad.
Si la ONU participara más podría asegurar que el objetivo político de la transición tomara precedencia sobre algunos de los temas de desarrollo. Los antecedentes de los países en transición hacia la paz son tanto funestos como caros. La mitad de los países retornan a la guerra y la otra mitad termina dependiendo de la ayuda. ¿Por qué? Porque la comunidad internacional no ha sido capaz de ayudarlos a crear empleos.
IPS: ¿La comisión de pacificación de la ONU mejoró la capacidad del organismo para lidiar con la reconstrucción?
GDC: La ONU creó una comisión de pacificación y una oficina de apoyo a la pacificación sin capacidad operativa. Esa capacidad es esencial si la ONU ha de desempeñar un papel importante en el apoyo a los países en reconstrucción. La comisión tiene un papel asesor sólo en los países que no están bajo la órbita del Consejo de Seguridad. Esto agregó más duplicación de funciones y derroche en el proceso en lugar de mejorarlo.
IPS: ¿Qué aconseja usted?
GDC: La transición hacia la paz es una situación muy compleja. Existe un desequilibrio entre lo que hizo la comunidad internacional en las áreas militar y de seguridad y lo hecho en el ámbito de la reconstrucción.
Para darle una idea, Estados Unidos gastó 225.000 millones de dólares en la guerra de Afganistán desde su inicio. El 95 por ciento de ese dinero se destinó al Departamento de Defensa y la mayor parte se gastó fuera de Afganistán. El cinco por ciento destinado a la reconstrucción se gastó de forma muy fragmentada. De hecho, Estados Unidos y otros donantes canalizan 75 por ciento de su ayuda por fuera del presupuesto estatal, lo cual no ayuda a las prioridades del gobierno.
IPS: Algunos consideran que la reconstrucción puede llevar en promedio un mínimo de tres años.
GDC: Depende mucho de cada país. En Liberia, por ejemplo, no se había hecho nada en los primeros tres años. En El Salvador, el plan de reconstrucción se implementó en cinco años. En Afganistán llevará mucho más tiempo.
IPS: ¿Qué la impactó más al compilar este libro?
GDC: Participé directamente en muchos casos y muchas cosas me impactaron, pero lo que más me afectó es que 15 años después de que comenzara a trabajar para la oficina del secretario general en 1992 sobre estos temas, muchos países de posguerra, y quienes los respaldan siguen discutiendo los mismos temas como si no se hubieran aprendido lecciones.
IPS: ¿Cuál considera que sería el mejor y próximo paso posible?
GDC: Durante el Plan Marshall de 1947 (de ayuda a la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945) el gobierno de Estados Unidos hizo un esfuerzo muy importante para debatir los temas políticos pero también los temas técnicos relacionados con la reconstrucción. Una de las cosas debatidas, por ejemplo, fue si estaba bien darle ayuda a los países sin algo a cambio.
Como los países que salían de la guerra a fines del período posterior a la guerra fría tenían bajos niveles de desarrollo, la reconstrucción se trató como un tema de desarrollo habitual, pero con grandes cantidades de ayuda.
Pero tras 20 años queda claro que esta estrategia fracasó. Es evidente que si alguna vez surge un conflicto entre el objetivo político de la reconciliación nacional y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en todo momento deberá prevalecer el primero. De otra manera, los países pueden recaer en el conflicto y el desarrollo fracasará de todas formas.