El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad comenzó este martes la recolección de los frutos de una estrecha relación sembrada con Bolivia a partir de septiembre de 2007, cuando otorgó una importante ayuda económica y técnica a este país sudamericano.
Con su par boliviano Evo Morales, el iraní reafirmó su posición contraria a la política exterior de Estados Unidos y defendió su programa de energía nuclear.
Tras su estadía en Brasil, Ahmadineyad llegó a La Paz para una visita de cinco horas, en el marco de una travesía sudamericana que continuará en Venezuela, donde se entrevistará con el mandatario Hugo Chávez.
La gira, que despierta interés de observadores diplomáticos por las alianzas consolidadas por Teherán con los gobiernos de izquierda de Brasil, Bolivia y Venezuela, no está exenta de conjeturas sobre el supuesto deseo iraní de crear un bloque de respaldo a su plan atómico.
Unos 23.000 kilómetros separan a la sudamericana Bolivia de Irán, pero el mandatario visitante afirmó que "el pensamiento y el corazón están cercanos" en sus objetivos comunes de "luchar por una vida mejor".
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"Querido amigo y revolucionario, a pesar de las dificultades que provoca el imperialismo, la colaboración avanza entre los dos países", dijo Ahmadineyad en un discurso pronunciado en La Paz.
Desde Palacio de Gobierno, el presidente iraní presenció por teleconferencia el inicio de actividades de una planta industrial de leche localizada en la población de Ivirgarzam, en el central departamento de Cochabamba.
Otra obra inaugurada a distancia fue un hospital de segundo nivel en la zona de Villa Dolores, en la empobrecida ciudad de El Alto, donde se contó con el eficiente apoyo del gobierno de Irán y de sus técnicos, según destacó el ministro de Salud boliviano Ramiro Tapia.
"Soy muy admirador de usted y de su pueblo. Nos encontramos en la lucha por la soberanía y nuestros pueblos nos dan el mandato de liberarlos", expresó Morales en el encuentro.
"Donde hay imperio, no hay desarrollo; donde hay bases militares extranjeras, no hay integración y tampoco paz social. Por eso tenemos enormes coincidencias entre Bolivia e Irán, en la defensa de nuestros pueblos", añadió, en referencia a la presencia militar estadounidense en Colombia.
"El presidente Morales tiene prerrogativas para reunirse con otros mandatarios, pero debe evaluar las consecuencias y obtener beneficios e inversiones claras para el país", declaró a IPS la diputada Marisol Abán del conservador Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
En opinión de Abán, los antecedentes bélicos de Irán atraen las miradas del mundo y por ello reclamó una evaluación seria de las ventajas y desventajas de una relación diplomática entre La Paz y Teherán.
Al final del encuentro, Morales y Ahmadineyad firmaron acuerdos de cooperación bilateral en investigación y aprovechamiento del litio localizado en la mayor reserva del mundo, el Salar de Uyuni, en el departamento de Potosí, al sureste de La Paz.
La asistencia iraní se ampliará a la instalación de centros de hemodiálisis en las ciudades de El Alto, colindante con La Paz, y en la central capital departamental de Cochabamba.
Además, Morales pidió a su colega transferencia de tecnología y conocimientos en la industria petroquímica que desea ampliar para fortalecer a la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Los compromisos amplían un programa de cooperación económica y asistencia técnica comprometida este país sudamericano por Ahmadineyad en septiembre de 2007, por 1.100 millones de dólares.
Desde la ciudad de Santa Cruz, el diputado de la derechista Poder Democrático y Social (Podemos), Carlos Klinsky, dijo a IPS que tras la diplomacia iraní se esconde el verdadero deseo de obtener el uranio boliviano para sus planes de desarrollo nuclear.
La opinión del congresista se alinea a las versiones atribuidas a informes secretos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel sobre el supuesto interés de Irán en contar con uranio boliviano, con el respaldo de Venezuela.
Bolivia posee 10 reservas de uranio en su territorio, pero el gobierno asegura no contar con la capacidad necesaria para explotar y comercializar el mineral.
La última producción de uranio data de 1974, cuando la ahora desaparecida Comisión Boliviana de Energía Nuclear consiguió elaborar dos kilogramos de "torta amarilla" (óxido de uranio concentrado que se usa para el combustible de las centrales atómicas).