Una veintena de jóvenes que viven en situación de alta vulnerabilidad en un tugurio de Argentina comenzaron a rodar este mes un documental sobre sí mismos, en un intento de romper la negativa imagen que los medios de comunicación les endilgan.
"Chicos rodando: ¡Nos somos peligrosos, estamos en peligro!" es el título del filme en rodaje en el barrio La Cava, al norte de la ciudad de Buenos Aires, donde se aglomeran más de 10.000 personas en viviendas precarias, sin agua corriente ni saneamiento.
El asentamiento, al que las autoridades locales procuran muy lentamente urbanizar desde 2001, suele identificarse en el imaginario popular como una madriguera de delincuentes jóvenes y drogadictos. El enfoque de los medios de comunicación sobre el barrio despierta los prejuicios.
"Cuando alguien dice La Cava, la gente piensa que somos todos drogadictos, todos delincuentes. Pero no somos todos iguales. Acá hay gente que sale a trabajar todos los días a las cuatro de la mañana", cuenta una de las realizadoras, Melina Martínez, de 16 años, que vive con su madre, su abuela y sus hermanas.
Los jóvenes procuran mostrar esa y otras realidades en su propio relato.
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El proyecto comenzó en el marco de las actividades de la no gubernamental Asociación Civil Empleo Joven (ACEJ), que trabaja en la zona desde 2005 con niños, adolescentes y jóvenes.
La ACEJ organiza programas deportivos y talleres de comunicación, informática, bordado, arte, y entretenimiento, entre otros.
"Se trata de actividades de inclusión social en lo educativo, sociolaboral y comunitario", explica a IPS la directora de la asociación, Josefina Chávez. "Actualmente hay 120 chicos, entre los de un año, que vienen con sus madres adolescentes, y los de 21", indica.
La población que asiste a los talleres es variada pero tiene un rasgo común, según Chávez: "Son personas en situación de alta vulnerabilidad social, que viven en hogares donde no hay empleo o hay muy poco y precario, que están judicializados (bajo proceso penal) o que van y vienen de la escuela, sin continuidad", dice.
La iniciativa del rodaje surgió en el taller de comunicación. Los jóvenes que asistían manifestaban su desaliento frente a los generalizados prejuicios hacia el barrio y sus habitantes en general.
"Querían romper con la imagen del joven pobre siempre ligado a lo peligroso, al delito, y se pensó entonces en un documental", relata Chávez.
Con ese objetivo se buscó una productora y se firmó un convenio con la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires, de modo que estudiantes avanzados ayudaran en la capacitación de los jóvenes talleristas en el manejo de cámara, la redacción del guión y otras tareas.
La ACEJ solventa el programa, pero el objetivo es lograr que lo financie el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). "Si sale el respaldo tendremos un mejor resultado y, además, habrá becas individuales para los chicos que participen", confía Chávez.
El director de la película, Miguel Ángel Domínguez, dice a IPS que al inicio los jóvenes "no conocían nada" de técnica cinematográfica. "Comenzamos con guiones y encuadres. Luego aprendieron los distintos tipos de entrevista, vimos documentales y ahora empezamos", dice Domínguez, que tiene experiencia en el género.
La película representará "una crítica a los medios de comunicación" por los prejuicios con que muestran los tugurios, pero también un documento sobre "los derechos vulnerados de los jóvenes" que viven en esos asentamientos, remarca el cineasta.
En unas partes del filme, los jóvenes entrevistarán a distintos personajes del barrio. En otros pasajes, serán ellos los entrevistados por el propio director. "Será un documental dentro de otro", explica Domínguez.
La intención no es que los participantes del proyecto encuentren "una oportunidad laboral", sino "una herramienta para que hagan oír su voz", añade.
De todos modos, Domínguez indica que algunos se revelaron "muy buenos cámara en mano o haciendo entrevistas".
