El mar Mediterráneo es el escenario donde se puede apreciar cómo el hambre mata, un día sí y otro también, a quienes buscar escapar de esa maldición que en África afecta a quienes lo intentan, a sus familias y a sus connacionales.
Aquellos hambrientos que logran cruzar pueden constatar que en este lado europeo de ese mar, además de un notorio y generalizado mejor nivel de vida, existe una minoría cuyos ingresos son multimillonarios y no hay crisis global que los afecte.
Este lunes, equipos oficiales y de la Cruz Roja continúan buscando a personas desaparecidas al naufragar el domingo una lancha con unos 60 inmigrantes cerca de la costa de Ceuta, enclave español en el norte de África, en aguas del estrecho de Gibraltar, que une el mar Mediterráneo con el océano Atlántico.
En la lancha viajaban familias enteras, cuyos mayores no superaban los 30 años de edad y traían a menores, tres de ellos bebés, según informó la organización no gubernamental "Caminando Fronteras", en la que días antes los inmigrantes fueron atendidos antes de partir. En total fueron rescatados 11 supervivientes y los cuerpos de ocho fallecidos, siete de ellos mujeres.
Así, de los 60 náufragos solamente cuatro mujeres y siete hombres fueron rescatados con vida de las aguas y apresados por la policía marroquí, que lo más probable es que, como hace siempre, los traslade a la frontera de ese país con Argelia, una zona desértica en las que se han instalado campamentos en los que malviven miles de frustrados inmigrantes subsaharianos.
En la madrugada de este lunes la policía marítima española detectó cerca de sus costas, también en la zona del estrecho de Gibraltar, a dos pequeñas lanchas de plástico con seis y cuatro personas a bordo, las que fueron detenidas y alojadas en comisarías españolas para ser después trasladadas a centros de internación desde los que serán expulsados fuera del país vía aérea.
La desesperación por sus bajas condiciones de vida que lleva a la gente a emigrar tuvo una patética prueba el pasado viernes, cuando la policía marítima española detectó y detuvo a seis niños, el mayor de ellos de 11 años, quienes estaban intentando atravesar el mar Mediterráneo hacia España a bordo de una pequeña embarcación de juguete.
En el otro extremo social se pueden ubicar a los multimillonarios, sean de un lado u otro del Mediterráneo.
En España, aunque es difícil precisar quiénes tienen mayores fortunas e inversiones dado que casi todos los multimillonarios poseen cuentas bancarias en paraísos fiscales, si se puede mencionar entre los banqueros a Emilio Botín, del Grupo Santander, una entidad española conocida por sus inversiones en América Latina, el Caribe, África, Asia y Australia.
Según las últimas cifras disponibles, Botín percibió 3,9 millones de euros (5,71 millones de dólares) por ingresos como directivo del banco en 2007, además de las ganancias que pudo obtener por acciones y otras inversiones que posee, dentro y fuera del país.
Cada uno de los cinco consejeros ejecutivos de ese banco recibieron más emolumentos que su presidente Botín y entre ellos suman derechos de jubilación por 157,27 millones de euros (230,51 millones de dólares), según información oficial de la entidad. Estos empresarios no son una excepción sino, simplemente, una muestra de cómo "malviven" los millonarios en este país.
Desde las organizaciones sociales, la Red Estatal por los Derechos de los y las Inmigrantes (REDI) se ha dirigido al gobierno y a la oposición reclamando que detengan la reforma de la Ley de Extranjería propuesta por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y que la principal fuerza opositora, el centroderechista Partido Popular (PP), plantea endurecer.
La REDI sostiene que esa ley lesiona gravemente los derechos y libertades de la población extranjera y perjudica los valores de convivencia de la sociedad española en su globalidad. Además destaca que de aprobarse esa ley se profundizará la visión de la inmigración como un problema eminentemente policial, en vez de establecer una política de integración social.
Mahmud Asai, un marroquí que trabaja hace más de un año en España sin contar con los papeles exigidos para la radicación, dijo a IPS que "es incomprensible" que rechacen a los inmigrantes, ya que todos ellos vienen a Europa a trabajar.
Al comentarle que han sido detenidos algunos acusados de robo, replicó que "es verdad, puede haber ladrones entre los inmigrantes, pero dudo de que el porcentaje sea mayor que el de los mismos europeos".
En su opinión, "hay buenos y malos en todo el mundo" pero, subrayó, "la enorme mayoría de los inmigrantes venimos a trabajar y no en las mejores condiciones, sino casi todos en los sectores en que los europeos no quieren hacerlo".
Así como se discute si endurecer o no las leyes sobre migraciones, también entra en discusión el ingreso de los banqueros. El tema se discutirá en la cumbre del G-20, cuyos miembros suman 85 por ciento de la economía mundial al contar en su seno a los ocho estados más industrializados del mundo.
En esa reunión, convocada para el 24 y 25 de este mes en Pittsburg, Estados Unidos, la delegación europea planteará restringir los bonos multimillonarios que los bancos otorgan a sus directivos y dentro de ella España llevará la posición más dura junto a Francia, cuyo presidente, Nicolas Sarkozy, amenazó con retirar a su país de ese grupo si no se logra un acuerdo para poner un límite a los bonus (bonos, paga variable) a los banqueros.
Desde otras posiciones se va más lejos, planteando que más allá de cómo dirimir el tema de los bonos está la necesidad de reformar a fondo el sistema financiero, apuntando en especial a los paraísos fiscales y estableciendo normas que permitan ver con claridad las cuentas.
Mientras Estados Unidos insiste en no modificar nada, los países europeos se pusieron de acuerdo para postular que se multe a los bancos que no pongan límites a los grandes salarios.
Los ministros de economía de España, Alemania, Francia, Luxemburgo, Italia, Suecia y Países Bajos firmaron la semana pasada un artículo en el que plantearon que se debe terminar con los bonos como están establecidos ahora, para acabar con "la avaricia insaciable" de sus receptores, que nunca consideran suficientes esos fondos y siempre plantean aumentarlos.
El G-20 esta integrado por Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, además de un representante del país que preside la Unión Europea. En las reuniones también participarán gobernantes de España y Holanda, como igualmente los jefes de varias agencias multilaterales.