FINANZAS: Reformas deben llegar hasta la OMC

Las reformas al sistema financiero global que se preparan y que los líderes del Grupo de los 20 examinarán esta semana en Pittsburgh, Estados Unidos, deberán estar acompañadas de cambios en el comercio de servicios financieros regulados por la OMC, previno el experto Chakravarthi Raghavan.

La OMC (Organización Mundial del Comercio), que administra todos los tratados multilaterales sobre el intercambio mercantil, entre ellos el Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (AGCS), ha mantenido hasta ahora una distante reserva sobre el tema de la interrelación de la reforma financiera con el área de servicios bajo su competencia.

Sin embargo, esa entidad sí acompaña al Grupo de los 20 (G-20) cuando se trata de examinar los efectos de la crisis financiera mundial en curso en la contracción del comercio internacional, en especial este año, y también en el agravamiento de la parálisis de las negociaciones de la Ronda de Doha, un proceso que ya lleva casi cinco años de atraso.

El G-20, conformado por los ocho países más industrializados, la presidencia temporal de la Unión Europea y 11 economías emergentes, se reunirá este jueves y el viernes en la ciudad estadounidense de Pittsburgh para avanzar en la restauración del crecimiento de la economía mundial y establecer reformas a los sistemas financieros multilaterales.

Las observaciones del economista y periodista Chakravarthi Raghavan fueron presentadas a comienzos de este mes en Ginebra durante la reunión de técnicos del Grupo de los 24, que representa a las naciones en desarrollo ante las instituciones financieras creadas en la reunión mundial de Bretton Woods, en Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

El actual proceso en marcha, denominado "Bretton Woods II" de reforma de los regímenes nacionales y mundiales para la gobernanza, regulaciones más estrictas y su observancia resultará incompleto e inclusive hasta fallido, si no se efectúan esfuerzos paralelos en la OMC y en la presente Ronda de Doha, consignó el estudio.

La acción vigorosa reclamada por el Raghavan deberá aplicarse en particular, al comercio de servicios financieros, un rubro donde las negociaciones se desarrollan sin evidencias, por falta de datos estadísticos, de que la liberalización financiera ha beneficiado en crecimiento y desarrollo a países del Sur, puntualizó el autor.

Si las reformas fundamentales reguladoras del sistema y la arquitectura financieras mundiales no se llevan a cabo, la crisis financiera retornará a los países en desarrollo en forma de una venganza, vaticinó el estudio.

Por esa razón, el Grupo de los 24 y sus colegas de los países en desarrollo de los sistemas comerciales, tendrán que concertar, coordinar y asegurar que esas naciones no se vean envueltas en la próxima crisis.

Esta vez, nuestros países eludieron la crisis financiera simplemente porque "todavía no hemos estado integrados" al sistema financiero mundial y a los mercados financieros y de capitales internacionales, estimó Raghavan, fundador y editor emérito de SUNS, una publicación cotidiana especializada en asuntos de los países en desarrollo.

Sin embargo, las naciones del Sur aún están pagando los costos derivados de la crisis económica, indicó. Y la próxima vez, podremos ser también absorbidos por la crisis financiera, advirtió.

Raghavan recuerda que no existen los mercados perfectos. Los financieros son, por naturaleza, inestables e irracionales.

Las reformas financieras y su observancia estricta deben concentrarse en esos mercados, subrayó.

Lo que sería peligroso es que tales reformas reguladoras ignoren las cuestiones del comercio internacional de servicios financieros y sus regulaciones. Aquí el autor se refiere tanto a las regulaciones existentes como también a los vacíos sistémicos, incluida la ausencia absoluta de regímenes sobre bancarrota internacional.

Tampoco habrá que olvidarse de aislar y salvaguardar a los sistemas financieros y monetarios nacionales de los fracasos del sistema financiero mundial que se introducen en los sistemas nacionales a través de los servicios financieros, explicó.

Raghavan sostiene que un régimen financiero mundial, una vez reformado, será incompatible con el resultado del actual sistema comercial que consiste en un comercio liberalizado de servicios financieros y de movimientos de capitales.

En este punto, el autor resalta la necesidad de que los gobiernos de los países en desarrollo, en los más altos niveles, presten atención a esos aspectos.

El estudio refiere que el AGCS adoptó un mecanismo de negociación de listas positivas por el cual los estados miembros del acuerdo asumían compromisos en sectores y subsectores del área de servicio, que figuraban explícitos en una lista.

Este mecanismo difiere del que prefieren Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón, que consiste en las listas negativas, lo que equivale establecer que todo constituye servicios comerciables, excepto los que figuren en una lista como excluidos.

Esas grandes potencias emplean el mecanismo de listas negativas cuando negocian los tratados de libre comercio con países en desarrollo, como hizo la UE con los países del Caribe.

En la Ronda de Doha, lanzada en 2001 en la capital de Qatar, los mismos países más Suiza y Canadá presionan a los países en desarrollo para obtener listas negativas de compromisos y también conseguir el trato nacional y eliminar las restricciones a la introducción de nuevos servicios financieros.

Entre las nuevas variedades de servicios financieros figuran los créditos derivados, un tipo de innovaciones que han sido identificadas como las principales responsables de la crisis y el desastre del sistema financiero, apunta Raghavan.

Hasta antes de la crisis, un grupo de empresas dominantes, la coalición de industrias de servicios de Estados Unidos, se jactaba de las innovaciones introducidas por los bancos de ese país "en beneficio de los consumidores", facultándolos y alentándolos a salir a gastar.

La coalición sostenía que los países en desarrollo podrían obtener beneficios similares abriendo sus puertas a los bancos extranjeros.

Con el estallido de la crisis económica y financiera en Estados Unidos y en otras grandes naciones industrializadas se hace difícil sostener que la liberalización del comercio internacional de servicios financieros y la inmovilización del mundo en desarrollo dentro de ese modelo, podría promover el desarrollo de las naciones del Sur, deduce Raghavan.

No hay simplemente pruebas empíricas y los datos citados son dudosos, afirma.

Los países en desarrollo deben resistir, en cualquier negociación de acuerdos de libre comercio, los intentos de establecer compromisos de liberalización de los servicios comerciales, ya sea en los rubros de comercio como de inversiones, advierte.

La Ronda de Doha se encuentra estancada y probablemente no llegara a una conclusión en uno o dos años, calcula. Eso otorga a los países en desarrollo el tiempo y la oportunidad para examinar sus situaciones particulares, pensar en sus necesidades y volver a revisar propuestas, incluidas en servicios financieros en normas del AGCS, recomienda Raghavan.

El periodista insiste en que los cambios en las estructuras, gobernanza y regímenes reguladores internacionales de moneda y finanzas deben ser coordinados adecuadamente con las conversaciones en marcha y con los aspectos técnicos y la toma de decisiones en la OMC.

Finalmente, el estudio previene que en el área de la OMC, la preservación del statu quo no será beneficiosa para los países en desarrollo.

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