POLÍTICA-UNASUR: El gran colchón verde-amarelo

Brasil va al encuentro de la cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) con la misión de amortiguar golpes, ablandar discursos enconados y «desarmar espíritus» ideológicos belicosos.

La figura de un colchón de crisis regionales es lo que comienza a delinear la cancillería del país con mayor peso territorial y económico de América del Sur con vistas a la cita de este viernes de los 12 gobernantes de la región en la sudoccidental ciudad argentina de Bariloche.

"Desde el punto de vista brasileño, será importante que la cumbre de Bariloche sirva para generar un clima de entendimiento y contribuya a aliviar tensiones que tienden a ser magnificadas por la retórica y la polarización", explicó Marcelo Baumbach, portavoz del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

En otras palabras, la función de Brasil debe ser la de "estimular el desarme de espíritus", como señaló a IPS Luiz Felipe Lampreia, quien fue canciller del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003).

Belicoso por los ánimos y, literalmente, por el contenido militarista que dominará los debates del encuentro.
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Por ejemplo, posiciones contrarias a que Colombia permita a tropas de Estados Unidos utilizar siete de sus bases militares, supuestamente para contribuir a la lucha contra al narcotráfico y la guerrilla.

Ese acuerdo entre Bogotá y Washington causó reacciones airadas de los gobiernos de países vecinos, especialmente del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien llegó a decir que ese país se convertiría en "una base yanqui".

Como "contraataque", el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, trata de debilitar los argumentos de los principales opositores a ese acuerdo en la región echándole en cara a Chávez su cooperación en el área de defensa con Irán y su acercamiento a Rusia.

El gobierno de Uribe también refuerza sus acusaciones de que Venezuela y Ecuador estarían apoyando a las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), inclusive militarmente.

Pero en esta historia nadie aparece libre de pecados. Uribe también lanzaría sus piedras contra Lula.

El mandatario colombiano ya avisó que le pedirá explicaciones a su par brasileño sobre el plan de reequipamiento de sus Fuerzas Armadas, fundamentado en el acuerdo por casi 9.000 millones de euros (12.000 millones de dólares) con Francia para la compra y cesión de tecnología estratégica.

El convenio, definido por el propio Lula sin el cuidado del lenguaje diplomático, como uno capaz de transformar a su país en "una potencia militar", contempla la compra de cinco submarinos, inclusive uno a propulsión nuclear, y de 50 helicópteros. Además está a consideración la compra de 36 aviones de combate de la empresa francesa Dassault.

"No se puede pretender que un país como Brasil, con su dimensión territorial, no actualice sus sistemas de armamento", arguye Lampreia sobre lo que califica apenas como "una reposición" de material bélico.

Brasil también justifica su refuerzo militar por su histórica necesidad de cubrir sus espaldas en la extensa y porosa región de la selva amazónica y por motivos más nuevos, como es el descubrimiento de la cuantiosa reserva petrolífera en el subsuelo del océano Atlántico, cerca de sus costas.

En ese sentido, la presencia de tropas estadounidenses en Colombia cerca de su frontera con Brasil contribuiría a revivir fantasmas.

A BARILOCHE POR CLIMA AMIGABLE

"Lo importante es que la Cumbre de Bariloche sirva para generar un clima de entendimiento y que contribuya a aliviar las tensiones, que son magnificadas por la retórica y la polarización", sintetizó Baumbach.

El portavoz de Lula también confirmó la predisposición de Brasilia para mediar en busca de un encuentro de Unasur con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que permita aclarar los alcances de la presencia militar de ese país en Colombia y para garantizar que ese hecho "no afecte a terceros países".

Aunque el gobierno brasileño ya admite internamente que la Cumbre de Bariloche no conseguirá impedir la presencia estadounidense en las bases militares colombianas, se conforma con acercar a los países vecinos enfrentados, una meta considerada no menos importante por el secretario de Asuntos Internacionales de la Presidencia, Marco Aurelio García.

Es decir que el invernal y bello paisaje de las montanas nevadas de Bariloche sirva finalmente para enfriar, entre otros temas calientes de la vecindad sudamericana, las disputas entre Quito y Bogotá.

García explicó a Clovis Rossi, columnista del diario Folha de São Paulo, que resolver esa asignatura es un paso en el sentido de reafirmar que "nada es más importante que la Unasur". "Que ella tiene prioridad por sobre cualquier otra cuestión", añadió.

"El principal papel de Brasil tendría que ser el de proponer un relax de las tensiones entre Ecuador y Colombia", analiza también Lampreia.

Las relaciones entre ambos países están interrumpidas desde 2008, después que fuerzas militares colombianas bombardearon un campamento temporario de las FARC en la frontera entre ambos países del lado ecuatoriano, ataque en el que murió uno de los líderes de esa guerrilla, Raúl Reyes.

En ese sentido, Brasil destaca la reciente visita a Bogotá y Quito del ministro de Defensa, Nelson Jobim, y del propio García. "Ese viaje fue realizado para aumentar la cooperación entre los tres países y que ello ayude a aliviar las tensiones bilaterales", explicó Baumbach.

Entre los acuerdos firmados por Jobim con su par de Colombia, Gabriel Silva, está el "intercambio de información y de operaciones más amplias" en la frontera de 1.645 kilómetros que esos países comparten en la selva amazónica.

Ecuador, según Jobim, también pidió a Brasil la presencia de un avión de sus Fuerzas Armadas para ayudar a controlar esa región amazónica.

PUENTES DE PAZ

Lampreia destaca a IPS un antecedente del intento de distensión con Colombia, en este caso en su frontera con Brasil. Se refiere al acuerdo firmado en marzo y que contempla hasta la posibilidad de que fuerzas militares de uno u otro país entren en territorio vecino en "situación de necesidad" por presencia guerrillera o de narcotráfico.

"Esto revela claramente la disposición de las Fuerzas Armadas brasileñas de colaborar con Colombia en una frontera tan grande y difusa", concluye Lampreia.

Un "precedente importante", que, según el ex canciller, señalaría que de parte de Brasil "no existe una posición hostil" hacia Colombia, como la que si define en cambio de parte de Venezuela y Ecuador, "que básicamente es ideológica".

Esa posición "moderada", agrega, es la que por un lado le permite a Brasilia "discutir con los americanos (estadounidenses)" y, por otro, con la región "diciendo que no es necesario radicalizar" el discurso y las actitudes.

El análisis del gobierno de Lula, según su portavoz, es que, pese al escenario planteado, "es obvio que no hay una carrera armamentista en la región" aunque consideren "necesario que se discuta ese tema con transparencia para evitar una posible escalada".

Otros no lo tienen tan claro. "¿La vuelta del militarismo?", como lo define en su editorial el diario Folha de São Paulo? O ¿una corrida armamentista en la región?", como prefiere llamarla el analista brasileño Clovis Brigagao?

Brigagao, director del Centro de Estudios de las Américas (CEA) y coordinador del Grupo de Análisis de Prevención de Conflictos de la Facultad Cándido Mendes, cree que sí, que "hay síntomas de que el nivel de estabilidad alcanzado hasta el inicio del siglo XXI se comienza a romper".

El especialista en temas estratégicos menciona, entre otros "síntomas", la adquisición de armamento en gran escala por parte de Venezuela, los acuerdos militares de Colombia con Estados Unidos, la modernización de las Fuerzas Armadas de Brasil, que han crecido "sustancialmente en los últimos cinco u ocho años", y el aumento de la capacidad militar de Chile.

En el caso de Brasil, Brigagao subraya la contradicción que, mientras se opone a las bases estadounidenses en Colombia, "acepta las de Francia".

La referencia es al acuerdo entre Francia y Brasil. "Aunque no se trate propiamente de una base en el sentido de una instalación militar, no deja de ser una base para la producción de submarinos", interpreta.

Brigagao, quien excluye de esa carrera armamentista a Argentina "más por cuestiones económicas que militares", considera positivo que Brasil por primera vez haya "reaccionado con contundencia" a un tema como el de las bases en Colombia, una presencia cuyo riesgo es "más de naturaleza política" que por el hecho de que "puedan servir para intromisión en asuntos sudamericanos".

Pero, al mismo tiempo, entiende que sólo un Consejo de Defensa Sudamericano puede decidir cuestiones básicas de defensa regional como esas.

"Yo creo que Brasil debería empeñarse al máximo para que el Consejo de Defensa Sudamericano sea más activo, para que tenga una política real de preservar la región de conflictos bélicos y de asumir posiciones comunes", ante temas como las bases colombianas "que no son más de naturaleza nacional", resalta.

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