Puso en foco al soldado cuando le apuntó y se mantuvo firme hasta que recibió el balazo. Pero la justicia nunca alcanzó al asesino de Leonardo Henrichsen, el camarógrafo argentino abatido hace 36 años en Chile cuando filmaba un levantamiento militar para la televisión sueca.
Fue tres meses antes del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 contra al presidente socialista Salvador Allende (1970-73), que dio paso a 17 años de dictadura encabezada por el hoy fallecido Augusto Pinochet (1915-2006).
La revuelta militar conocida como el Tanquetazo fue sofocada en pocas horas por fuerzas leales al gobierno izquierdista de la Unidad Popular, con acciones represivas en pleno centro de Santiago, cerca del palacio presidencial de La Moneda, donde meses después murió Allende en medio del bombardeo perpetrado a mansalva por las fuerzas de Pinochet.
Los enfrentamientos entre militares dejaron 22 civiles muertos, entre ellos Henrichsen, de 34 años, quien trabajaba como corresponsal en Chile de la Televisión Nacional de Suecia y filmó a los militares que le dispararon a quemarropa mirando a cámara.
Las imágenes dieron la vuelta al mundo, pero el crimen quedó impune. Su historia ahora se actualiza en un largometraje que acaba de estrenarse en Argentina.
"Es una inmensa paradoja que con la evidencia dejada haya pasado tanto tiempo sin que el asesino tuviera un nombre", declaró a IPS Andrés Habegger, director de "Imagen Final", la película sobre el asesinato de Henrichsen. "Esa fue una de las motivaciones principales para hacer el documental", reveló durante la entrevista.
El filme, que se estrenó comercialmente este jueves en Buenos Aires, se lanzará en Chile en septiembre y luego en Suecia. Pero la película ya fue exhibida en festivales internacionales en los que cosechó variados premios del público y del jurado.
Henrichsen murió el 29 de junio de 1973 cubriendo el Tanquetazo, la rebelión de un grupo de oficiales del regimiento de tanques Blindados Nº 2 de Chile, liderada por el teniente coronel Roberto Souper, en oposición a una serie de arrestos dispuestos por la cúpula castrense tras abortar una conspiración contra Allende.
El levantamiento, ensayo del golpe liderado en septiembre por Pinochet, fue ahogado el mismo día en que se inició por fuerzas leales de unas Fuerzas Armadas chilenas aún dirigidas por Carlos Prats, quien en septiembre de 1974 fue asesinado en Buenos Aires junto a su esposa, Sofía Cuthbert, por personeros de la dictadura.
A pesar de que sólo duró unas pocas horas, el Tanquetazo dejó, además de las 22 personas muertas, unos 500 impactos de bala en La Moneda y en el edificio del Ministerio de Defensa.
Pero quizás la imagen más contundente asociada a la memoria de aquella rebelión fue el registro audiovisual logrado por Henrichsen. El camarógrafo filmó al cabo que le apuntó y le disparó en la calle a metros de La Moneda, y enseguida al soldado que le tiró desde un camión por orden del primero.
Apenas 50 segundos después, el camarógrafo cae al pavimento y la pantalla queda en blanco. Según testimonios recogidos en el filme de Habegger, los militares le arrebatan la cámara y la tiran a una alcantarilla. Pero el periodista Eduardo Labarca la recoge poco después y las imágenes llegan a la televisión chilena y argentina.
"El golpe del 11 de septiembre fue tan grande que opacó estos hechos previos", cuenta el cineasta. Ese día muere Allende y las víctimas de la dictadura de Pinochet se contaron por miles. El crimen del camarógrafo prescribió y su asesino quedó impune.
"La película puede ayudar a instalar el tema y empujarlo nuevamente", se esperanza Habegger. Sabe que es un tema complejo. El asesinato del cronista no pudo ser considerado crimen de lesa humanidad, y por lo tanto imprescriptible, porque no fue cometido durante la dictadura sino antes, en plena democracia.
"Es un tema de decisión política", interpretó el director. "El recorrido de Chile después de la dictadura parece bastante más complejo que el de Argentina para el esclarecimiento de este tipo de casos", comparó aludiendo a los crímenes perpetrados por la dictadura de siete años iniciada en 1976 por la junta militar que derrocó a María Estela Martínez de Perón.
Por eso Habegge cree que la película no sólo tiene valor histórico. "Evoca las marcas que deja la historia de Chile en la actualidad" y "denuncia que hay quienes no quieren que queden registros de un pasado doloroso que algunos quisieran barrer debajo de la alfombra en lugar de aprender a convivir con él".
En la película habla la hermana, testigos del crimen, y colegas que recuerdan al camarógrafo como un profesional valiente y comprometido.
Tiene peso el testimonio del periodista chileno Ernesto Carmona, que en 2006 descubrió que el autor intelectual y probablemente material del disparo mortal fue el cabo Héctor Bustamante Gómez, fallecido en diciembre de 2007 sin haber sido juzgado.
También es valioso el relato de Labarca, del canal público Chile Films, que rescató la cámara y logró que las escenas se pasasen por televisión al menos una vez en su país antes de que la justicia incautara el material.
La película aporta una entrevista a Jan Sandquist, quien fue jefe de Henrichsen en la televisora sueca.
Sandquist ofreció una serie de trabajos que realizó en relación a la dictadura de Anastasio Somoza (1925-1980) en Nicaragua y otro sobre cárceles uruguayas en épocas de persecución contra la guerrilla izquierdista.
Como camarógrafo del noticiero para los cines "Sucesos Argentinos", Henrichse filmó también entrevistas a personajes tales como el escritor chileno Pablo Neruda o el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro, y cubrió una veintena de revueltas y golpes de Estado en distintos países latinoamericanos.
Habegger trabajó con Carmona para reconstruir el crimen. Analizaron el expediente en la justicia militar y se toparon con fuertes vallas al indagar entre los soldados que estaban apeados al camión desde el que salieron los disparos.
"La película logra más que la justicia, porque la justicia prácticamente no hizo nada", aseguró el cineasta.