La recesión alejó a las mujeres del mercado de trabajo en Brasil, en lo que es considerado una interrupción del proceso de feminización del ámbito laboral en las ciudades, según un estudio gubernamental que aborda los impactos de la debacle financiera global desde la perspectiva de género.
El informe titulado "La crisis económica internacional y los (posibles) impactos sobre la vida de las mujeres", fue elaborado por la Secretaría Especial de Políticas para Mujeres (SPM), el Instituto de Investigación Aplicada, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Tomando como base de análisis el período comprendido entre septiembre y abril en seis regiones metropolitanas, el nivel de ocupación femenina cayó 3,1 por ciento frente a 1,6 por ciento de los hombres, dando lugar a un aumento de la "inactividad femenina".
En entrevista con IPS, Luana Simoes, coordinadora del estudio y gerente de proyectos de la SPM, aclaró que se contempló un "período corto coyuntural".
La especialista indicó que las mujeres que perdieron su trabajo en ese periodo no necesariamente buscaron otro empleo, a diferencia de los hombres que fueron desempleados.
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IPS preguntó a Simoes, el motivo de ese comportamiento, a simple vista inusual, pues tradicionalmente las crisis económicas "arrojaron" a las mujeres fuera de sus hogares para trabajar y contribuir así al sustento familiar.
Simoes explicó que su equipo está elaborando las hipótesis al respecto. Entre otras mencionó el "desaliento" de las mujeres ante la perspectiva de "tener de nuevo que ir a golpear puertas de empresas para conseguir trabajo" teniendo en cuenta que "históricamente para ellas es mas difícil encontrarlo".
La especialista, una economista especializada en sociología, también apuntó como probable causa la pérdida de la fuente de ingresos porque los pequeños emprendimientos que sustentaban a las familias no sobrevivieron a la actual crisis.
Es el caso de muchos trabajadores informales de Brasil que, por ejemplo, tienen un puesto ambulante de venta de alimentos o montaron una tienda en su casa, entre otras "empresas familiares" informales.
Ante la pérdida de esa fuente, "el marido sale a trabajar, en base al viejo concepto todavía arraigado culturalmente de que es el hombre quien debe sustentar el hogar", mientras que la mujer decide quedarse en casa ocupándose de las tareas domésticas, dice.
En esa misma dirección, Simoes consideró que, con la crisis, la familia no tiene más condiciones de mantener una empleada doméstica en la casa y, en lo que es un círculo vicioso derivado de esa situación, muchas mujeres que viven del trabajo en casas de familia también pierden su fuente laboral.
Es importante aclarar, que lo que los expertos llaman "una desfiminización del mercado de trabajo", de manera general, es decir tanto a nivel informal como en los puestos con libreta de trabajo firmada.
Ya en el ámbito laboral estrictamente formal, la crisis tuvo un efecto inverso: "se masculinizó el desempleo". En términos cuantitativos, esta situación se expresó con un mayor aumento proporcional de las tasas de desocupación de los hombres, que llegó a 24,1 por ciento frente a 11,2 por ciento de las mujeres.
Simoes atribuyó esa tendencia a que la crisis tuvo impactos más fuertes en la industria y en la construcción, dos áreas "que son más masculinos" en términos de personal.
Aunque "detrás de esa supuesta feminización" del mercado de trabajo formal podría existir también una nueva estrategia del empleador, según la analista, como sería la de sustituir a hombres por mujeres, quienes tradicionalmente ganan menos, aún con el mismo nivel de escolaridad.
"Si los hombres y mujeres tienen posiciones diferentes en el mercado de trabajo era de esperarse que el impacto de la crisis también fuera diferenciado", evaluó Laís Abramo, directora de la oficina de la OIT en Brasil.
Según Abramo, es "fundamental hacer un análisis cuidadoso de esos impactos para pensar hasta que punto las políticas de enfrentamiento de la crisis económica mundial deben incorporar elementos que respondan a esa situación".
El estudio trae otras sorpresas. Por ejemplo, la sustitución de mano de obra masculina por femenina en la construcción civil, donde se registra un crecimiento de 2,96 por ciento de mujeres empleadas frente a la caída de 3,54 por ciento de hombres.
Simoes tiene una interpretación preliminar de esos datos. Explica que, aunque todavía es un ámbito que "no representa mucho" en términos numéricos para las mujeres ocupadas, el proceso de feminización de la construcción civil ya había comenzado antes de la crisis.
En ese sentido mencionó la existencia de muchos planes gubernamentales, inclusive dentro de la SPM, y en el marco de la iniciativa privada, de capacitación de mujeres en la construcción civil.
"El empleador prefiere mujeres por esa idea culturalmente de que las mujeres son más cuidadosas", sostuvo Simoes. De hecho, en la construcción civil las mujeres no ejercen en general tareas de peso, "como cargar bolsas de cemento o ladrillos", sino más de detalle, o de "terminación".
Según la SPM, en los cursos de capacitación de obreras "se percibe también que las mujeres desperdician menos material de construcción que los hombres", lo cual reduce el costo del empleador.
En los cursos se comprobó que las mujeres consiguieron empleo rápidamente. ¿Femenización del mercado de trabajo por las ventajas económicas del empleador? Una pregunta que todavía no tiene respuestas claras y que tendrá que ser objeto de otros estudios.