PARAGUAY: Indígenas buscan sustento en suelo urbano

Un asentamiento de familias indígenas paraguayas busca el sustento propio en una olla comunitaria y la producción de artesanías. No quieren volver a la mendicidad en las calles de Asunción, lejos de sus lugares de origen.

La olla popular en Cerro Poty Crédito: Natalia Ruiz Díaz/IPS
La olla popular en Cerro Poty Crédito: Natalia Ruiz Díaz/IPS
Ha crecido en las últimas décadas la presencia de indígenas pobres en las calles de Asunción y de ciudades del departamento Central, convertidas en receptoras de familias nativas que migran desde zonas rurales.

"Anteve rosêva’ekue la cállepe, semaforope rojerure moneda mitâkuéra ha mba’e. Ko’âga tres meses la ndorojuvei la cállepe" ("Antes salíamos a la calle, en los semáforos pedíamos dinero con nuestros hijos. Ahora, hace tres meses que no salimos más a pedir a la calle"), relató en lengua guaraní a IPS Petrona Ruiz, una de las encargadas de la olla popular de Cerro Poty.

Esta comunidad está ubicada al pie del cerro Lambaré, en la periferia de Asunción, a poca distancia de la rivera del río Paraguay y del vertedero de residuos del municipio capitalino.

El asentamiento se instaló a finales de la década de 1990, con familias del pueblo avá guaraní procedentes el departamento de Canendiyú, en el este. Hoy conviven 28 núcleos familiares originarios de comunidades avá guaraní y mbyá, provenientes de Caaguazú, Guairá, San Pedro, Caazapá y Alto Paraná, en el centro, sur y sudeste.
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Una de las causas de esta migración a zonas urbanas parece ser la expansión de los cultivos de soja.

"Fuimos a ver qué sucede en Canendiyú y nos encontramos con que familias indígenas y campesinas abandonan sus tierras, asfixiadas por el avance del cultivo de soja y el uso de agrotóxicos", dijo a IPS Claudio Rolón, de la Unidad de Atención a la Infancia y Adolescencia Indígena de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (SNNA).

Canendiyú es uno los principales departamentos productores de soja, junto con Alto Paraná y Caaguazú, en el este, e Itapúa, en el sur. Desde la cosecha 1995-1996 este sector creció 191 por ciento, y entre 2003 y 2006, la producción nacional aumento 49 por ciento y la de Canendiyú 80 por ciento.

A fines de 2008, la SNNA inició un programa de acompañamiento de los asentamientos indígenas urbanos del área metropolitana, buscando desalentar la presencia de niños, niñas y adolescentes en las calles.

Entre ellos se encuentra Cerro Poty, 135 personas, de las que 68 por ciento son menores de 17 años. De los 92 niños, niñas y adolescentes censados, 81 mendigaban en la calle, junto con una veintena de madres.

El programa se inició con la instalación de la olla comunitaria y la provisión de un vaso de leche para los menores de cinco años. Paralelamente se impulsaron acciones en cultura, organización y generación de ingresos.

"Nos organizamos en comisiones de mujeres, artesanos, cooperadora escolar y vecinal, y tratamos de ayudarnos todos", dijo a IPS el líder de la comunidad, Silverio Gómez.

Las madres trabajan en la elaboración de alimentos, como la olla popular, y acompañan el cuidado de la huerta comunitaria junto al grupo de niños, adolescentes y jóvenes.

La generación de ingresos se intenta elaborando artesanías en madera.

"Ahora recibimos capacitación y se nos paga por el trabajo que hacemos", explicó Gómez.

La comunidad de Cerro Poty pasó a integrar una red de centros culturales que apoya la labor de artesanos, promovida desde la Secretaría de Cultura. Con la cooperación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) se consiguieron herramientas para facilitar la tarea.

"Se busca fortalecer el trabajo de los artesanos y artesanas, aprovechando el talento y conocimiento de los mbyá y avá guaraní en el tallado de madera", explicó Adriana Closs, directora de comunicación de la SNNA.

La materia prima es madera balsa, en la que se tallan figuras de animales. Las artesanas producen artículos de bisutería y reciben capacitación para confeccionar tejidos.

El programa se ocupa de la exposición de los productos en espacios de venta.

"La comunidad recuperó esa capacidad de generar sus artesanías y ahora damos el siguiente paso, apoyarlos en la venta", explicó Closs.

Para ello se desarrolló un sitio web con el propósito de ampliar la exhibición y comercialización de los productos nacional e internacional, con información sobre la comunidad.

La experiencia de Cerro Poty se está replicando en otros asentamientos del área metropolitana, algunos con más de 10 años de existencia otros con apenas meses. En total albergan a unas 3.500 personas.

Según la Encuesta de Hogares Indígenas 2008, elaborada por la Dirección General de Encuestas, Estadísticas y Censos, en Paraguay viven 108.308 aborígenes, dos por ciento de la población nacional, y subsisten cinco familias lingüísticas distribuidas en 20 etnias.

Para Rolón, la tarea con los asentamientos contempla las características de organización propias de cada etnia. Se establece un diálogo entre la institución pública y la organización comunitaria, "reconociendo la identidad de cada una de ellas, de sus líderes y su gente".

En Cerro Poty, la olla popular está lista, lejos de los semáforos

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