No es fantasía. En una década, algún país de América del Sur podría contar con una mujer como jefa máxima de sus Fuerzas Armadas, avizoró la experta argentina Mariel Lucero en una entrevista con IPS, durante una visita a la capital de Chile para presentar una ponencia sobre el tema.
En la década de 1970 ingresaron las primeras mujeres a los ejércitos sudamericanos, pero a servicios de enfermería o administración. Luego arribaron a las escuelas de oficiales, explicó Lucero, con una maestría en relaciones internacionales y académica de las universidades de Congreso y Champagnat, en la occidental provincia argentina de Mendoza.
"Desde 2000 en adelante el tema de equidad de género empieza a ser tomado en cuenta en las políticas relacionadas con las Fuerzas Armadas", dijo Lucero, quien destacó la incorporación de las mujeres a las misiones de paz como política promovida por la Organización de las Naciones Unidas.
En Chile, uno de los países latinoamericanos más avanzados en acceso femenino al mundo militar, se sabe que casi 10 por ciento de las Fuerzas Armadas está compuesto por mujeres y en la aviación la proporción sube a 15 por ciento. Pero los cálculos regionales son difíciles por la falta de datos sistematizados, observó a IPS la experta en asuntos de género dentro del estamento castrense en los países sudamericanos.
IPS: ¿Qué presencia tienen hoy las mujeres en las Fuerzas Armadas de América Latina?
MARIEL LUCERO: Depende del país, porque hay una asimetría muy importante que tiene que ver con la década en que la mujer se incorpora a las Fuerzas Armadas. Los primeros países, como Chile, lo hicieron en la década de los 70, y uno de los últimos en Sudamérica fue Ecuador en 2000.
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Lo que es importante a tener en cuenta es que a nivel mundial las mujeres no superan el 30 por ciento. Creo que ese nivel lo encontramos en España. Los países que más han avanzado en equidad de género, no necesariamente en incorporación, en las Fuerzas Armadas, son Argentina, Chile y Uruguay.
IPS: Remarca la diferencia entre incorporación y equidad de género…
ML: Sí, la incorporación es a nivel numérico, mientras que las políticas de género tienen que ver con cómo se incorpora la mujer y cómo se adapta la institución militar, una de las instituciones más masculinas, a la presencia de mujeres.
IPS: ¿Qué tipo de políticas de género se han implementado en esos tres países?
ML: Por ejemplo, respetar la maternidad y las horas de lactancia de los hijos para que éstos no sean obstáculo al ascenso femenino. Uruguay, además, permite que las mujeres sean incorporadas en cualquier fuerza y en cualquier cargo.
IPS: ¿Cómo ha sido este proceso de incorporación de mujeres y de implementación de políticas de género?
ML: Dentro de las instituciones ha habido resistencias y de hecho tanto Argentina como Chile tienen observatorios de la mujer para ver justamente cómo evolucionan estos procesos. A pesar de las resistencias, algunas de las medidas de equidad, que abordan la interrelación del hombre y la mujer, han sido favorables para ambos.
Por ejemplo, en Argentina no podía casarse el personal militar con alguien de mayor jerarquía o perteneciente a otra de las Fuerzas Armadas. Bueno, ahora esto es posible. Otra de las cosas que tiene que ver con la equidad es la aceptación de los hijos extramatrimoniales. Antes (los miembros) podían ser expulsados por ello.
IPS: ¿Qué pasa con el resto de los países?
ML: No hay mucha información. Algo que se está trabajando es el acoso sexual, uno de los temas más difíciles de manejar para estas instituciones. Ha pasado a considerarse una sanción militar específica, aparte de las sanciones generales que contemple para estos casos el Estado.
IPS: ¿Hay funciones vetadas para las mujeres?
ML: Las de combate. Uruguay y Venezuela permiten el ingreso a todas las funciones.
IPS: ¿Qué argumentos se esgrime para prohibir la participación femenina en el combate?
ML: Eso es un debate internacional, que tiene que ver con un modelo de dominación masculina que ve a la mujer como alguien vulnerable a ser protegido. Y bajo ese concepto le restringen la posibilidad de tomar sus propias decisiones.
IPS: Hay grupos feministas que se oponen a la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas por ser antimilitaristas. ¿Cuál es su visión al respecto?
ML: La opuesta. Estoy a favor de la participación igualitaria dentro de las fuerzas militares. Nadie obliga a la mujer, pero una vez que ellas eligen ingresar está en ellas decidir, está en el principio de la equidad en los derechos.
IPS: ¿Cuándo podríamos ver a una mujer como jefa máxima de las Fuerzas Armadas?
ML: Eso tiene que ver con la permanencia femenina en la propia institución, principalmente.
Pero, sí, creo que en una década podría llegar a verse. Como el ascenso en la carrera militar tiene que ver con tiempos específicos hay que esperar que se den esos tiempos.
IPS: ¿Las mujeres pueden aportar valores distintos dentro de las Fuerzas Armadas?
ML: No creo. Por ahí hay una visión que plantea que la mujer tiene algunos valores distintos asociados a la paz o a la negociación. Yo creo que una mujer que participa en la defensa, más allá de la valoración que tenga la institución militar de la importancia de la guerra o la paz, no creo que esté específicamente más a favor de la paz que el hombre.
Asociar a la mujer con valores de paz no es correcto. Creo que los valores son generales. Me parece que estos cambios en la institución militar tienen que ver con cambios que se han producido en el sistema internacional, no específicamente con la presencia de la mujer en ella.
IPS: ¿Qué sucede con los gays y lesbianas? ¿Hay reglamentaciones específicas que permitan su presencia en las Fuerzas Armadas sudamericanas?
ML: Existe algo novedoso en que el presidente Tabaré Vázquez (de Uruguay) haya promovido un decreto hace dos meses, que permite el ingreso de gays y lesbianas declarados a las Fuerzas Armadas, para finalizar con este discurso discriminatorio dentro de las propias instituciones militares.
El presidente Fernando Lugo (de Paraguay) dijo que pensaba hacer lo mismo. El tema es si se implementa o no.
Pero el hecho es que en la mayoría de los países existen sanciones disciplinarias internas, específicamente militares, que castigan la homosexualidad.
IPS: ¿Qué rol han jugado las ministras de Defensa en América del Sur?
ML: Esto ha sido un elemento interesante como impulso de políticas de género dentro de las Fuerzas Armadas y de buenas relaciones en seguridad y defensa con otros países de la región. En particular hablo de lo sucedido en Argentina con Nilda Garré, en Chile con la actual presidenta, Michelle Bachelet, y con Vivianne Blanlot, y en Uruguay con Azucena Berrutti. Si bien las últimas tres ya no dirigen las carteras de Defensa, su presencia contribuyó a estas políticas de género. Y cuando hablo de políticas de género, más allá de medidas específicas que tengan que ver con lo familiar, con lo matrimonial o con los hijos, hablo de la incorporación de una educación militar orientada a los derechos humanos y una transparencia en las políticas de defensa.