DANZA-BAHREIN: Todo por una pasión

Cambiar de nombre, romper vínculos familiares y de pareja y mudarse a otra ciudad fue el costo que debió pagar Tufaha para poder cumplir su sueño. La danza del vientre, también conocida como raqs sharqi en los países del Golfo Pérsico o Arábigo, es una pasión para esta bailarina bahreiní de 24 años.

Tufaha Crédito: Aymen Shakal/IPS
Tufaha Crédito: Aymen Shakal/IPS
Con muchas solicitudes para actuar en bodas, Tufaha (manzana, en árabe) hace más dinero en una hora que muchas personas en un mes. "Quiero tener mi propia academia de baile", señaló decidida, y que "otras jóvenes cumplan su sueño".

La joven bailarina conversó con IPS sobre sus logros y los obstáculos que debió superar para poder dedicarse a su pasión.

IPS: ¿Cómo comenzó? ¿Cuál fue la reacción de su familia?

TUFAHA: Soy bailarina innata. Empecé de niña y se volvió más serio cuando cumplí 15 años y comencé a bailar en casamientos.

Al principio no hubo problema porque mi familia pensaba que bailaba sólo en bodas de parientes. El problema comenzó cuando se dieron cuenta de que me contrataban para actuar en casamientos de extraños. Mis padres no querían que su hija se dedicara a la danza del vientre. No lograron aceptarlo y me tuve que ir de casa.
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En cuanto a la sociedad, no le doy mucha importancia porque no hago nada malo. La gente tiene que aceptar que las bailarinas son artistas y no son seres malignos.

IPS: Si no le da vergüenza, ¿por qué no quiere revelar su nombre verdadero?

T: Tufaha es un apodo de la infancia elegido por mí. Dejé de usar mi nombre verdadero para respetar la decisión de mi familia y evitar que me asociaran con ellos en caso de tener que lidiar con alguna dificultad por cuestionar ideas equivocadas.

IPS: ¿A qué cosas debió renunciar por perseguir su sueño?

T: La calidez del hogar. Tuve que abandonar a mi madre mayor para evitarle problemas cuando llegaba tarde en la noche después de actuar. También a otros familiares, a mis hermanas.

Dejar a mi novio con quien hacía años que estaba fue otro sacrificio. Lo llevé a todos los casamientos para que comprendiera que sólo bailo para entretener y nada más. Insistió en que para casarnos tenía que dejar la danza y le respondí que "no".

IPS: ¿Tienes la conciencia tranquila de estar viviendo sola en un apartamento?

T: Al principio no, cuando vivía en Manama. Algunas noches no podía dormir porque venían hombres a molestarme. Muchos de ellos me seguían después de las fiestas hasta mi apartamento para decirme cosas. Decidí marcharme cuando algunos de ellos trataron de entrar a la fuerza.

Me mudé a una ciudad más conservadora en la que los acosadores van a pensar dos veces antes de hostigarme porque saben que su actitud no será tolerada.

Ahora mantengo un perfil bajo y uso velo para evitar llamar la atención. No quiero mudarme, me siento segura. No creo que la comunidad sepa que soy Tufaha, la bailarina del vientre, y quiero que las cosas se mantengan así por mucho tiempo.

IPS: ¿Vale la pena tanto sacrificio desde el punto de vista económico?

T: No es una cuestión de dinero, aunque cobro unos 660 dólares la hora, lo que mucha gente gana en un mes. Es mi pasión lo que me lleva a enfrentar los obstáculos y a querer allanar el camino para otras jóvenes con el mismo sueño.

IPS: ¿Cómo reacciona el público ante su actuación, en especial las mujeres?

T: Al público le gusta la danza, las mujeres no son la excepción, por eso sigo actuando en bodas en Bahrein y en otros países del Golfo.

Nunca tuve problemas de acoso en los casamientos porque los invitados van a divertirse y nadie quiere arruinar una fiesta que tenga una bailarina del vientre.

IPS: ¿Cuál es su próximo objetivo?

T: Quiero fundar mi propia academia de baile para promover la danza como la mejor manera de estar en forma y ser saludable. También quiero ser actriz y bailar en la televisión. No voy a dejar de bailar ni a los 40 ni a los 50 años.

IPS: ¿Qué siente al ser la primera bailarina del vientre de Bahrein?

T: Estoy orgullosa y espero que me recuerden como alguien que cambió una idea falsa acerca de la danza y defendió el derecho de las mujeres a vivir su vida en función de sus necesidades y aspiraciones.

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