Grupos de ciudadanos emprendieron una campaña para que en las elecciones de julio en México se sufrague por candidatos ficticios como Esperanza Marchita o Papanatas. Uno de sus lemas es que «Para políticos nulos, votos nulos».
Escribir en la boleta de votación un nombre no registrado, una frase de protesta o simplemente hacer un rayón equivale a anular el voto. En el sistema electoral mexicano este tipo de sufragio se contabiliza, pero no altera el resultado pues los ganadores y perdedores se definen entre los llamados votos válidos.
"Cierto que no cambiaremos el resultado, pero siendo el voto una de las armas que tenemos, vamos a usarlo para expresar nuestro rechazo hacia los políticos", dijo a IPS Alberto Serdán, coordinador de proyectos de la no gubernamental y capitalina Propuesta Cívica, uno de los grupos que sugiere sufragar por Esperanza Marchita.
Votar nulo o en blanco el 5 julio, cuando se elegirán 1.128 cargos estaduales entre gobernadores, diputados locales y alcaldes, además de 500 legisladores nacionales, fue una idea expresada inicialmente en febrero por algunos ciudadanos en blogs y redes sociales de Internet como Facebook, Hi5 y MySapace y a través de videos en YouTube.
La postura parece haber prendido en una buena parte de la población al estar en línea con la insatisfacción social que hay, según lo indican diversas encuestas, respecto del desempeño de los partidos políticos, que son financiados con dinero del Estado.
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A fines de mayo y comienzos de este mes varios grupos lanzaron campañas abiertas por el voto nulo, entre ellos Propuesta Cívica. La intención pregonada es no abstenerse sino acudir a las urnas y expresar su malestar a través de la boleta.
Este año, arrastrado por la crisis económica mundial, México sufrirá una contracción económica que los analistas calculan será de cuatro a nueve por ciento y que dejará unos 500.000 o más desempleados.
Pero los partidos no la sufrirán, pues de acuerdo al presupuesto del Estado aprobado por el parlamento tendrán un financiamiento anual de unos 260 millones de dólares. De ese monto, una cuarta parte financia sus actuales gastos electorales.
Conocidos columnistas y académicos apoyan la postura de votar nulo como el historiador Lorenzo Meyer y el politólogo Sergio Aguayo, ambos del Colegio de México, y el investigador José Antonio Crespo del Centro de Investigación y Docencia Académicas (CIDE).
No se trata de una campaña centralizada, sino de un conjunto de voces que confluyen en el mismo objetivo.
"Hemos marcado una agenda de rechazo hacia los políticos y cada vez somos más", señaló Serdán, de Propuesta Cívica.
Mientras los partidos políticos bombardean a la población con propaganda en los medios de comunicación y pintan calles y plazas con miles de pancartas y banderines, el voto nulo se promueve a través de mensajes en Internet y columnas de opinión en los medios de comunicación.
Los partidos políticos y las autoridades del Instituto Federal Electoral (IFE) cerraron filas contra este creciente movimiento, que a su entender no abona a la democracia.
"Esa es una posición reaccionaria, lo que estamos haciendo es un movimiento por la democracia y para exigir cuentas a los partidos", respondió Serdán.
La Iglesia Católica y varios analistas consideran que anular el voto o abstenerse no contribuye al modelo de democracia y argumentan que esa actitud es inútil, pues los que sí voten definirán por sí solos a los ganadores.
Además, recuerdan que el abultado financiamiento público que reciben los paridos se calcula con base a los votos válidos, que resultan de eliminar del total emitido los nulos y blancos. Cada agrupación recibe cantidades mayores o menores de dinero dependiendo de qué porcentaje de votos alcanzó.
Según Serdán, la anulación es un paso inicial que debe seguir con movilizaciones sociales y propuestas de cambio efectivas.
Anular el voto equivale a cero y sumar ceros da cero, declaró Jorge Alcocer, politólogo que dirige la revista Voz y Voto.
Para María Amparo Casar, del CIDE, si bien el voto nulo pude tener un valor testimonial, no es eficaz. "¿Realmente creemos que la anulación del voto de un 10 por ciento de los electores va a provocar en los partidos políticos un acto de contrición? No", sostuvo.
El ex presidente del IFE José Woldenberg también está en desacuerdo. Si lo que se desea es reclamar cambios, sería mejor generar debates, movimientos y foros y no anular el voto, pues tal postura deja que otros decidan quiénes serán las nuevas autoridades.
Luis Ugalde, también ex presidente del Instituto, consideró lo contrario, pues, si los ciudadanos no encuentran candidatos y partidos adecuados, tienen todo el derecho a anular el voto. "El movimiento que se ha generado por votar nulo tiene la gran virtud de que ha marcado una agenda de protesta, una agenda que exige cambios", expresó.
Una encuesta nacional del diario capitalino Reforma realizada a 1.559 ciudadanos entre el 22 y 24 de mayo indicó que 10 por ciento de los entrevistados considera la posibilidad de anular su voto el 5 de julio por no sentirse satisfecho con ninguno de los partidos políticos.
Ese mismo sondeo, señala que 37 por ciento de los que sí votarían lo harán por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México de 1929 a 2000, 31 por ciento por el gobernante y conservador Partido Acción Nacional (PAN), y 16 por ciento por el izquierdista Partido de la Revolución Democrática.
El resto de votos se repartirían en forma descendente entre los pequeños Verde Ecologista, Del Trabajo, Convergencia, Nueva Alianza y el Partido Socialdemócrata.
En México, donde acudir a votar no es obligatorio, el porcentaje de sufragios que fueron anulados en las elecciones locales y presidenciales realizadas entre 1991 y 2006 osciló entre un máximo de 4,83 y un mínimo de 2,32 por ciento.
Llegar en julio a 10 por ciento de votos nulos obligaría a los partidos políticos a revisar el sistema y a realizar reformas para permitir la reelección de legisladores, definir un sistema de rendición de cuentas legislativo, permitir candidatos independientes y bajar el financiamiento público, indica Propuesta Cívica.
Todas las encuestas coinciden en que hay un marcado desinterés ciudadano frente a las elecciones de este año y que a ese tenor es muy probable que el día de las votaciones acudan menos de 35 por ciento de los 77,4 millones de ciudadano habilitados para sufragar.
En los procesos electorales de medio período presidencial realizados en 1991, 1997 y 2003, el abstencionismo se ubicó en 34, 42,9 y 58,8 por ciento respectivamente, indican cifras del IFE.
En las elecciones presidenciales esos porcentajes fueron algo más bajos. En 2004, cuando ganó Ernesto Zedillo del PRI, el abstencionismo fue de 24,1 por ciento, en 2000, cuando triunfó Vicente Fox del PAN, fue de 36,7, y en 2006, cuando fue elegido el actual mandatario Felipe Calderón, también del PAN, su ubicó en 42,2.
En las elecciones presidenciales de 2000, la postura casi unitaria de los movimientos sociales y los partidos políticos, excepto el PRI, apuntaba a la necesidad de acercarse a las urnas y votar por alguna opción. Ese año fue derrotado el PRI por primera vez en siete décadas. En 2006 pasó algo similar, pero la izquierda denunció un fraude en contra de su candidato Andrés López Obrador y parte de la población se sintió agraviada. A partir de entonces, las rencillas entre los partidos han ido creciendo, excepto cuando se trata de definir las cantidades de dinero público que los financia.
Entre fines de enero y dos días antes de las elecciones de julio, los partidos habrán emitido en los medios de comunicación más de 23 millones de mensajes de carácter electoral, según cálculos de las autoridades del IFE.
Siete de cada 10 mexicanos tiene poca o nula confianza en los partidos, indica la Encuesta Nacional Sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, realizada entre el 3 y el 28 de noviembre a 4.383 personas por la secretaría (ministerio) de Gobernación (Interior).
Ese estudio señala también que 70 por ciento de la población piensa que en su país las elecciones no son limpias. Sobre el desempeño de los legisladores, sólo uno de cada 10 opina que tales autoridades toman en cuenta los intereses de la población.
El sondeo indica además que uno de cada dos entrevistado cree que México vive en una democracia, pero que uno de cada tres está insatisfecho con la misma.
Los partidos políticos están cada vez más lejos de los ciudadanos por eso es ahora se debe votar por Esperanza Marchita, insistió Serdán.
También está la opción de votar por Papanatas, nombre propuesto por un grupo de ciudadanos de la ciudad norteña de Monterrey.