ESTADOS UNIDOS: Sindicalismo de nuevo tipo

Por todo Estados Unidos, sindicatos locales y centros de derechos laborales, sobre todo de trabajadores inmigrantes, experimentan nuevos caminos de cooperación.

En algunos casos son alianzas organizativas a través de los comités sindicales de cada zona. En otros, suman fuerzas en proyectos para impulsar objetivos comunes.

Los centros de derechos laborales son grupos de base dedicados a prestar protección legal, denunciar infracciones a las normas y promover la organización de trabajadores pobres no sindicalizados. La mayoría son jornaleros e inmigrantes.

Buena parte de la colaboración entre estos centros y los sindicatos se da en el sector de la construcción. Pero en el sur del occidental estado de California, por ejemplo, se han emprendido campañas para organizar a trabajadores de depósitos y lavaderos de automóviles.

"Estamos avanzando. Por lo menos hay diálogo y esfuerzos conjuntos para campañas específicas. Cuantas más iniciativas de este tipo tengamos en el plano nacional, más cerca estaremos de nuestros hermanos y hermanas sindicalistas", dijo Pablo Alvarado, director ejecutivo de la National Day Labour Organising Network (Red Nacional para la Organización de los Jornaleros).
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En Denver, en el central estado de Colorado, por ejemplo, El Centro Humanitario tiene "relaciones muy activas" con el movimiento obrero local, según su directora ejecutiva, Minsun Ji.

Ji perteneció al Sindicato Internacional de Empleados de Servicios. Cuando éste y otras organizaciones obreras llevan a cabo huelgas o campañas, El Centro Humanitario les ofrece lugar en sus oficinas y otras clases de apoyo.

El Centro está en proceso de unirse a la federación sindical de Denver, que agrupa a los sindicatos del área de esa ciudad, y está discutiendo con ella estrategias y políticas organizativas.

Según Ji, su organización tiene buenas relaciones con el sindicato nacional de peones, pero no tanto con los sindicatos de base, que a veces ven a El Centro Humanitario como un competidor.

El sindicato nacional de peones de la construcción de América del Norte (Liuna, por sus siglas en inglés) es uno de los que más participa en acciones con centros de derechos laborales, si bien otras organizaciones sindicales del sector también están actuando en este terreno.

Irónicamente, hace unas décadas el Liuna era más famoso por su íntima relación con la mafia. En 1994, llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos para implantar un sistema de investigaciones internas, con personal reclutado entre ex fiscales y ex funcionarios del Buró Federal de Investigaciones (FBI), a fin de erradicar la influencia mafiosa.

En apenas 15 años, el Liuna se transformó en uno de los sindicatos más progresistas y dinámicos del país. Abandonó la mayor central obrera nacional, la Federación Estadounidense del Trabajo- Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés) por la nueva confederación Change for Win (Cambio para Ganar), y se dedicó de lleno a la sindicalización de diversas fuerzas laborales.

La mayoría de los sindicatos de la construcción de este país mantienen el viejo estilo organizativo, y fueron puntales de la AFL. En los años 30, el sindicalismo que empleaba tácticas como huelgas y sentadas inundó los títulos de prensa y creó organizaciones poderosas, como la United Auto Workers y una nueva federación, el CIO.

Entre los sindicatos de la construcción son toda una tradición las disputas por áreas de competencia. Esto se debe a que cada oficio, como carpintería, albañilería, trabajo eléctrico o plomería, cuida su territorio de las incursiones de otras organizaciones.

El Liuna organiza a los obreros no calificados, los peones que cargan ladrillos y argamasa y los ayudantes de albañiles.

Es raro que la construcción de viviendas esté sindicalizada. Y la mayoría de los jornaleros de la construcción trabajan solamente en el sector residencial y para los contratistas más pequeños.

Un objetivo importante del Liuna, al cual los centros de derechos laborales podrían aportar un buen número de trabajadores, es llevar la sindicalización a los constructores y contratistas más grandes del sector de la vivienda.

Los salarios que consiga el Liuna para el rubro residencial serán de alrededor de 75 por ciento de los de la construcción pesada, rubro en el que actualmente trabajan casi todos sus afiliados, pronosticó Dale Cannon, administrador y tesorero del Local 242 del sindicato en Seattle, en el noroccidental estado de Washington.

Aunque a la mayoría de los actuales afiliados del Liuna no les resulte atractivo pasar a la construcción residencial, la sindicalización sí será un incentivo grande para muchos jornaleros, que perciben salarios muy inferiores.

En el área de Nueva York, la profesora de estudios laborales Janice Fine, de la Universidad Rutgers, está entusiasmada con las perspectivas del Local 55 del Liuna en New Brunswick, Nueva Jersey.

La gente del Local 55 se unió al centro de derechos laborales New Labour. "De momento la economía vuelve las cosas difíciles, pero es muy importante que esto funcione", dijo Fine.

Los trabajadores del Liuna y de otros sindicatos de la construcción también han puesto la mira en los empleos "verdes", esperando aprovechar proyectos generados por el plan de estímulo del gobierno de Barack Obama para expandir sus fuentes laborales.

En Austin, en el meridional estado de Texas, los jornaleros trabajan con la Hermandad Internacional de Trabajadores Eléctricos para realizar encuestar a los obreros de la construcción y saber si reciben los salarios comprometidos.

Alvarado citó el caso de un subcontratista de Los Ángeles que no pagó a unos 100 jornaleros alrededor de 100.000 dólares de salarios. El Sindicato de Pintores había organizado a los trabajadores de la firma, y ayudó a los centros de derechos laborales a contratar a un abogado y reclamar lo adeudado.

Los jornaleros también se han incorporado a sindicatos locales para controlar que se respeten las normas laborales en las obras de constructores inescrupulosos.

Más allá de la construcción, otros sindicatos suman esfuerzos con centros de derechos laborales.

La campaña sobre los lavaderos de automóviles de Los Ángeles, llevada a cabo por la Community Labour Environmental Action Network (Clean, por sus siglas en inglés, Red de Acción Comunidad, Trabajo y Ambiente), busca mediante negociación colectiva elevar la calidad de vida de los trabajadores de esas empresas, que cobran salarios bajos y son sobre todo inmigrantes.

Clean también ha reunido apoyo de numerosas entidades comunitarias, e impulsó al gobierno de la ciudad a presentar cargos penales contra algunos lavaderos por violaciones de leyes laborales, robo e intimidación de testigos.

También en California pero más hacia el este, en Riverside, los sindicatos de Change for Win organizan en conjunto a jornaleros y trabajadores de depósitos, porque los segundos suelen depender de la contratación por jornal cuando pierden sus empleos de tiempo completo.

En Chicago, la Working Hands Legal Clinic, que representa a varios centros de derechos laborales, colabora con una red de sindicatos y con la oficina del fiscal general del estado de Illinois para hacer cumplir las leyes.

Según Ana Avendaño, consejera general adjunta de AFL-CIO, se trata de capacitar a los trabajadores para que informen y promuevan en sus propias comunidades las leyes laborales, a fin de exponer a los "contratistas sórdidos" que las violan.

* El autor fue miembro de los sindicatos de base Local 242 y Local 541 del Liuna entre 1977 y 1983.

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