La incapacidad de los políticos para separar los asuntos nacionales de los regionales y para contrarrestar el desprestigio de las instituciones multilaterales explica, según expertos, la baja participación en las elecciones al Parlamento Europeo de los ciudadanos del este del continente.
Las consecuencias de la crisis económica en la región y la falta de información sobre el funcionamiento del Parlamento Europeo desalentaron la concurrencia a las urnas o hicieron que la gente se inclinara por pequeños partidos extremistas, en protesta contra sus gobiernos.
La participación de la ciudadanía en las elecciones realizadas de jueves a domingo en los 27 países miembro de la Unión Europea (UE) fue la más baja de su historia y terminó con un giro a la derecha.
Según datos de este martes, los grupos más votados fueron el centroderechista Partido Popular Europeo (PPE), que se aseguró 264 de los 736 europarlamentarios. En segundo lugar quedó el Partido Socialista Europeo (PSE) con 162 representantes.
Europa oriental no se apartó de la tendencia. En Eslovaquia votaron 19 por ciento de los habilitados a sufragar, la menor concurrencia a las urnas en la región. En Lituana fueron 20,5 por ciento y en Polonia, 24 por ciento.
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"Los políticos son los principales responsables del resultado electoral. Fueron incapaces de difundir información sobre el Parlamento Europeo y otros asuntos" de interés para el bloque, dijo a IPS Grigoriy Meseznikov, del Instituto de Asuntos públicos de Bratsilava.
En República Checa, 28 por ciento de los habilitados emitieron su voto, en Hungría, 36 por ciento, por debajo del 38 por ciento que participó en las elecciones de 2004.
Hace tiempo que los ciudadanos de Europa oriental consideran que el Parlamento Europeo, y en general las instituciones de la Unión Europea (UE), son órganos lejanos e inútiles, donde los políticos ganan salarios generosos.
El sueldo de un europarlamentario asciende a 7.000 euros (alrededor de 9.700 dólares) al mes durante los cinco años de mandato, además de otros importantes gastos que deben costear los contribuyentes.
Los candidatos no hicieron nada en las campañas electorales para modificar esa percepción, según analistas.
"La gente no cree que instituciones como el Parlamento Europeo vayan a cambiar gran cosa en sus vidas", dijo a IPS Nils Muiznieks, director de Instituto Avanzado de Investigación Política y Social, de Riga.
"Algunas personas creen que es un club de políticos bien pagados y que Letonia no gana mucho con las instituciones europeas", apuntó. "No hubo mucho debate público durante la campaña. No se entiende bien de qué se trata, qué hace ni cuáles son sus responsabilidades."
Algunos analistas atribuyen la situación a la falta de contacto entre los europarlamentarios y la gente, propiciada por la distancia que existe entre su lugar de residencia y las sedes de Parlamento Europeo (Estrasburgo, Bruselas y Luxemburgo). Eso los lleva a sentir que no tienen mucho que ver con ellos.
"Muchas personas en Hungría y en Europa oriental sienten que las instituciones europeas están lejos. No entienden para qué sirven ni cómo funcionan. Creen que el Parlamento Europeo y los eurodiputados no tienen mucho que ver con su vida cotidiana", señaló Peter Kreko, del grupo de estudio Capital Político, de Budapest.
El Parlamento Europeo comenzó a funcionar con un mandato limitado. Pero desde las primeras elecciones en 1979, cuando votaron 62 por ciento de los habilitados, sus facultades se ampliaron y ahora examina más de dos de cada tres leyes de la UE, relativas a asuntos de economía, transporte, derechos de los trabajadores, comunicaciones, ambiente e inmigración.
En algunos países de Europa oriental, la campaña electoral se centró en cuestiones internas más que en asuntos del bloque. Eso llevó a que la gente se desilusionara de la política en general, según encuestas realizadas antes de las elecciones de la semana pasada.
Muchos polacos dijeron que la campaña terminó siendo un intercambio de críticas entre los partidos locales, según la prensa de ese país, en vez de propiciar un debate sobre cuestiones como el uso de fondos de la UE y la aplicación de la legislación europea.
Dos de cada tres polacos entrevistados para un estudio divulgado a fines de mayo por la Fundación de Estudios Futuros, con sede en Alemania, piensan que los políticos les mienten, en tanto la mitad de los encuestados dijeron estar desilusionados con los partidos.
"El hecho de que los asuntos internos se hayan colado en la campaña tuvo su expresión en la votación. Los resultados fueron más un reflejo de las coyunturas locales que de la situación europea", dijo Meseznikov a IPS.
"El mensaje para los políticos es que tienen que dar mayor visibilidad a la política europea", añadió.
Pero el resultado electoral también se vio muy influido por la crisis económica, según los analistas.
Europa oriental se vio especialmente golpeada por la crisis. Países como Hungría, Letonia y Rumania debieron pedir asistencia al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Eso llevó a que aumentaran las opiniones negativas de instituciones políticas locales e internacionales, consideradas incapaces de evitar el descalabro social y económico. Muchos de los partidos que gobiernan los países de esta región tuvieron muy pocos votos.
Muchas agrupaciones populistas de extrema derecha, que acusan a los inmigrantes y a otras minorías de dejar sin trabajo a los ciudadanos y de agotar el sistema de bienestar, también sostienen que las instituciones supranacionales como el Parlamento Europeo socavan la soberanía de los estados.
Esas agrupaciones recibieron muchos votos a raíz del desencanto de la gente con la política.
Los partidos políticos radicales de Europa oriental recibieron muchos votos. El extremista Jobbik, de Hungría, tuvo 14 por ciento de los votos que le permitirán ocupar tres asientos en el Parlamento Europeo.
El Partido Nacional Eslovaco obtuvo su primer escaño y, en Rumania, la agrupación de extrema derecha PRM se quedó con dos asientos. En Bulgaria, el partido xenófobo antieuropeo Ataka recibió 11 por ciento de los votos.
Las consecuencias de este giro a la derecha es que el discurso de los eurodiputados puede volverse más polémico, y el Parlamento continental puede llegar a oficiar de plataforma pública para los debates de extrema derecha, según los analistas.
"Los partidos radicales de extrema derecha lograron fortalecer sus posiciones", indicó Meseznikov. Pero "son muy diferentes y es poco probable que tengan un peso numérico o que logren unirse como para incidir en los procesos de decisión."
"Pero sí cabe esperar que hayan declaraciones y discursos mucho más polémicos. Eso puede influir en el pensamiento derechista y pueden llegar a lograr adeptos", añadió.