LÍBANO: Mapa de influencias rumbo a los comicios

Cuatro millones de ciudadanos libaneses votarán el 7 de junio en elecciones parlamentarias donde se prevé un buen desempeño de una facción favorable al movimiento chiita prosirio Hezbolá (Partido de Dios).

El 29 de abril, un juez del Tribunal Especial para Líbano, con sede en La Haya, ordenó que ese país liberara a cuatro generales presos desde 2005 bajo sospecha de haber participado en el asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri, en febrero de ese año.

La orden del juez Daniel Fransen planteó nuevas preguntas sobre el curso que puede seguir el recién inaugurado Tribunal Especial. También causó júbilo entre los libaneses que antes desconfiaban de esa entidad judicial, temiendo que estuviera embarcada en una casa de brujas respaldada por Estados Unidos contra Siria y todos sus aliados en Líbano.

Desde que obtuvo su independencia, en 1943, Líbano ha sido un campo de batalla en el que han competido potencias regionales e internacionales más fuertes.

El 26 de abril, la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Clinton, realizó un breve pasaje por Beirut. Aunque afirmó que su viaje era estrictamente no político, visitó la tumba de Hariri, enviando una potente señal de apoyo a los políticos anti-sirios del país.
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En una breve conferencia de prensa que brindó a su paso por la ciudad, Clinton emitió una dura amenaza contra la intervención extranjera en las elecciones libanesas, aparentemente sin darse cuenta de la ironía implícita en esa posición.

Algunos occidentales elogian a Líbano por ser la democracia más antigua del mundo árabe. Sin embargo, el sistema político de ese país todavía está basado en la división de los votantes y los candidatos según la denominación religiosa que cada uno heredó de su padre o madre, tal como figura en su cédula de identidad.

Los libaneses llaman a este sistema "confesionalismo". El mismo confiere a los votos de algunos libaneses —especialmente los cristianos, que constituyen una minoría— mucho más peso que a los de los otros. Esto ha ayudado a perpetuar una forma de feudalismo político en que los votantes tienden a ser influidos mucho más por su lealtad a los clanes que por los programas políticos de los candidatos.

Durante muchos años, esto también desalentó el surgimiento de algo parecido a los partidos políticos modernos. Miradas de cerca, muchas agrupaciones que parecían serlo resultaron fachadas para redes clánicas o feudales a la vieja usanza.

Varios analistas han señalado que la entidad libanesa que se parece más a un partido político es Hezbolá.

El movimiento fue creado en los años 80 a partir de redes que resistían activamente a las fuerzas israelíes que habían ocupado el sur de Líbano en 1982.

Israel y Estados Unidos lo consideran únicamente una organización terrorista, pero Hezbolá ha competido en las elecciones libanesas desde 1992, y siempre ha tenido un buen desempeño. En ocasiones, como ahora, también ha estado representado en el gobierno.

En 2000, el movimiento logró su objetivo de expulsar a Israel del país, obteniendo por esto mucho apoyo de los libaneses de todas las religiones.

Pero como Israel seguía ocupando la pequeña área de las Granjas de Shebaa, se mantuvo en armas. Israel sostiene que Shebaa es parte de Siria y no de Líbano.

A pesar del repliegue israelí en 2000, soldados sirios seguían en el norte y centro de Líbano. La presencia militar siria comenzó en 1976, por invitación del gobierno libanés de entonces y con el respaldo de Estados Unidos e Israel.

Después de 2000, Siria, Hezbolá y sus otros aliados eran bastante poderosos en Líbano. Rafiq Hariri era el primer ministro y mantenía buenas relaciones con Damasco. Hariri era musulmán sunita, como deben serlo todos los primeros ministros libaneses.

En 2004 tuvo un enfrentamiento con Damasco y renunció a su puesto. En febrero de 2005 fue asesinado en un atentado con coche bomba del que su hijo Saad y los sauditas culparon al gobierno sirio.

Un mes después del asesinato, cerca de un millón de libaneses se congregaron, en su mayoría pacíficamente, para manifestarse contra Siria en el centro de Beirut. Esa protesta generó el movimiento "14 de marzo" (M-14), que recibió mucho apoyo de Arabia Saudita y Estados Unidos. Tuvo tanto éxito que en el plazo de semanas las tropas sirias abandonaron completamente territorio libanés.

En las elecciones de junio de 2005, el M-14 obtuvo 72 de los 128 escaños parlamentarios. Pero Hezbolá y sus aliados todavía tenían 35.

Las facciones fuertemente contrarias al Hezbolá dentro del M-14 fueron incapaces de persuadir al gobierno para que reclamara al movimiento un completo desarme, en especial porque Israel continuaba violando el espacio aéreo libanés y mantenía varios prisioneros libaneses capturados durante dos décadas de ocupación.

En julio de 2006, miembros de Hezbolá cruzaron a territorio israelí. De un grupo de 10 soldados israelíes que patrullaban la frontera, mataron a ocho y secuestraron a dos, para intercambiarlos por los detenidos libaneses. En julio de 2008, los dos israelíes —Ehud Goldwasser y Eldad Regev— fueron entregados, también muertos, como parte de un canje de prisioneros.

Con un apoyo considerable de Washington, Israel respondió con un feroz ataque de 33 días, no sólo contra Hezbolá sino también contra muchas instalaciones civiles vitales para Líbano.

Los dirigentes israelíes dijeron que su objetivo era volver a la población libanesa contra Hezbolá y obligar al gobierno a desarmarlo. Pero, lejos de repudiar al movimiento chiita, los ciudadanos libaneses de todas las religiones lo apoyaron. Israel se vio forzado a un cese del fuego que implicaba casi las mismas condiciones existentes previas a la guerra.

Hezbolá resurgió ensangrentado pero orgulloso de la guerra de 2006. Sin embargo, el M-14 todavía controlaba el gobierno.

En la primavera boreal de 2008, el gobierno intentó poner fin a un histórico acuerdo por el cual Hezbolá obtenía datos de las cámaras de vigilancia del aeropuerto de Beirut. La organización envió a sus miembros a protestar a las calles de la capital y estallaron serios enfrentamientos entre los chiitas que la apoyaban y los sunitas que respaldaban a Saad Hariri.

El emir de Qatar convocó a los jefes políticos de Líbano, mediando en una nueva fórmula de gobierno que se conoció como el Acuerdo de Doha. Bajo esa fórmula, el bloque pro-Hezbolá, que incluye a cantidades significativas de parlamentarios cristianos, obtuvo 11 de los 30 puestos del gabinete. Los participantes también lograron un acuerdo para designar al nuevo presidente Michel Suleiman.

El arreglo previo en el aeropuerto de Beirut sigue en pie.

Aún con una presencia más fuerte de Hezbolá en el gobierno, Estados Unidos continuó brindando asistencia a Líbano, incluida la militar.

A partir de 2004, Líbano experimentó los efectos de la ruptura de relaciones entre Arabia Saudita y Siria. Esa relación había sido fuerte durante muchos años, pese a la histórica alianza paralela de Siria con Irán.

Así, Líbano también se volvió casi un polvorín donde las tensiones entre chiitas y sunitas amenazaban con estallar —como en Iraq— en luchas abiertas.

Sin embargo, en los últimos meses, los sauditas y los sirios han hecho mucho por enmendar su relación. Por ahora, la escena parece armada para las elecciones de junio. Se espera que el bloque "8 de marzo" (M-8), pro-Hezbolá, tenga un buen desempeño, y que incluso pueda ganar.

* Helena Cobban es una veterana analista de temas de Medio Oriente. Publica su blog en www.JustWorldNews.org.

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