La escasez de incentivos a la actividad pecuaria y la larga sequía en curso provocan una pronunciada caída en la producción de la carne vacuna en Argentina. Ganaderos y analistas advierten que en 2010 puede no haber saldo exportable y hasta quizás sea necesario importar.
La carne vacuna argentina, reina de los mercados mundiales en la primera mitad del siglo XX, perdió ese privilegio en la lista de los principales exportadores en 1971 y quedó relegada a un tercer lugar detrás de Australia y Nueza Zelanda, que dieron un salto en la calidad.
En los últimos años crecieron otros países como los vecinos Uruguay y en especial Brasil, que ahora lidera la lista de mayores exportadores de este alimento en el mundo.
Argentina había logrado en la última década una recuperación sostenida de su stock de animales de la mano de la mejora de los precios internacionales, pero medidas aplicadas desde 2006 por el gobierno con la intención de evitar un aumento desmesurado del valor del producto en el mercado interno llevaron a una merma en la faena que el último año se agravó con la seca.
La producción de carne vacuna, base de la cocina tradicional argentina, pasará del estimado de 3,1 millones de toneladas proyectado para este año a una 2,6 millones en 2010, según estimaciones. Las únicas voces que desestiman la necesidad de importar al parecer son las que, a su vez, vaticinan una merma en la demanda interna por el posible aumento del precio.
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La cámara de empresas frigoríficas, como se les llama a los procesadores de carne en este país, admitieron en los últimos días la posibilidad de que no sea necesario finalmente importar este alimento porque la demanda caerá en función del aumento inevitable, según indicaron, de los precios de la mano de la merma de la oferta.
Argentina es el primer consumidor de carne vacuna del mundo, con casi 70 kilogramos por habitante al año, pero ese promedio puede bajar por el encarecimiento del producto en los hogares a 55 kilogramos, estiman los empresarios. Toda una prueba de fuerza entre el mercado y la pretensión del gobierno de Cristina Fernández de mantener controlados los precios internos.
"Estamos en una situación verdaderamente crítica", dijo a IPS el ingeniero agrónomo Alberto de las Carreras, experto en comercio internacional y autor del estudio "La aftosa en Argentina" entre otros libros de investigación. "Y la principal causa de estos problemas está en la política agropecuaria" del gobierno, cuestionó.
Por su parte, Néstor Roulet, dirigente de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), explicó a IPS que el sector agropecuario está en un proceso indeseado de liquidación de terneros que comenzó en 2006 por falta de estímulo a la producción.
Esta asociación de productores agropecuarios, que dice reunir a 109.000 de ellos y que mantiene un fuerte enfrentamiento con el gobierno centroizquierdista, difundió este mes un informe en el que estima que las pérdidas acumuladas por el sector superan los 14.500 millones de pesos" (unos 3.800 millones de dólares).
Roulet aseguró que para 2010 "tendremos que importar carne" debido a la "mala política ganadera implementada por el gobierno desde 2006".
La preocupación es bien conocida por las autoridades. En un estudio de la Dirección de Mercados Agroalimentarios de circulación restringida se advierte sobre la crítica situación. Las cabezas de ganado vacuno pasarían de 55,3 millones este año a 47,9 millones en 2010 y la producción de carne caerá 14 por ciento, dice el informe.
La investigación tampoco descarta "una posible importación en 2010 para abastecer el mercado local".
En relación a las causas de este fenómeno que se precipitó en un lapso corto, De las Carreras señaló que desde 2006 el gobierno procura limitar las exportaciones por distintas vías, a fin de aumentar la oferta interna de carne y mantener a raya los precios en el mercado doméstico.
Primero fue la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) y luego la de Fernández, su sucesora y esposa, quienes suspendieron periódicamente las exportaciones de carne vacuna o impusieron cuotas.
El organismo de control de las exportaciones obligó posteriormente a las empresas a mantener 75 por ciento de stock para el mercado interno, y se demora 30 días para conceder licencias de exportación de carnes, un plazo sin precedentes para un producto perecedero según los que conocen el mercado.
Kirchner y Fernández establecieron una férrea política de precios "sugeridos", pero en los hechos la modalidad opera como una política de precios máximos, explicó el ingeniero. "Hay gran presión de la Secretaría de Comercio, que todas las semanas recibe a las empresas con los precios sugeridos", dijo.
Así, una leve expansión del stock ganadero que había comenzado a registrarse a comienzos de la última década, se estancó en 2006. La cantidad de animales comenzó a decrecer a partir del año siguiente. Las exportaciones cayeron de 770.000 toneladas en 2004 a 425.000 toneladas en 2008, y este año la caída se prevé mayor.
Una variable clave para proyectar el futuro de la ganadería es la llamada "faena de vientres", según los expertos. Para asegurar la reproducción vacuna se faenan principalmente machos y no más de 45 por ciento de hembras. Pero desde 2006, ese indicador sube y actualmente está en 55 por ciento.
"Estamos liquidando las hembras", alertó Roulet. "Como el gobierno trabó la exportación se incentivó la producción de novillos livianos en lugar de pesados, y como ese tipo de animal produce menos carne, para satisfacer la demanda interna los productores echan mano a hembras y terneros", advirtió.
Es que la ganadería, ante esta situación de contención de precios con trabas a las ventas externas, cedió su lugar en los campos a cultivos mucho más rentables para productores y empresarios agropecuarios, como la soja y otros.
En este contexto, la prolongada sequía del último año, la peor en un siglo, fue el golpe de gracia. Millones de animales se perdieron y el índice de preñez, que aumenta cuando los animales están bien alimentados, "bajó considerablemente", añadió De las Carreras.
"En julio de este año comenzará a verse la reducción de los nacimientos y para el próximo año, si se mantiene el consumo interno en los niveles actuales, habrá que importar, quizás de Brasil y de Uruguay que son los países socios del Mercosur (Mercado Común del Sur, que también integra Paraguay), de donde no habría que pagar aranceles", sostuvo.