Expertos, políticos y activistas ven en la crisis económica el combustible de la «proliferación» en Europa central y oriental de organizaciones y partidos de extrema derecha, algunos de ellos violentos.
Cada vez más y más grupos de ese carácter toman las armas para atacar a comunidades roma (gitanos) y otras minorías étnicas y religiosas. Al mismo tiempo, crece el respaldo de los votantes a los partidos ultraderechistas.
La prueba de fuego, temida por muchos dirigentes políticos, serán las elecciones de miembros del Parlamento Europeo del 7 de junio. Entonces quedará revelada la real popularidad de los partidos políticos extremistas de la región.
Así lo anticipan europarlamentarios como el laborista británico Glyn Ford y el socialista búlgaro Kristian Vigenin, expertos en grupos ultraderechistas, quienes ya prevén una fuerte votación para los partidos que muestran posturas extremistas, neofascistas y antiinmigrantes.
Tanto Ford como Vigenin lo atribuyeron a la creciente insatisfacción del electorado con el manejo de la crisis económica por parte de los partidos políticos tradicionales.
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"La votación de los partidos ultraderechistas en las elecciones de europarlamentarios será una buena evaluación del alcance del fenómeno en Europa oriental y central", dijo a IPS la portavoz de la Red Europea contra el Racismo, Georgina Siklossy.
El fenómeno es especialmente marcado en Hungría y República Checa, explicó Siklossy. "La proliferación del extremismo ultraderechista es un peligro real en tiempos de crisis económica como los actuales", sostuvo la activista.
El crecimiento de esta tendencia ideológica ha sido constante desde la caída de los sistemas comunistas en Europa oriental y central a comienzos de la década del 90, según analistas.
El tradicional odio hacia minorías como los judíos y los roma fue reprimida, al menos en los papeles y en las políticas oficiales, mientras esos regímenes estuvieron vigentes. De todos modos, la naturaleza represiva de esos gobiernos también alentaba la suspicacia hacia los extranjeros.
Cuando cayeron los regímenes comunistas y se consagraron en la región las libertades de expresión y de tránsito, esta suspicacia se mantuvo, pero concentrada sobre los inmigrantes, indican expertos.
"Muchos de estos grupos establecieron contacto con otros similares de países como Alemania", dijo a IPS la portavoz de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional en República Checa, Eva Dobrovolna.
"Con esa inspiración, se profesionalizaron y organizaron", agregó.
La profundidad del problema resulta evidente en los brutales y a menudo mortales ataques contra minorías de toda la región.
En Hungría, siete roma fueron asesinados el año pasado. Dirigentes de esa comunidad han informado sobre frecuentes ataques con bombas incendiarias y armas de fuego.
Una niña de dos años quedó hospitalizada en grave estado, con quemaduras en 80 por ciento de su piel, luego de quedar atrapada en su casa de la localidad checa de Vitkov, cuando una pandilla neonazi arrojó bombas molotov contra ella.
Luego de éste y otros ataques, dirigentes de la comunidad roma urgieron a sus miembros a emigrar en masa de República Checa.
El mismo día del atentado en Vitkov, unos 300 neonazis marcharon en el poblado de Usti nad Labem, en Bohemia septentrional, para celebrar el cumpleaños del alemán Adolf Hitler.
Estaba prevista la participación en esos actos del fundador de la organización racista estadounidense Caballeros del Ku Klux Klan, David Duke, quien fue expulsado del país y declarado persona no grata horas después de llegar a Praga.
En la vecina Eslovaquia, organizaciones de derechos humanos pidieron el mes pasado la renuncia del jefe de la policía, Jan Packa, y del ministro del Interior, Robert Kalinak, tras la aparición de un vídeo en que agentes obligan a niños roma a desnudarse, besarse y golpearse en una celda.
Activistas lo consideraron evidencia de persecución sistemática e institucionalizada de las minorías.
En el este de Alemania, donde muchas regiones sufren una severa depresión económica, los crímenes motivados por el odio racial están en aumento. Los cometidos contra extranjeros en el estado de Sajonia aumentaron 55 por ciento el año pasado, mientras los de carácter antisemita se duplicaron.
Seis mil personas participaron en febrero en la más nutrida protesta contra los inmigrantes de los últimos 20 años en Alemania, convocada por neonazis, en Dresde, donde decenas de miles de personas han perdido su empleo o esperan quedar desocupados en breve.
Organizaciones de derechos humanos de Rusia estiman que los incidentes de violencia ultraderechista llegaron el año pasado a su pico desde la caída del régimen soviético, en 1991.
En diciembre, la Organización Combatiente Nacionalista Rusa golpeó brutalmente y decapitó luego a un tayiko en Moscú. En los días siguientes se celebraron en la propia capital manifestaciones ultraderechistas contra los inmigrantes.
La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea publicó el 22 de abril lo que considera el primer informe exhaustivo sobre discriminación contra inmigrantes y minorías étnicas y sobre crímenes racistas realizado en el bloque.
Cincuenta y cinco por ciento de los inmigrantes y miembros de minorías entrevistados por la Agencia consideraron que la discriminación era generalizada en sus países de residencia, y 37 por ciento aseguraron haberla soportado en los 12 meses anteriores a la consulta.
Doce por ciento de los encuestados dijeron haber sufrido una agresión racista violenta en el último año, pero 80 por ciento de ellos no elevaron la denuncia a la policía porque consideraron que no sería tomada en cuenta.
Mientras, crece popularidad de los partidos políticos ultraderechistas.
El Partido Nacional Eslovaco —cuyo líder, Jan Slota, suele lanzar ataques denigrantes contra las minorías— es el tercero de su país e integra la coalición de gobierno.
Dos organizaciones extremistas de Austria, el Partido de la Libertad y la Alianza para el Futuro, sumaron 29 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias de septiembre pasado.
El partido Jobbik de Hungría, que basó su campaña sobre ataques contra la "delincuencia gitana", se acerca al cinco por ciento de los votos necesario para conquistar un espacio propio en el parlamento, lo que podría suceder en las elecciones del año próximo.