MUSEOS-BRASIL: La torre de Babel electrónica

La pantalla de televisión te permite que interactúes con su programación si hablas en un tono medio, te impones sobre ella si gritas y absorbe tu figura hasta desaparecer si callas. Es una de las novedades expuestas en el Festival Internacional de Lenguaje Electrónico (FILE).

La obra titulada "Crepúsculo de los ídolos", del creador brasileño Jarbas Jacome, aparece entre las preferidas en esta muestra de arte digital que expresa la filosofía de los nuevos tiempos, inaugurada el 10 de marzo y que se extenderá hasta el 19 de este mes en el Museo Oi Futuro, de Río de Janeiro.

Una presentación que, como todas las expuestas, tiene una explicación racional detrás de lo que parece magia. Es "un mecanismo de interacción que distorsiona la imagen de la televisión a través de efectos visuales, cuya intensidad varía de acuerdo al sonido que el espectador produce, con su voz, captada por un micrófono", se explica en el catalogo.

Paula Perissinotto, una de las curadoras del FILE, explica que el criterio de selección de las obras que prevaleció fue el del la interacción con el público.

La pieza "Ar magic Sistem", de los artistas españoles Clara Boj y Diego Díaz, permite que dos o más personas intercambien sus rostros con el cuerpo del otro, a través de una proyección de video en un espejo. No se trata de otra cosa que del antiguo "espejo mágico" de los parques de diversiones, en la nueva versión del arte digital.
[related_articles]
Un tipo de arte que según Maria Arlette Goncalves, directora del Museo OI Futuro, refleja esta nueva era "que ha dado en llamarse la era de los medios".

En entrevista con IPS, Goncalvez explicó que, así como en el pasado los artistas utilizaban pinceles o cinceles, hoy los instrumentos de trabajo son las nuevas tecnologías de la información. Desde los llamados "web art" y "software art" a la "tv internética", la computación gráfica y la robótica.

"Yo creo que todas las conjugaciones son posibles. Uno vive en la época de la convergencia de los lenguajes y de las expresiones. Hoy es todo al mismo tiempo y ahora", reflexiona la directora. Lenguajes que se confunden en una nueva torre de babel del mundo digital y electrónico, apuntó.

A veces se transmiten a través de ondas de radiofrecuencia como en la obra "Roaming", de los brasileños Soraya Braz y Fabio Bon, que expresa otra realidad cada vez más cotidiana, la de los teléfonos móviles, a veces imprescindibles y otras veces odiados.

La "obra" consiste en un panel compuesto por pequeños sensores de radiofrecuencia que accionan lucecitas de colores cuando captan algún celular próximo con un resultado artístico que nunca es igual a sí mismo.

Un arte arbitrario a veces determinado no por el creador sino por su "monstruo", como se ve también en la pieza "Antorcha mágica", de los españoles Julio Obelleiro y Alberto García. Aquí, el pincel es un haz de luz emitido por una linterna dirigida por el espectador, que reproduce en una pantalla un universo mágico de estrellas, asteroides y planetas.

La expresión estética de la tecnología que a veces facilita y otras complica nuestras vidas, en un arte que, según Goncalves, sólo cambió la forma de expresión pero no la esencia, "que es transmitir el pensamiento humano de cada era".

"Es un arte que superó los límites del espacio y del tiempo. Uno tiene obras que están en tiempo real en cualquier parte del mundo. Uno se comunica con otros espacios en infinitas ventanas que se abren una detrás de otra", explica al referirse a los submundos que abre cada clic en Internet.

Virtual pero también de carne y hueso, como en la presentación "Skininstrument", que es un sintetizador musical que produce sonidos a partir de tu propia piel.

A través de una imperceptible corriente eléctrica, los jugadores hacen parte de una especie de orquesta del futuro. Cuando se tocan entre sí, el circuito comienza a generar sonidos. Y para los que creen que tecnología es cosa de gente "fría"… es la intensidad del contacto la que determina la frecuencia del sonido.

La artista española Casilda Sánchez intenta una explicación filosófica. Su obra "The Viewer", realizada con el mencionado Obelleiro, es como un "Gran hermano" al revés. Un espectador virtual persigue con su mirada al espectador real, el público.

En "The Viewer", el "foco no está en el arte en sí sino en la relación de la obra con el visitante", explica Sánchez.

Ese vínculo se establece también en la pieza "The Scalable City", del estadounidense Sheldon Brown. Una bellísima manifestación de la computación gráfica, que te permite construir y destruir una ciudad, aunque sin demasiado control sobre el producto final.

Y esa relación hombre-mujer-tecnología alcanza su versión más lúdica en "Presence", del canadiense Hughes Bruyere, quien en una pantalla de doble cara reproduce sombras caprichosas de tu propio cuerpo.

Según Goncalves, son una nueva y prolifera generación de artistas. "Creo que ya no vivimos una era de únicos y grandes nombres. Es difícil apuntar un Leonardo da Vinci del ciberarte", opina.

Un arte a veces inmediato, que para resucitar necesitara de nuevo de las manos de un creador que lo reconstruya en un nuevo espacio.

El problema en el futuro será encontrar restauradores para esa tarea. "Ciertamente surgirán tecnologías que permitan el rescate de estas obras", responde Goncalves. Un desafío y un "compromiso", según la directora del museo. "La tecnología avanza pero tiene que rescatar lo que ya produjo", reflexiona.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe