Dolorosas imágenes del exilio que sufrieron miles de chilenos durante la dictadura de Augusto Pinochet y las extraordinarias manifestaciones culturales y de solidaridad surgidas en los países que los acogieron conforman un libro de gran formato prologado por el reconocido escritor Ariel Dorfman.
"A nosotras nos dolió mucho escribir este libro", confesaron a IPS Estela Aguirre y Sonia Chamorro, autoras de "L. Memoria gráfica del exilio chileno 1973-1989", lanzado a comienzos de este mes en Santiago.
Así resumen estas mujeres, obligadas a vivir en distintos países de Europa en la década del 70, lo que significó encarar este trabajo de largos años editado por Ocho Libros. En los años 80 ambas trabajaron en el Comité Pro Retorno de Exiliados.
Los recuerdos tristes parten por el título. La letra "L" era estampada en los pasaportes de los chilenos impedidos de ingresar al país por la dictadura de 17 años del hoy fallecido general Pinochet (1915-2006), iniciada con el sangriento golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 perpetrado contra el gobierno izquierdista del presidente democrático Salvador Allende.
A partir de ese momento, "miles de chilenos se asilaron en representaciones diplomáticas, otros fueron expulsados y un apreciable número que conmutó penas de presidio por extrañamiento se le prohibió regresar al país al término de su condena", explica el texto.
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La restricción también recayó sobre muchos que se fueron voluntariamente escapando del horror y sobre otros tantos que el golpe de Estado los sorprendió en el extranjero.
En el prólogo de la obra presentada el 7 de este mes en la Biblioteca Nacional, de Santiago, Dorfman repasa el sentimiento que lo embargó al empezar a escribir esta parte del libro, tarea que inicialmente pensó sería fácil.
"No esperaba sentirme de nuevo sumido en el desamparo de lo que significó la salida de Chile, la tragedia no sólo mía sino de un continente, el trauma de no reconocer sílabas, ni colores, ni colinas, ni el olor de la marraqueta, aquellas noches en que sabía lo que estaba sucediendo en algún sótano del país en ese mismo momento y no había nada que pudiera hacer, nada, absolutamente nada para detener ese crimen irrepetible", relata este escritor chileno de fama internacional.
Hasta ahora, los informes de la verdad promovidos por los gobiernos de la centroizquierda Concertación de Partidos por la Democracia, que se sucedieron desde la recuperación de la democracia en 1990, han consignado más de 3.000 opositores ejecutados y detenidos- desaparecidos y cerca de 35.000 torturados durante el régimen de Pinochet.
No hay datos oficiales sobre cuántos chilenos fueron obligados a vivir fuera de su país por razones políticas. Las estimaciones oscilan entre 200.000 y un millón de personas, según indican las autoras de "L. Memoria gráfica del exilio…", de 174 páginas y dedicado a la memoria del socialista Salvador Allende.
"Este es un libro de tremendo impacto emocional porque en él se conjuga una gran abundancia de imágenes fotográficas, de momentos del exilio, de documentos del exilio, de carteles que se crearon en numerosos países del mundo donde la solidaridad internacional con el pueblo de Chile se manifestó con fuerza extraordinaria", comentó a IPS el escritor y premio nacional de literatura 2006, José Miguel Varas, exiliado en Moscú.
"Para quienes vivimos el exilo (la obra de Aguirre y Chamorro) es una sacudida muy grande, pero también es una rica información para quienes no vivieron esa experiencia", acotó Varas, quien fue uno de los presentadores del texto en la Biblioteca Nacional.
La vida de los desterrados fue heterogénea. Mientras algunos pudieron integrarse relativamente bien a las sociedades que los acogieron, estudiando y formando familias, otros nunca lo superaron. Algunos retornaron con la llegada de la democracia en 1990, otros continuaron con sus vidas en el extranjero.
El primer capítulo del libro, denominado "El exilio chileno", aborda los decretos emitidos por Pinochet para legalizar arbitrariamente las expulsiones, las listas que publicaban los represores con el nombre de las personas a las que se les prohibía o autorizaba vivir en su país y las identidades de los opositores que fueron asesinados lejos de su territorio natal.
También se refiere a las organizaciones de defensa y apoyo al exilio y al retorno y a las muestras de solidaridad que surgieron espontáneamente en el mundo.
El segundo capítulo, titulado "Una mirada a la expresión cultural en el exilio", da cuenta del trabajo musical, plástico, fotográfico, literario, cinematográfico y teatral desarrollado por los chilenos en los más de 50 países donde fueron acogidos.
Todo acompañado de retratos, fotografías de protestas, imágenes de afiches, portadas de libros, diarios y revistas, carátulas de discos y películas, y un sinnúmero de otros documentos, como pasaportes y cartas.
"El muralismo y una pintura informalista de denuncia caracterizaron el trabajo de artistas visuales chilenos exiliados como José Balmes, Eduardo Martínez Bonati, Alberto Pérez y Gracia Barros", explican las autoras. Guillermo Núñez fue otro creador muy activo.
En igual medida, "el afiche se convirtió en uno de los recursos más poderosos de denuncia y búsqueda de solidaridad", señala el texto. Muchos de ellos integran las colecciones de importantes instituciones como el Museo de la Publicidad de París y la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
El libro reproduce, por ejemplo, el afiche de la exposición "Chili Espoir" realizada en la Casa de la Cultura André Malraux de Reims de Francia, en 1977, donde participaron 60 artistas chilenos expatriados en distintas partes del mundo. También muestra coloridos murales realizados por brigadas de artistas.
Las otras artes también fueron fecundas en el exilio.
Algunos de sus exponentes —que fueron expulsados, abandonaron el país voluntariamente o que el golpe los encontró en el extranjero— desarrollaron exitosas carreras en otras latitudes, como el cineasta Raúl Ruiz, los dramaturgos Óscar Castro y Jorge Díaz, la escritora Isabel Allende y los grupos musicales Los Jaivas, Quilapayún e Inti Illimani, por nombrar a algunos pocos.
De igual forma, se destacan las numerosas revistas políticas, literarias y académicas chilenas publicadas en el destierro, como Araucaria de Chile, editada en Francia y España durante 12 años, el Boletín del Exterior, que circuló por 15 años en varios países de Europa, y Literatura Chilena en el Exilio, fundada en 1977 en Estados Unidos.
En términos políticos, casi 20 años después de terminada la dictadura aún está pendiente el voto de los chilenos en el exterior, recordó la autora Estela Aguirre, nacida en 1932, derecho que podría ser una realidad luego de la aprobación este año del proyecto de ley que establece la inscripción automática y el voto voluntario en las elecciones.
Según datos oficiales de 2005, cerca de 860.000 chilenos viven hoy en el extranjero, casi 490.000 de ellos nacidos en este país sudamericano de más de 16 millones de habitantes.
"L. Memoria gráfica del exilio…", que contó con el apoyo financiero del gubernamental Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, termina con la imagen de la portada del conservador diario La Segunda, del 1 de septiembre de 1988, donde reza en grandes letras rojas la frase "Fin del exilio".