La tensión entre israelíes y palestinos amenaza con agravarse por la demolición de viviendas árabes cerca de la Ciudad Vieja de Jerusalén, así como por la planificada construcción de un nuevo asentamiento judío en el este de esta disputada urbe.
Para entender la situación, IPS entrevistó a Daniel Seidemann, fundador de Ir Amim ("Ciudad de los pueblos", en hebreo), organización israelí que se opone a la expansión de los asentamientos en territorio árabe ocupado.
Tras entrevistarse en Estados Unidos con funcionarios del gobierno de Barack Obama, Seidemann consideró posible dejar sin efecto las políticas israelíes en Jerusalén que amenazan con descarrilar los esfuerzos internacionales de paz.
IPS: ¿Hasta qué punto las actividades de las autoridades en Jerusalén oriental dificultan el diálogo por la paz entre palestinos e israelíes?
DANIEL SEIDEMANN: El gobierno de Obama tiene un dilema pendiente: si se compromete a pleno con el proceso de paz o se dedica simplemente a manejar el conflicto. Y muchos le dicen hoy: "No vaya allí, Estados Unidos no puede afrontar otro fracaso en Medio Oriente, postérguelo."
Pero Estados Unidos no tiene opción.
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La posibilidad de una solución de dos estados está prendida con alfileres. Todavía es posible que los dos estados se formen con fronteras sostenibles que sean tanto viables como seguras, pero estamos muy, muy cerca de perder eso.
Si no se atiende la expansión de los asentamientos judíos en el este de la ciudad, se llegará a un punto muerto balcanizado, geográfica y demográficamente, que volverá imposible la solución de dos estados.
Tras ocho años de política de "tierra arrasada" del gobierno de George W. Bush (2001-2009), es preciso un periodo de reconstrucción o convalecencia. Pero si Estados Unidos deja pasar más tiempo para construir un programa de resolución de conflictos, más contundente tendrá que ser luego. Si se ignora Jerusalén, la solución de dos estados se perderá en un plazo de uno o dos años, o tres, como mucho.
IPS: ¿Cómo influyen las políticas israelíes en el área?
DS: Son muy negativas, tanto las nacionales como las municipales. Entre ellas el traspaso de dominio público —en términos de demografía, historia, cultura, arqueología y sitios religiosos— a organizaciones de extremistas religiosos judíos y colonos nacionalistas.
Todo esto tiene implicaciones de largo alcance no sólo para la condición futura de Jerusalén, sino para todo el conflicto, un conflicto que será muy desagradable pero todavía es político.
La crisis todavía es manejable por simples mortales. Si se lo desatiende, pasará a un terreno diferente: al jihadismo, a la guerra santa, al Armagedón se volverá un conflicto religioso. En ese caso, podemos empacar e irnos a casa. Eso estaría bien para cualquiera, excepto para israelíes y palestinos, pues Jerusalén es su casa.
IPS: ¿No cree que el gobierno de Obama ya diagnosticó los síntomas potencialmente letales?
DS: La secretaria de Estado (canciller) estadounidense Hillary Rodham Clinton, en su reciente visita a la región, cuestionó las políticas municipales de Jerusalén sobre demoliciones de casas, aunque originalmente no tuvo ninguna intención de involucrarse en un enfrentamiento en su primera visita.
A fin de mes, Obama presentará su política para Medio Oriente y delineará reglas claras de compromiso de Estados Unidos. Todo indica que está decidido a negociar tanto con el nuevo primer ministro israelí Benjamín Netanyahu como con el nuevo alcalde de Jerusalén, Nir Barkat.
IPS: ¿Cuáles son los puntos más álgidos?
DS: La actividad de los asentamientos judíos en Jerusalén oriental y sus alrededores. Un congelamiento de los asentamientos está en la agenda de Estados Unidos. El área conocida como "E1" es la más emblemática. Israel quiere construir allí un gran asentamiento que conectará los suburbios de Jerusalén oriental con la enorme colonia de Ma'ale Adumim, aislando a los palestinos que viven en la ciudad de las aldeas palestinas vecinas en Cisjordania. También aislará otras localidades palestinas como Ramalah y Belén, al norte y al sur de Jerusalén.
El gobierno de Bush presionó al anterior gobierno israelí para que postergara las construcciones en el área E1.
Israel también tiene planes para el Valle Sagrado, que incluye la Ciudad Vieja y su área adyacente, donde están la mayoría de los sitios sagrados de las tres religiones monoteístas. El valle se ha convertido, en efecto, en dominio de los colonos.
Además, hay una colusión clara del gobierno con los colonos religiosos ultranacionalistas a los que se ha dado el control total del delicado ecosistema local. Se dictaron órdenes de demolición contra 88 hogares palestinos en el barrio de Silwan.
IPS: ¿Esto refleja el modo en que se guiará el nuevo alcalde de Jerusalén, que ordenó las demoliciones?
DS: La demolición de casas palestinas, con la excusa de que fueron construidas sin permiso, no es tanto un caso de malicia israelí contra los palestinos. Israel está preocupado por la preservación de los sitios bíblicos del área, pero los palestinos que viven allí son pisoteados. Se los ve como víctimas de daños colaterales.
El alcalde y los extremistas religiosos planean convertir el Valle Sagrado en una Disneylandia bíblica. Pero, de hecho, están convirtiendo Jerusalén en una Tierra de Nunca Jamás.
IPS: ¿Y qué ocurre con los palestinos que viven en Jerusalén oriental?
DS: Apenas de cinco a diez por ciento del presupuesto de la ciudad se destina a los palestinos, que constituyen 35 por ciento de la población. Algunos dicen que esto es racismo. Prefiero calificarlo de discriminación. Nunca se asignan recursos a las personas que no votan. Como no reconocen la ocupación israelí, sólo 2.200 de 128.000 votantes palestinos aptos (1,7 por ciento) participaron en las elecciones municipales de noviembre.
Barkat persigue el eslogan vacío de una "Jerusalén unida", pero todo señala el hecho de que los palestinos no tienen arte ni parte en la ciudad. Están totalmente privados de su derecho a la representación.
IPS: ¿Y qué espera del primer ministro Netanyahu?
DS: No estoy seguro de en qué dirección irá, pero es muy posible que adopte el mismo enfoque que tuvo cuando encabezó el gobierno entre 1996 y 1999: nada que sirva para conciliar con los palestinos en Jerusalén.
IPS: ¿Cómo actuará Washington en ese caso?
DS: Hay algunas señales buenas. Cuando Hillary Clinton dice que las demoliciones en Silwan no son un problema municipal sino político, hay que ser muy sordo para no entender el mensaje. Estados Unidos parece entender la situación de un modo muy diferente al de los ocho años pasados.
El gobierno de Barack Obama tiene, por cierto, un muy buen equipo para Medio Oriente. Están bien informados y aprendieron de sus errores del pasado, lo cual resulta alentador. Pero aún es muy temprano para decir si su política será coherente.
Resolver los conflictos por Jerusalén es como resolver la crisis económica mundial. El gobierno de Estados Unidos podría hacer todo correctamente pero fracasar aun en ese caso. Algo es seguro: no queda tiempo, y Jerusalén no puede quedar marginada en las negociaciones.