ECONOMÍA-BRASIL: Podría haber sido peor

Operadores financieros se manifestaron aliviados tras conocer estudios oficiales de Brasil que proyectan para este año un retroceso de la economía de 0,19 por ciento y una caída de la producción industrial de tres por ciento. Es que se temía una crisis más profunda.

Aunque las cifras son más negativas que pronósticos anteriores del mismo origen, que hablaban de un "estancamiento" de la economía, el horizonte "levemente recesivo" que se proyecta ahora resulta más tranquilizador para los analistas financieros citados en el informe semanal del Banco Central (Boletín Focus). Podría haber sido peor, apuntaron.

El primer optimista es el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien opinó que son datos indicativos de que la economía "está dando señales de recuperación". Ello le permitió reiterar su vaticinio de que este país, como fue el último en sufrir los efectos de la crisis mundial, será el primero en superarla.

"El segundo semestre será mejor que el primero", hasta llegar a un fin de año con la situación normalizada, siempre y cuando "se tomen las medidas necesarias" para enfrentar el temporal, añadió el mandatario izquierdista.

Sin embargo, el economista Antonio Porto, de la Fundación Getulio Vargas, se atreve a ser un poco más pesimista que Lula y proyecta una retracción del producto interno bruto de 0,3 por ciento para este año, que marca una distancia considerable del crecimiento de 5,1 por ciento registrado en 2008.
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De cualquier modo, "nada espantoso" teniendo en cuenta los temores iniciales, dijo Porto a IPS. El experto tomó como base de su cálculo la caída de 2,6 por ciento de la economía brasileña en el último trimestre de 2008 respecto del mismo periodo anterior, indicador que derrumbó los augurios oficiales de un crecimiento de 3,5 por ciento para 2009.

El Boletín Focus informa además que las proyecciones para la industria dan una posible caída de tres por ciento, una cifra que en mejores épocas hubiera sido considerada apocalíptica.

Pero en estos tiempos de grandes temores fue considerada una predicción "nada mal", máxime teniendo en cuenta que en el primer trimestre del año el derrumbe del sector se estima que llegará a 13 por ciento, según los analistas consultados por Focus.

Enero y febrero ya anticipan ese resultado. El estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) indicó que la producción industrial en ese bimestre acumuló pérdidas del orden de 17,2 por ciento.

Un índice negativo arrastrado por sectores como el siderúrgico, materia prima de otras industrias y por ello el más rápido y obvio en dar señales de alarma.

La industria automotriz, que fue protagonista de las peores noticias a fines de 2008 y comienzos de este año, es ahora una de las primeras en dar señales de recuperación. Según Lula, ello se debe a las medidas de shock implementadas por su gobierno para sacar del letargo a la economía.

La Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea) destaca que, después de unos meses de incertidumbre, las ventas tuvieron un fuerte impulso en el primer trimestre. Ya se contabilizan 670.000 unidades, casi 17 por ciento más que en igual lapso de 2008.

Los directivos de Anfavea atribuyen esa recuperación a los descuentos impositivos a la comercialización de automóviles dispuestos por el gobierno de Lula, un incentivo ahora extendido por tres meses.

Al hablar en un acto en el central estado de Minas Gerais frente a una platea poblada de alcaldes y gobernadores, Lula insistió en la necesidad de que el Estado asuma las riendas del crecimiento económico, invirtiendo más en obras publicas para estimular el mercado interno.

Un mercado nacional al que según Porto se debe apostar para contrarrestar el vacío creado por la caída de las exportaciones, que llegan a 40 por ciento en lo que va del año, especialmente las que tienen como destino Estados Unidos, Europa y Japón.

Para mover la economía interna, el gobierno anunció un ambicioso plan habitacional que dará oxigeno a la construcción, al, comercio de materiales conexos como el cemento y, con ello, se crearán empleos y crecerá el consumo popular.

El programa, que tendrá un costo de 15.000 millones de dólares, contempla la construcción de 7,2 millones de viviendas, un millón de las cuales deberán estar listas en 2010, con lo cual se espera reducir en 14 por ciento el actual déficit habitacional del país.

Porto entiende que el menor impacto de lo esperado de la crisis económica mundial en Brasil se debe a la "solidez" del sistema financiero local.

Es que, según comparó el experto, mientras los bancos estadounidenses captan para préstamos el 95 por ciento de los depósitos y apenas el cinco restante queda como capital, los brasileños utilizan de 15 a 20 por ciento de capital propio y sólo entre 80 y 85 por ciento de los depósitos de sus clientes.

"La capitalización de los bancos brasileños es mucho mayor y con ello pueden aguantar más la morosidad" que se produce en épocas de crisis, puntualizó.

Destacó también el hecho de que Brasil no tiene deuda con los organismos multilaterales de crédito y sus adeudos soberanos equivalen a 40 por ciento del producto interno bruto, mientras que los de Estados Unidos representan 120 por ciento de su creación anual de riqueza.

Ello le da una situación holgada a Brasil, tanto que le permite jugar con nuevas fichas en el sistema financiero internacional, a tal punto de que Lula ofreció aportar dinero al Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar a los países que lo necesiten para afrontar la crisis.

Todavía en análisis técnico, el préstamo de unos 10 mil millones de dólares, representa apenas el 5 por ciento de las reservas internacionales del país.

A pesar de que es aún una oferta simbólica, Porto indica que es suficiente para mostrar que Brasil, que históricamente fue un país "pedigüeño" de préstamos al FMI, "ahora invirtió su situación".

"Si queremos tener alguna incidencia en los destinos del fondo, tenemos que empezar a cambiar nuestra posición: la de solicitantes de préstamos a la de financiadores", subrayó.

El gobierno de Lula canceló la larga deuda de Brasil con el FMI en 2005, apenas dos años después de asumir su primer mandato presidencial, y no quiso aceptar la posibilidad de apelar a un crédito adicional al que tenía derecho.

Pero Lula tendrá que superar otros desafíos internos menos simbólicos antes de sacar la cabeza a flote de esta crisis. Entre otros, enfrentar las quejas de los municipios que perdieron recursos por la disminución derivada de la merma impositiva del sector automotor.

"Imagínense ustedes a nuestra madre poniendo frijol en el fuego para cinco personas y de repente llegan 10 a la casa. Eso quiere decir que todos nosotros vamos a tener que comer la mitad de lo previsto", advirtió Lula, muy amante de las parábolas, al dirigirse a los alcaldes y gobernadores que lo escuchaban preocupados. (FIN/IPS/ff/dm/if ip dv pr/br sl la/09)

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