La comunidad de defensores de los derechos humanos de Estados Unidos recibió con previsible alegría la noticia de que el gobierno de Barack Obama quiere integrarse al principal organismo de la ONU en la materia.
"Estados Unidos puede hacer una importante contribución" al Consejo de Derechos Humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para que sea "un cuerpo más efectivo", dijo el director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), Kenneth Roth.
"La participación activa de Estados Unidos le dará nueva energía a las acciones y deliberaciones del Consejo", añadió Roth en una declaración en la cual aplaudió la decisión gubernamental.
La elección de nuevos miembros del órgano, que debe ser determinada por la mayoría absoluta de la Asamblea General de la ONU, está prevista para el mes próximo.
El Consejo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, fue creado por la Asamblea General en 2006 en reemplazo de la Comisión de Derechos Humanos, a la que Washington y muchos de sus aliados occidentales consideraban inepta e ineficaz.
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Observadores en la ONU consideran que el antecesor de Obama, George W. Bush (2001-2009), deseaba la integración de Estados Unidos al Consejo de 47 miembros, pero se mantuvo al margen por temor a no ser elegido.
Este órgano es el principal de carácter multilateral a cargo de detectar violaciones de derechos humanos en todo el mundo. Hoy se ocupa de una amplia gama de asuntos, entre ellos numerosos conflictos armados.
Algunos gobiernos y organizaciones de la sociedad civil occidental acusan al Consejo de no cumplir con su mandato de manera imparcial, y lo critican por concentrarse demasiado en los abusos de Israel contra la población palestina, ignorando otros regímenes.
Roth cree que la decisión del gobierno de Obama contribuiría a mejorar la credibilidad del Consejo.
"Al competir por un lugar y ejercitar en el Consejo un liderazgo basado sobre principios, Estados Unidos puede ayudar ahora a esta institución a alcanzar su potencial", sostuvo.
Para Amnistía Internacional, con sede en Londres, la decisión "es una expresión importante del compromiso de Estados Unidos con el Consejo y con la ONU", dijo una portavoz de la organización. "Creemos que Estados Unidos puede hacer una importante contribución a que el Consejo sea un cuerpo más efectivo."
HRW, Amnistía y muchas otras organizaciones de derechos humanos criticaron con fuerza acciones del gobierno de Bush como las "entregas extraordinarias" a países que practican la tortura de prisioneros capturados en el marco de su "guerra contra el terrorismo".
Esta y otras medidas socavaron, según estas instituciones, los esfuerzos globales de promoción y protección de los derechos básicos.
La portavoz de Amnistía observó que el gobierno de Obama, iniciado el 20 de enero, dio varios pasos para demostrar su respeto por los derechos humanos, como el cierre del centro de detención de prisioneros por la guerra contra el terrorismo en su base naval de Guantánamo, Cuba.
De todos modos, urgió a Washington a "tomar medidas adicionales" para mejorar su conducta, entre ellas "articular compromisos específicos" de promoción y protección de los derechos humanos y vincularlos con su candidatura al Consejo.
Por el otro lado, Obama recibió intensas críticas de esas mismas organizaciones por boicotear la conferencia contra el racismo que se celebrará entre los días 20 y 24 en Ginebra, dedicada a analizar los avances logrados desde la reunión anterior, celebrada en 2001 en Durba, Sudáfrica.
Estados Unidos prefirió marginarse de ese proceso, en prevención de que la declaración final de la conferencia cuestione específicamente a Israel, su principal aliado en Medio Oriente.
Pero Obama tomó otras medidas que contrastan con el unilateralismo de su predecesor y que fortalecen su inserción internacional, en una amplia gama de asuntos que van del recalentamiento planetario a la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
"Esto es una bocanada de aire fresco para las mujeres y niñas de todo el mundo", dijo Serra Sippel, directora del Centro para el Género y la Equidad, una organización con sede en Washington.
"Al rechazar los juegos políticos de los ocho años pasados, en los que la salud y los derechos de las mujeres eran usados como peones, el gobierno de Obama ha proclamado una nueva era", sostuvo Simple.
Bush había restringido la financiación a proyectos internacionales de salud reproductiva, con el argumento de que el dinero de los contribuyentes estadounidenses no debía usarse para pagar abortos.