AMÉRICA LATINA-EEUU: Obama apuesta a dejar atrás el pasado

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, insiste en que su gobierno es diferente al de su antecesor y que está dispuesto a escuchar, postura que está puesta a prueba en la V Cumbre de las Américas, que finalizará este domingo en Trinidad y Tobago.

En la noche inaugural de la cumbre, el viernes, los gobernantes escucharon por casi una hora la historia de las complejas y muchas veces ríspidas relaciones entre Estados Unidos y América Latina nada menos que de boca del líder sandinista, el ex guerrillero y actual presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

Y esto, pese a que el primer ministro anfitrión, Patrick Manning, urgió a no usar el foro para permitir que un solo tema dominara las deliberaciones.

Para Manning, la reunión continental, que se realiza por primera vez en el Caribe, debería usarse para brindar "el nuevo enfoque que anuncia en el hemisferio occidental el amanecer de un nuevo y mejor día".

El propio Obama habló de una nueva forma de relación, en la que no haya socios más importantes que otros. También dijo que no había llegado a Puerto España para debatir sobre el pasado sino sobre el futuro.
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Estas palabras fueron saludadas con fuertes aplausos en la ceremonia inicial, en la que agregó que, aunque es importante aprender de la historia, no se puede quedar atrapados en ella.

"Como vecinos tenemos una responsabilidad entre nosotros y hacia nuestros ciudadanos, y trabajando juntos podemos dar pasos importantes para avanzar en la prosperidad, la seguridad y la libertad, y esa es la agenda del siglo XXI que nos reunimos para aprobar", dijo Obama.

Pero, aunque Ortega reconoció que el nuevo presidente estadounidense estaba promoviendo una agenda diferente, igual buscó asegurarse de que Obama no recayera en el viejo hábito de sus predecesores de apuntalar golpes de Estado, dictaduras o movimientos contrarrevolucionarios, como ocurrió en la propia Nicaragua, y que llevó a la muerte de miles de sus ciudadanos.

Obama se sentó y escuchó mientras Ortega salpicaba su discurso con referencias a una América en las que "todos los países, grandes y pequeños, tengan los mismos derechos".

También se mostró convencido de que América Latina Latina y el Caribe angloparlante pronto serán una fuerza a tener en cuenta, a consecuencia de las iniciativas de integración promovidas por Venezuela y Cuba.

Precisamente Cuba es el único país hemisférico que no está representado en esta cumbre, como así también está suspendido desde comienzos de los años 60 del sistema de la Organización de Estados Americanos.

Sin embargo, La Habana está complacida de que Venezuela y sus aliados dentro de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que también incluye a Nicaragua, Bolivia, Cuba, Dominica y Honduras, haya manifestado que no firmarán la "Declaración de Puerto España" en solidaridad con Cuba.

De hecho, el nuevo mandatario estadounidense recibió pedidos de su par argentina, Cristina Fernández, así como de sus anfitriones caribeños, en cuanto a no desaprovechar la oportunidad de mejorar las relaciones con el único país de régimen socialista del hemisferio.

Ortega se mostró preocupado de que la exclusión de Cuba se debiera únicamente a que "su delito ha sido el de la independencia y la lucha por la soberanía de su pueblo". Y para mostrar su solidaridad hacia La Habana, se negó a llamar al foro "Cumbre de las Américas".

"La cumbre todavía está sujeta a las políticas de colonización", dijo Ortega, convencido de que "llegará el día en que Cuba sea incorporada a los asuntos de este hemisferio".

Para la Comunidad del Caribe (Caricom), la cumbre proporcionó otra vía para reiterar su apoyo a Cuba.

"Hemos dejado en claro en cada cumbre que la inclusión formal de Cuba en la corriente dominante de los asuntos hemisféricos es una prioridad para nosotros", expresó el presidente de la Caricom, el primer ministro de Belice, Dean Barrow.

"Ahora estamos convencidos de que el nuevo gobierno de Estados Unidos comprende plenamente la necesidad de otro enfoque en una era que conducirá a cambios, entre ellos el levantamiento del embargo a Cuba", impuesto por Washington hace casi cinco décadas.

Obama anunció varias iniciativas multimillonarias para ayudar a los países de la región, incluidos los del Caribe, para hacer frente a la crisis económica mundial en curso, el cambio climático y el comercio ilegal de drogas.

Mientras, a Washington le recordaban que la decisión del Grupo de los 20 (G-20), de países industrializados y emergentes, de aportar miles de millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar a los gobiernos a superar la depresión no debe tomarse a expensas de los estados pequeños y vulnerables.

"Esto no es beneficencia. Déjenme ser claro: juntos podemos echar cimientos más amplios de prosperidad, que construyan nuevos mercados y alimenten un nuevo crecimiento en el hemisferio, porque nuestras economías están entrelazadas", dijo Obama al anuncia la asistencia anticrisis.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe también advirtió que la profundización de la crisis económica está reduciendo las expectativas de un rápido regreso a la normalidad, y pronosticó un aumento del desempleo y una disminución de las inversiones en América.

Así lo estableció en su informe "La reacción de los gobiernos de las Américas frente a la crisis internacional", que brindó un panorama sobre las medidas políticas adoptadas hasta el 31 de marzo.

Sin embargo, aunque dieron la bienvenida a las nuevas iniciativas de los países del G-20 por revivir las economías, los líderes de América urgieron a un mayor involucramiento en el proceso.

"No es ético que se deje a los países del G-20 determinar el futuro de nuestro pueblo, sino que lo deberían hacer los países del G-192, en alusión a todos los miembros de la Organización de las Naciones Unidas", sostuvo Ortega.

Barrow y Manning también reiteraron el apoyo de la Caricom a Cuba.

"En el Caribe anhelamos por lo menos un acontecimiento positivo a partir de la crisis internacional: la oportunidad de una reforma de la arquitectura global", dijo Barrow.

Pero observó que "aún más crítico es que las economías emergentes y en desarrollo, incluidas las más pobres, no tengan más voz y representación" en la reforma de las instituciones financieras internacionales.

El Caribe también manifestó su preocupación por la decisión de la comunidad internacional de tomar medidas enérgicas contra los paraísos fiscales.

Al respecto, Barrow dijo que era necesaria una mejor comprensión de las jurisdicciones de ultramar en los pequeños países en desarrollo, que les fueron impuestas desde los inicios de la globalización.

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