Una de las voces más progresistas de América del Norte es hoy la de la legisladora liberal canadiense, médica y activista comunitaria Ruby Dhalla.
Nació en Winnipeg, en el seno de una familia originaria del estado indio de Punjab. Ha sido abanderada de la causa de las mujeres, de los jóvenes, de los inmigrantes y de los indígenas. También promueve la participación de Canadá en instancias internacionales a favor de la democracia, la paz y la acción humanitaria.
Dhalla integra la Red Internacional de Información sobre Mujeres y Política (iKNOW Politics), proyecto conjunto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras instituciones mundiales con el propósito de elevar la participación femenina.
iKnow Politics funciona como un espacio de trabajo en línea donde las mujeres participantes se conectan unas con otras.
"Es un foro increíble para reunir a mujeres de todo el mundo y compartir experiencias, conocimientos, identidades. Para aconsejar, reclutar. Espero que las mujeres puedan conectarse por esta red y continuar creyendo y alcanzando metas", dijo Dhalla a IPS, en la sede neoyorquina de la ONU, donde asiste a la 53 sesión de la Comisión sobre el Estatuto de la Mujer.
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IPS: Usted es la primera mujer de origen sudasiático elegida como integrante de un parlamento de Occidente y la reeligieron dos veces. ¿Qué significa eso para usted?
RUBY DHALLA: Fui bendecida por una gran generación de líderes hombres y mujeres que abrieron muchas barreras para que gente como yo avanzara. Una continúa encontrando muchos desafíos. Hay muchas luchas y sacrificios, muchas otras barreras que veo demolerse todos los días.
Cuando una niña de color de seis años me dice que quiere ser primera ministra, sé que valió la pena atravesar todas las barreras que atravesé, dar todas esas batallas y pasar por todas esas dificultades. Ver a esa niña creyendo en sí misma es la experiencia más gloriosa.
IPS: ¿Por qué obstáculos pasó como mujer?
RUBY DHALLA: En mi caso, ser joven, ser mujer y actuar en política y ser de mi comunidad cultural me inscribe en tres grupos minoritarios. A una mujer de color no se la educa para que crea en la participación femenina en la actividad política.
Fui muy bendecida por haber tenido una madre que me apoyó mucho y que me alentó a romper los estereotipos tradicionales sobre lo que una mujer debe y no debe hacer. Confío en que no se margine más las cuestiones que impactan en las mujeres, sean de política exterior, economía o estrategias contra la violencia y el terrorismo.
Esos asuntos son tan importantes para las mujeres como el cuidado de los niños y la salud. Los desafíos y las barreras que afrontan las mujeres en la actividad política son muchos, pero una debe ser fuerte, tener visión y la piel dura.
IPS: En su opinión, ¿cómo afecta el sexismo al rendimiento de las líderes? ¿Y cómo deben enfrentarse con él?
RUBY DHALLA: Las mujeres deben ser más rudas, las mujeres deben ser más fuertes y las mujeres deben creer mucho más en su visión. Es importante rodearnos de pilares y fortalezas, sea en nuestra familia o entre nuestros amigos. También tener confianza real en nosotras mismas, y sueños, sabiendo que deberemos atravesar barreras para alcanzarlos y que siempre hay un camino para cumplirlos si hay voluntad.
IPS: Desde su experiencia, ¿cuál es la mejor manera de avanzar en política siendo mujer?
RUBY DHALLA: Trabajar duro, trabajar duro, trabajar duro. Asegurarnos de tener un gran equipo. Los puntos de referencia de una mujer son mucho más altos que los de las mujeres. Por eso, hay que trabajar duro y empujar hacia arriba.
IPS: ¿Qué debería hacer la ONU para cerrar la brecha de inequidad en la toma de decisiones entre hombres y mujeres?
RUBY DHALLA: La ONU tiene un gran papel que jugar. Las mujeres de diversos lugares del mundo, de diversas comunidades, diferentes vivencias y diferentes historias pueden tener una visión común, una meta común, y la esperanza de luchar por la equidad.
Para darles poder a las mujeres, es preciso darles poder a aquéllas que luchan por ser escuchadas. Es importante usar el sentido común para establecer programas de patrocinio, que unan a las mujeres, pero también identificarlas, capacitarlas y reclutarlas.
Y también es necesario asegurarnos de que los partidos políticos hagan lo mismo: que hayan más candidatas, más mujeres electas. Cuando las mujeres se sientan a la mesa, el nivel de debate y de las decisiones se eleva.