Precedida sólo de hombres en el cargo de Coordinadora Residente del sistema de las Naciones Unidas en Cuba, la canadiense Susan McDade considera «una suerte» haber sido asignada a este país con fama de «machista», pero que garantiza los derechos femeninos en su Constitución y cultura.
McDade figura desde febrero de 2006 entre las nueve mujeres que ocupan la más alta representación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en América Latina y el Caribe, donde hasta hace pocos años tales funciones eran asunto nada más que de hombres.
"Como organización internacional, la ONU ha estado impulsando un mejor balance de género en todos los cargos, pero en realidad en los puestos más altos hay menos mujeres. Latinoamérica era una de las regiones con mayor desnivel en este sentido, aunque la situación ha comenzado a cambiar", dijo en entrevista con IPS.
Añadió que en ese cambio ha sido decisiva la directora regional del PNUD, Rebeca Grynspan, ex vicepresidenta de Costa Rica, quien "ha impulsado muy fuertemente" el ascenso de mujeres al cargo de coordinadoras en países de América Latina.
IPS: ¿Cómo le ha ido en estos tres años de trabajo en un país con fama de machista?
SUSAN MCDADE: En mi caso personal, yo creo que tuve mucha suerte en ser asignada a un país donde los derechos de la mujer están garantizados en la Constitución, pero eso no quiere decir que no haya tenido experiencias de marginación por ser mujer.
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IPS: ¿Como por ejemplo?
SMD: En ocasiones, al tener que negociar o tomar decisiones duras, cuando un hombre lo hace se entiende que es un negociador fuerte, pero si es una mujer se dice que es una difícil o una bruja.
Cuesta que se entienda que la toma de decisiones no tiene que ver con el género, sino con el carácter del cargo. La expectativa de comportamiento de una mujer acá es que ellas son más dulces, pacientes, suaves, pero ese es un problema cultural, que no tiene que ver con los cargos que una ocupa.
Aunque yo diría que el reto en Cuba no es ser mujer sino ser más joven que las personas a quienes hay que dirigir. Eso me pasó también en China, donde trabajé en un puesto alto. Además, tengo hijos pequeños y me ha costado lograr el balance adecuado entre mis compromisos familiares y mi vida laboral. Pero eso sucede en cualquier país.
IPS: ¿Qué retos y obstáculos enfrenta en Cuba el tercer Objetivo de Desarrollo para el Milenio (ODM) de la ONU referido a promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer?
SMD: En términos de participación de la mujer en el sector formal, es muy alta. Inclusive, hay carreras universitarias en que el segmento femenino es mucho mayor que el de varones. Pero, como en otros países, no hay correspondencia con las posiciones gerenciales o en los rangos más altos, donde la representación es menor que la de hombres.
En procesos políticos, la Asamblea Nacional (parlamento) tiene una de las representaciones de mujeres más altas del mundo. Sin embargo, no hay un balance equitativo en las actividades no remuneradas. Ellas son parte de la fuerza laboral del país y además tienen bajo su responsabilidad la atención del hogar, de los hijos. El hombre no participa en igual medida de estas tareas.
IPS: ¿Cuál es el desafío entonces?
SMD: Uno de los retos de las mujeres cubanas es la falta de disponibilidad adecuada de servicios que le permitan insertarse completamente en la vida laboral. Y un fenómeno que está creciendo cada vez más en este país es que la mujer no solo tiene que cuidar a los niños, sino a los ancianos del hogar.
No hay suficientes jardines infantiles ni casas de abuelos que ofrezcan una alternativa sana y adecuada para el adulto mayor, y ese es un gran desafío que enfrenta la mujer.
IPS: ¿Tiene el sistema de la ONU algún proyecto relacionado con la violencia de género?
SMD: Esa es un área en que trabajamos con las autoridades, pero no buscamos mucho perfil. Lo importante es saber que Cuba no es ni más ni menos vulnerable en ese tema que los demás países de América Latina. Es un fenómeno que existe en el Caribe y América Central muy difícil de enfrentar en cualquier lado.
IPS: ¿Por qué es un problema difícil, dónde están las mayores dificultades para enfrentarlo?
SMD: Una de las mayores dificultades es entender la dimensión y naturaleza del fenómeno. En segundo lugar, cuáles son los puntos de entrada de enfrentar el fenómeno. Y tercero en cómo financiar los servicios que necesitan mujeres, niñas, niños u hombres golpeados y cómo promover educación en la población sobre los riesgos y los derechos en relación con ese tema.
En el caso de Cuba no hay una línea telefónica sobre el abuso doméstico, como tampoco hay hogares de refugio para personas golpeadas.
IPS: ¿Los graves daños causados por los huracanes que azotaron Cuba el pasado año tuvieron impacto en los Objetivos de Desarrollo del Milenio?
SMD: Uno de los ODM es la sostenibilidad ambiental y Cuba está aún trabajando en ello. Los huracanes provocaron daños en bosques y en el manejo de las cuencas hidrográficas.
En lo que refiere al primer Objetivo (erradicación de la extrema pobreza y el hambre), no tenemos evidencia de que el hambre haya aumentado, aunque el sistema agrícola tuvo dificultades que de alguna manera se mantienen.
La entrega de tierras en usufructo, la apertura de tiendas con herramientas e insumos agrícolas, la discusión en torno a la posibilidad de abrir créditos a los agricultores, dan posibilidades muy importantes para promover la seguridad alimentaria.
Aún es demasiado temprano para saber cuáles serán los resultados, pero sí creo que son áreas en que el impacto de los huracanes hizo necesario enfrentar retos que existían de antes.
IPS: ¿Esos desastres llevaron a muchas familias a la pobreza?
SMD: El reto aquí es como medir pobreza. Si uno toma un indicador basado solamente en ingresos, definitivamente los campesinos que perdieron sus cosechas vieron disminuidos sus ingresos.
Pero la ONU y el PNUD en particular han argumentado por muchos años que no se puede medir pobreza únicamente a través de los ingresos, (pues) es algo mucho más complejo, que tiene que ver con oportunidades de acceso a servicios de educación y salud pública, entre otros.
No hay evidencia de que los huracanes hayan disminuido estructuralmente el acceso de las personas al sistema de salud y educación. Tampoco de que niños menores de cinco años se hayan afectado en peso o que el promedio de edad en esperanza de vida se haya afectado.
El impacto de los huracanes fue tremendo, pero estructuralmente no cambiaron el perfil de la calidad de vida en Cuba en términos de mediciones de largo plazo.
IPS: ¿Cómo evalúa el impacto de este tipo de desastres en la mujer?
SMD: A nivel regional, sabemos que normalmente las familias con una mujer como jefe de hogar y los niños menores son más vulnerables al impacto de estos desastres. También tardan mucho más en reconstruir sus viviendas, al faltar un hombre que pueda contribuir como fuerza laboral.
En los albergues donde son evacuadas mujeres y niños, son frecuentes los casos de violencia contra ellos. Desafortunadamente hay momentos de mayor victimización.
IPS: ¿Y en el caso específico de Cuba?
SMD: Lo bueno y muy bueno que quiero reconocer en el caso de Cuba es que, a diferencia de otros países, gracias al sistema de prevención y enfrentamiento de desastres no hubo casos de mujeres dando a luz en condiciones precarias, porque las embarazadas son evacuadas con tiempo a centros adecuados.
Hubo incomodidades y sufrimiento humano, pero en términos de riesgo de vida no tenemos evidencia de mayor vulnerabilidad en el caso de la mujer.
Lo que sí sabemos es que las mujeres pueden ser más vulnerables a enfermedades de transmisión sexual en la fase posterior a los huracanes por estar en un ambiente anormal, en que el acceso a preservativos enfrenta dificultades y hay menos condiciones de higiene.
En los albergues de evacuación puede faltar lo necesario para las mujeres durante su menstruación o la lactancia de sus hijos menores. Son retos pendientes aquí y donde sea y trabajamos con las autoridades para asegurar mejores condiciones en este sentido.