Fueron los gobiernos los que asumieron los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio en 2000, pero es la sociedad civil la que podría, más que ninguna, hacerlos cumplir.
Salil Shetty, director de la organización ActionAid y de la Campaña del Milenio de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), entrevistado por IPS, cree que la sociedad civil ha avanzado desde los márgenes y ahora se encuentra en el corazón de la acción mundial por estas metas.
IPS: Es usual pensar que la sociedad civil es la que "hace el bien" a los márgenes de donde se toman las decisiones. ¿Puede la sociedad civil hacer una diferencia?
SALIL SHETTY: La sociedad civil ha sido por lo general entendida como el conjunto de organizaciones no gubernamentales. Yo veo a la sociedad civil como una más amplia y rica colección de formas a través de las cuales los ciudadanos se organizan entre sí para negociar con el Estado y con el mercado. Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) por tanto incluyen a grupos de vecinos, sindicalistas, grupos de consumidores, organizaciones religiosas, grupos de jóvenes y mujeres y movimientos sociales de todos los colores.
Mi experiencia y especial atención han sido esas OSC, que han priorizado las necesidades y derechos de los pobres y de sectores excluidos de la sociedad. Esas personas excluidas y las organizaciones que los representan o trabajan con o para ellos están, por su puesto, en los márgenes de las tomas de decisiones, que es precisamente lo que estamos tratando de cambiar.
Mientras ese "hacer el bien" continúe, no suena algo malo, ¿no?
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IPS: La imagen que se tiene de la sociedad civil es que lleva adelante algunos proyectos de desarrollo aquí y allá
¿Se realiza algún tipo de actividad más completa?
SS: Los proyectos aquí y allá ayudan mucho. El ejemplo más conocido en Asia meridional son los programas de microfinanzas en Bangladesh. Han sido muchas gotas de agua que se convirtieron en un auténtico río de dinamismo, cambio y reducción de la pobreza a escala nacional, con los pobres al frente. No olvidemos que, nos guste o no, hay varios países donde la sociedad civil, particularmente las organizaciones religiosas, como iglesias y mezquitas, de hecho atienden a una mayor parte de la población con sus programas que el propio gobierno.
Pero es cierto que, con algunas excepciones, las OSC no están muy inclinadas a trabajar juntas en formaciones que puedan hacer una diferencia colectiva. Y eso se debe a diferentes razones, desde un fuerte sentido de autonomía, simple falta de entendimiento sobre cómo funcionan los gobiernos o en algunos casos falta de responsabilidad ante el sistema, operando en un total aislamiento. Hay muchos lugares donde las OSC han asumido el papel de proveedoras de servicios y los gobiernos han abdicado de su responsabilidad en atender las necesidades de sus ciudadanos.
Al mismo tiempo, hay varios ejemplos de lo contrario. El caso más reciente y celebrado ha sido el del grupo de mujeres de un mercado de Liberia que, a través de su acción colectiva a un nivel muy local, fueron capaces de construir un movimiento femenino que terminó por sacar del poder al presidente Charles Taylor, algo que la todopoderosa comunidad internacional no había logrado hacer. Un puñado de mujeres analfabetas provocaron un cambio de régimen. ¡Eso fue más que un pequeño proyecto de desarrollo!
IPS: ¿Hay otras mejores instancias para mostrar que la sociedad civil está siendo ahora tomada más en serio por los gobiernos e instituciones internacionales?
SS: Sin duda, la sociedad civil es ahora parte del discurso principal. Recuerdo que cuando yo me iba integrar a una organización no gubernamental en 1983, mis amigos pensaron que me había vuelto loco. Me preguntaban: luego de haber completado un título en gestión de empresas en el IIM (Instituto Indio de Administración) en (la occidental ciudad india de) Ahmedabad y luego de aprobar los exámenes en el Servicio Civil Indio, ¿por qué quieres convertirte en un funcionario no oficial (las siglas en inglés coinciden con las de ONG), o sea, un burócrata? Yo estaba asombrado por el alto perfil político de la sociedad civil en países vecinos como Pakistán e Nepal en los últimos años durante un periodo de gran transición y cambio.
IPS: Si la investigación y el activismo son los puntos fuertes de la sociedad civil, ¿hasta dónde tienen estos impacto?
SS: La combinación del poder del buen argumento, basado en una buena investigación, con el poder de ponerse de pie por lo correcto y el poder de un gran número de personas constituye una arma verdaderamente fuerte y una de las que ha usado la sociedad civil con gran efecto. Miremos algunas de las más exitosas campañas en las últimas dos décadas por las cancelaciones de deuda para más de 30 de los países más pobres en el mundo, u otras nacionales como la Campaña de Acción por un Tratamiento del VIH/Sida en Sudáfrica, con la que se logró que el gobierno proveyera medicamentos antirretrovirales para cientos de miles de personas que sufren la enfermedad, o de hecho la campaña De Pie por los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que movilizó en octubre a más de 116 millones de personas en todo el mundo para levantar su voz contra la pobreza.
IPS: ¿La sociedad civil está redefiniendo de alguna manera el sentido de democracia para introducir una nueva idea de participación popular en vez de votar por un político cada cinco años?
SS: He dicho repetidamente en los últimos años que el mayor desafío que afrontamos hoy es que las democracias no atienden a los pobres. Cada encuesta en casi todos los lugares del mundo, donde se les pregunta a las personas qué piensan de su gobierno o del sector privado, revela bajos y descendentes niveles de confianza. No me atrevo a pensar cuán bajo han caído después de la crisis financiera.
La noción ingenua occidental que iguala democracia con elecciones ha sido consistentemente rebatida desde (la oriental ciudad india de) Bihar hasta Bagdad. El papel de la sociedad civil a crecido en forma exponencial, aumentando la responsabilidad de los gobierno ante los ciudadanos. Éste es el punto central de la Campaña del Milenio, en la que trabajo, haciendo que los gobiernos y los líderes electos cumplan sus promesas de alcanzar las metas y erradicar la pobreza que hacen a los ciudadanos tanto a través de nobles compromisos o de foros internacionales, pero también rutinariamente cuando quieren votos.
IPS: ¿Hay algún aporte indio particular en su trabajo?
SS: Yo soy indio, no sólo por pasaporte, sino porque he vivido, aprendido y atravesado la mayor parte de mi vida en ese país. No lo hago concientemente, pero obviamente eso cala en mi pensamiento y acción. En el contexto actual de una enorme crisis financiera y de cambio climático, causada por el mundo rico pero que afecta rápidamente al mundo pobre, es casi un cliché hablar de cómo está interconectado el planeta.
Por tanto, tener una perspectiva global es esencial para encontrar incluso soluciones nacionales. En relación con la justicia social y la erradicación de la pobreza, nadie puede hablar con más legitimidad que un indio. Tenemos tanto el mayor número de pobres en el mundo como algunas de las intervenciones más efectivas para combatir el problema. Vea por ejemplo las campañas Derecho a la Información o Derecho a la Comida, que están a la vanguardia de la acción de la sociedad civil para combatir la pobreza y la discriminación.
IPS: ¿Alguna evidencia de que todo el movimiento por los Objetivos del Milenio es más que sólo una oportunidad para la fotografía?
SS: Cuando viajé a Australia, escuché la grabación de un discurso de un secretario del parlamento. Fue muy claro en afirmar que, si no hubiera sido por nuestra campaña en ese país, dirigida por la OSC, el nuevo gobierno del Partido Laborista no habría incluido promesas relacionadas con los Objetivos del Milenio durante el proceso electoral y, ahora en el poder, en sus políticas y programas. Estos ejemplos abundan, y juntos conforman una gran imagen. Yo no tengo problemas con esas grandes oportunidades para las fotos. Por supuesto, todavía hay muchos desafíos, pero el movimiento ha crecido de manera fenomenal y, desde mi punto de vista, ha llegado para quedarse.