CAMBOYA: Juicio a Jemer Rojo es casi una última oportunidad

El juicio a uno de los conocidos carceleros del régimen del Jemer Rojo (1975-1979) abre espacios para que se haga justicia en Camboya, pero la ciudadanía espera algo más del proceso que comenzará este lunes.

Youk Chhang quiere dejar de ser víctima Crédito: Marwaan Macan-Markar/IPS
Youk Chhang quiere dejar de ser víctima Crédito: Marwaan Macan-Markar/IPS
Las Cámaras Extraordinarias en las Cortes de Camboya, un tribunal especial respaldado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tienen el propósito de enjuiciar a los líderes sobrevivientes del Jemer Rojo, acusados de crímenes contra la humanidad cometidos entre el 17 de abril de 1975 y el 6 de enero de 1979.

Kaing Guek Eav, o "Duch", fue una figura clave de la maquinaria de muerte del sangriento régimen que asesinó a 1,7 millones de personas, casi uno de cada tres camboyanos que entonces habitaban el país. Las víctimas fueron ejecutadas, murieron de hambre o por los trabajos forzados a los que fueron sometidas.

Duch fue el jefe de Tuol Sleng o S-21, como se conoció a la escuela secundaria de la capital camboyana transformada por la organización maoísta en un centro de torturas. Las víctimas, incluso niños y niñas, eran interrogadas, torturadas y asesinadas. Sólo se conocen 11 sobrevivientes.

El proceso de Duch, que comenzará este lunes, ofrece a los camboyanos una oportunidad que no habían tenido en 30 años: escuchar de primera mano al hombre responsable del asesinato de entre 12.380 y 14.000 personas.
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Algunas de las preguntas que se espera que pueda responder el juicio son quién ordenó las muertes, cómo murieron las víctimas y por qué.

Para el Centro de Documentación de Camboya, el juicio es la recompensa de más de 15 años dedicados a buscar pruebas, testimonios y documentos sobre las atrocidades perpetradas por el Jemer Rojo para presentar a un tribunal capaz de juzgarlas.

La organización registró casi un millón de víctimas, identificó 20.000 fosas comunes, recogió pruebas de 198 centros de detención como el S-21 y tomó declaraciones a ex integrantes del Jemer Rojo.

Su director, Youk Chhang, conversó con IPS en su oficina de Phnom Penh poco antes del comienzo del histórico juicio.

IPS: Por fin comenzará el proceso al Jemer Rojo, ¿qué expectativas genera después de una espera de 30 años?

YOUK CHHANG: Hay distintos intereses. El grado de reserva, de esperar a ver qué pasa con el tribunal, es muy grande. Pero creo que la mayoría de la gente quiere que se haga justicia. Puede ser la última oportunidad para juzgar a los genocidas del Jemer Rojo.

IPS: ¿Qué es lo que está en juego, una cuestión de justicia o hay algo más? ¿Hay que esperar algo más del tribunal?

YC: Tiene que haber algo más. Creo que se trata del futuro de nuestro país y de que la gente se sienta satisfecha con el proceso y el resultado del juicio sobre lo que pasó EN el régimen del Jemer Rojo, y pueda seguir con sus vidas. Eso debe permitir el tribunal, pues la gente sufrió mucho en aquellos años.

El tribunal permitirá que los sobrevivientes y los camboyanos nacidos después del régimen conozcan más ese terrible periodo de la historia del país y, directamente, de la mano de los protagonistas. Podrán saber por qué y cómo se tomaron las decisiones que llevaron a que ciudadanos camboyanos mataran masivamente a sus compatriotas.

Los camboyanos siguen avergonzados por la historia del Jemer Rojo.

IPS: Cuando uno habla con los camboyanos tiene la impresión de que están divididos respecto de cuál es el mejor resultado para "seguir con sus vidas", como dice usted. ¿Pueden llegar a profundizarse las diferencias en los próximos meses?

YC: Estoy de acuerdo en que hay opiniones diferentes sobre el tribunal y sobre sus resultados. Hay diferencias sobre qué entiende cada persona por justicia.

Los camboyanos que están en el extranjero tienen cierto reclamo de justicia, los que se quedaron tienen otro, el primer ministro tiene la suya, los ex líderes del Jemer Rojo tienen otra y mi madre, una distinta.

IPS: ¿Así que dentro de su propia familia hay diferencias?

YC: No sólo en la mía. Creo que va a encontrar eso en todas las familias. En nuestro caso, mi madre perdonó al jefe del Jemer Rojo de mi aldea, quien ordenó el asesinato de mi hermana. Él fue a su casa a pedirle perdón llevando bananas de regalo cuando el régimen fue derrotado. Ella lo aceptó por la cuestión del karma, ya sabe, una forma muy budista de ver la situación.

IPS: ¿Qué le pasó a su hermana?

YC: Fue acusada de comer arroz robado y la asesinaron. Antes, habían matado a golpes a su marido. Dos de sus tres hijos, un varón de tres años y una niña de uno, murieron de hambre. La tercera, que tenía cinco años, sobrevivió. Teníamos que inventarle historias para que dejara de llorar cuando extrañaba a sus padres. Pero eran mentira.

Mi sobrina vive en Estados Unidos hace casi 30 años y se niega a volver. No cree en el tribunal, dice que no habrá justicia, que en Camboya todo es mentira. Se siente así desde que supo la verdad.

IPS: ¿Qué puede hacer el tribunal para convencer a los camboyanos que, como su sobrina, son escépticos?

YC: Tiene que ser creíble. La gente tiene que sentir que mediante al tribunal pueden hacerse cargo de su historia. Pero las víctimas también tienen la obligación de hacerse responsables y de ayudar en el proceso. Tienen que ayudar a corroborar la brutalidad del régimen.

IPS: ¿Y usted, personalmente?

YC: Nuestra organización acumula pruebas desde 1995 para ayudar a un tribunal como el que va a empezar a trabajar ahora. Son datos en bruto, accesibles para todas las partes.

Pero lo que yo quiero para que esto termine es dejar de ser considerado una víctima. El juicio contra Duch debería ayudar a trazar esa línea, a dejar de definirnos como víctimas. No quiero más eso, lo odio, quiero seguir adelante. Quiero que me conozcan como Youk Chhang, nada más.

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