Es la hora de la política, ha reiterado el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva al referirse a la necesidad de intervenciones gubernamentales para superar la crisis financiera mundial. Pero los partidos, los actores políticos básicos por definición, eluden el protagonismo.
¿Que proponen los partidos a nivel nacional y de sus corrientes internacionales como salida para la crisis?
Son los expertos, principalmente los economistas a los que Lula rechaza por su gran responsabilidad en el desastre, quienes encabezan el debate y proponen alternativas, ejecutadas o no por los gobiernos.
Por más que se diga que las crisis financiera, ambiental, energética y alimentaria están asociadas, los remedios siguen fragmentados. Ambientalistas impulsan el combate al cambio climático, con incursiones en temas alimentarios y energéticos que poco dialogan con los responsables de esas dos áreas, que también se enfrentan en la cuestión de los biocombustibles. Y los asuntos económicos también tienen dueños exclusivos.
La política es más que nunca necesaria para la respuesta sistémica a esos desafíos, los cuales no parecen tener soluciones aisladas si la intención es sanar las causas y no los efectos de las crisis, que no por casualidad coincidieron en el tiempo. No se trata solo de ampliar la intervención del Estado en la economía.
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La acción de muchos gobiernos, con reducción de tasas de interés, ayudas billonarias a los bancos, estímulos a la producción para mantener empleos y defensa de la regulación, es de emergencia y no producto del triunfo de una "ideología económica", observó José Luis Fiori, profesor de Economía Política Internacional en la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
Se cree que "no hay alternativa", como se justificó el liberalismo conservador hace 30 años, ahora con señal invertida, estatizante y "sin mayores discusiones teóricas o ideológicas y ningún entusiasmo político", acotó en un reciente artículo.
Fiori prevé una "epidemia darwinista", ante la imposibilidad de acuerdo político entre los "intereses contradictorios" en Estados Unidos y en el mundo.
¿No serían los partidos capaces de mediar en esos conflictos de intereses, su campo en la política?
Los partidos están "sin masa crítica" para formular respuestas a la altura del desafío, y un ejemplo es el centroizquierdista Partido de los Trabajadores (PT) brasileño, cuyos mejores cuadros hoy están en el gobierno, según Jorge Nahas, dirigente del sector en Minas Gerais y secretario municipal de Política Social de Belo Horizonte, capital de ese estado.
El liderazgo aplastante de Lula, reflejado en la imagen positiva que tiene según 84 por ciento de los entrevistados para la encuesta mas reciente, parece haber esterilizado el partido que el actual presidente fundó en 1980 y que hace una década era aún considerada la fuerza partidaria más auténtica y organizada del país.
Sucesivos escándalos de corrupción en 2005 y 2006 contribuyeron a debilitar el PT. El gobierno y Lula también fueron afectados, con la renuncia forzada de varios ministros, pero el presidente se recuperó con creces, desequilibrando mas aun la relación entre él y su partido.
Esta situación le permite a Lula imponerle al PT, sin un debate interno, la candidatura de la ministra de la Casa Civil (jefa del gabinete), Dilma Rousseff, a sucederlo en 2010.
Hubo resistencias iniciales por el hecho de que la ministra es una novicia en el partido, al cual adhirió en 2001, procedente del Partido Democrático Laborista, que alterna periodos de alianza y de oposición al PT.
La preponderancia absoluta de un líder nacional que le resta relevancia a los partidos se acentuó en muchas partes del planeta. La crisis exacerba esa tendencia. Las esperanzas del mundo se depositan en el liderazgo del presidente estadounidense Barack Obama, no en su Partido Demócrata.
Los líderes de izquierda y derecha de América del Sur cuentan con apoyo popular para cambiar las reglas del juego a favor de sus reelecciones, e incluso para designar sucesora a la esposa, como fue el caso de Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, poco importa lo que piensan sus partidos.
Incluso el PT se convirtió en "mero instrumento electoral", admitió Ladislau Dowbor, profesor de la Universidad Católica de São Paulo y miembro del partido.
Economista político con larga experiencia como consultor de la Organización de las Naciones Unidas en materia del desarrollo, Dowbor discute con un grupo de colegas brasileños y extranjeros la formulación de propuestas sistémicas para "afrontar simultáneamente los dramas sociales, los desafíos ambientales" y el desperdicio de recursos, que exigen construir una nueva institucionalidad mundial.
La crisis financiera es una oportunidad para movilizar fuerzas sociales en pro de soluciones amplias y un desarrollo sustentable, socialmente mas equilibrado, en contraposición a los que quieren mantener el sistema "inviable", apenas corrigiéndole exageraciones, con regulación, "sin tocar su lógica", arguyó.
El gran problema es movilizar fuerzas sociales capaces para promover los cambios. Dowbor reconoció que "pocas personas entienden" la crisis financiera, lo cual dificulta la acción, pero dijo creer que los impactos sufridos serán movilizadores.
Ante la ausencia de los partidos, este economista menciona el movimiento de organizaciones no gubernamentales, un conjunto de sindicatos, como el de los trabajadores del área financiera en América Latina, y fuerzas difusas con poder de presión.
El recalentamiento planetario está popularizando "por primera vez un tema ambiental", ejemplificó.
De todas formas los cambios necesarios "ponen el primer plano" la necesidad de una reforma política. Hay que acabar con el aporte de grandes corporaciones al financiamiento de las campañas electorales, que les permite ganan influencia para "hacer reglas del juego a su favor", eliminando controles sobre sus actividades y corrompiendo políticos, sostuvo.