En su carácter de país emergente que pretende jugar un papel clave en el mundo islámico, resulta natural que Malasia concentre su atención en la defensa de los palestinos ante la guerra de Israel contra Gaza, incluso atacando a Estados Unidos.
Este país emprendió gestiones para que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebre una sesión especial sobre Gaza. El presidente de la Asamblea, Miguel Brockman, accedió al pedido, según informó el primer ministro Abdullah Badawi.
En su carta a Badawi, Brockman indicó que la convocatoria debió posponerse del día 8 a este jueves porque se fijó la sesión el Consejo de Seguridad que consideró el mismo asunto y llamó a un cese del fuego.
Pero esa resolución no logró obligar a Israel a retirarse de Gaza. El lunes, el parlamento malasio aprobó una declaración de 10 puntos, entre los cuales figuraba la convocatoria de una sesión especial de la Asamblea General.
Todos los días se realizan multitudinarias manifestaciones en las calles de Malasia para apoyar a Palestina. Además, se recaudan fondos para enviar ayuda humanitaria y se llama a convocar boicots contra marcas como Starbucks y Coca Cola, con la intención de mostrar rechazo a Estados Unidos, principal aliado de Israel.
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Numerosas instituciones, desde diarios hasta universidades, organizaciones no gubernamentales, la policía y unidades del ejército recaudan dinero y medicamentos, alimentos y alfombras con destino a Gaza.
Los operadores de peajes carreteros instalaron alcancías en sus puestos para recibir donaciones. Un ministro propuso enviar un gran buque con asistencia rumbo a la costa del área palestina bombardeada.
Expertos atribuyen la ira que domina el público a la prominencia dada por los medios de comunicación nacionales a los acontecimientos en Gaza. Las televisoras ofrecen sin cesar imágenes de civiles heridos o muertos, en especial niños, sin ninguna censura ni advertencia a los espectadores.
Los llamados al boicot se han vuelto un gran problema para empresas estadounidenses que se han visto obligadas a asegurarle a los malasios que las acusaciones de apoyo a Israel son infundadas.
Esas firmas explican a los consumidores que son de alcance local, contratan a trabajadores locales y venden sus productos dentro de Malasia.
"Nuestro producto no tiene afiliación política. Somos apolíticos", sostuvo Coca Cola Malaysia en una declaración publicada para contrarrestar las críticas.
El paso más fuerte dado por Malasia en su campaña de presión a Estados Unidos fue la suspensión el martes del diálogo por un tratado de libre comercio.
"El apoyo de Estados Unidos es tan irrestricto que Israel puede atacar Gaza con total impunidad. La frustración crece porque las acciones del público no tienen efecto sobre Israel", dijo a IPS S. Arulchelvam, secretario general del Partido Socialista de Malasia.
El dirigente propuso una coordinación internacional para lanzar una protesta de alcance mundial que incluya un boicot de bienes y servicios estadounidenses.
S. M. Mohammed Idris, presidente de la Asociación de Consumidores de Penang, urgió al gobierno a clausurar las negociaciones de libre comercio para demostrarle a Estados Unidos que las naciones pequeñas como Malasia tienen peso.
Pero numerosas organizaciones advierten que el boicot no es una respuesta adecuada, pues perjudica a los pequeños empresarios aliados con multinacionales estadounidenses, crean desempleo y propician represalias.
Un boicot similar, convocado en ocasión de la invasión a Iraq en 2003, fracasó porque el público no estaba convencido de que la operación estadounidense fuera mala.
Cinco años después, el humor ha cambiado. No sólo musulmanes, sino también sijs, budistas, cristianos e hindúes se unieron en las protestas y actividades de recaudación de fondos para Gaza.
Muchos templos sijs e hindúes e iglesias cristianas realizan sus propias colectas para ayudar a los palestinos en Gaza, y a veces financian el viaje de médicos a la frontera entre Egipto y la franja.
"La gente se percibe a sí misma y al mundo de un modo diferente al de antes, no a través del prisma de la raza y la religión sino a la luz de la oposición entre opresores y oprimidos", dijo el legislador opositor Nasir Hashim.
"Ven el sufrimiento de los palestinos y pueden compadecerse de ellos fácilmente. Aquí se ve con claridad quién es el opresor y quién es la víctima", agregó Nasir.
La presión del gobierno se dirige no sólo a Estados Unidos, sino hacia la Unión Europea, China e India para que alcen su voz en foros internacionales a favor del pueblo palestino.
"No podemos dejar que esta masacre de gente inocente continúe. Debemos despertar a la comunidad internacional para que actúe pronto para salvar al pueblo palestino y detener el genocidio", dijo el primer ministro Abdullah el lunes en el parlamento.
Aunque pequeño en comparación con la vecina Indonesia, donde vive la comunidad islámica más grande del mundo, Malasia tiene gran influencia en el mundo musulmán por su éxito económico.