Uruguay mejora en materia de desarrollo humano, pero está rezagado respecto de países vecinos debido a la inconstancia de su desempeño económico, afirma un estudio auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El índice de desarrollo humano (IDH) es muy sensible a las variaciones del producto interno bruto (PIB), mientras que los otros elementos que lo componen, el acceso a la educación y la esperanza de vida, cambian más lentamente.
Por eso, aunque Uruguay tiene buenos resultados en los indicadores sociales, es superado en IDH por Argentina y Chile, debido a que esos países han alcanzado un mayor crecimiento económico, dijo a IPS la politóloga Constanza Moreira, coordinadora del informe "Política, políticas y desarrollo humano", de casi 400 páginas, que será presentado oficialmente este jueves.
La medición internacional de desarrollo humano para 2005, publicada por el PNUD en 2007, ubica a Uruguay entre los países de desarrollo humano alto, por encima del promedio de América Latina. Sin embargo, se constata claramente un deterioro en los últimos años.
"Desde inicios de la década del 90, Uruguay ha sido ubicado entre los países de alto desarrollo humano debido a sus logros en educación y salud, los cuales resultan elevados en relación a su nivel de producto bruto por habitante. Pero si se mira en perspectiva, desde la primera medición del año 1990 hasta hoy, Uruguay ha perdido posiciones, y el crecimiento de su desarrollo humano prácticamente se ha estancado", indica el informe.
"Otros países que se encontraban en valores similares en 1990 han hecho progresos importantes, lo que explica la pérdida sostenida de posiciones en el ranking mundial del desarrollo humano. Uruguay tiene dificultades para acrecentar sus logros a la misma tasa que países que parten de valores similares", añade.
Uruguay se ubica hoy en el puesto 46 en listado mundial del IDH y ocupa el tercer lugar en América Latina, detrás de Argentina y Chile.
El estudio, encargado a investigadores independientes, indica que estos problemas comenzaron a perfilarse en los años 60 y se profundizaron y consolidaron en la dictadura militar (1973-1985).
"El desarrollo verificado en la década de los 90 no representó una ruptura con este proyecto, sino que en varios sentidos lo profundizó, y la crisis del 2002 marcó el límite de agotamiento de muchas de las opciones vinculadas a él", añade.
Moreira explicó que esta caída se ha debido a la falta de continuidad en el desempeño económico, desde los "efectos regresivos" de las políticas iniciadas a mediados de los 60 y hasta el fin de la dictadura, pasando por la crisis de 1982, el periodo de "desindustrialización" que caracterizó los años 90, cuando el crecimiento no se tradujo en una redistribución equitativa, hasta la crisis financiera y económica de 2002.
"La economía uruguaya no se ha caracterizado por el estancamiento y la inmovilidad. Por el contrario, ha tenido cortos períodos de muy rápido crecimiento, cuyo ritmo no pudo mantener, alternados con crisis muy profundas que llevaron al fracaso de empresas, personas e instituciones, y que condujeron a la desesperanza de muchos uruguayos y extranjeros sobre el futuro del país", señala el trabajo.
Los investigadores además indicaron que esta pequeña nación de 3,2 millones de habitantes ha sufrido el constante cambio en sus modelos de desarrollo, "por lo general obligado por las circunstancias y los constreñimientos internacionales, y muy pocas veces como producto de una visión del país del futuro".
Los altos niveles de desarrollo humano en Uruguay se explican por la combinación de políticas del Estado de bienestar y el fuerte sistema de partidos y organizaciones sindicales, ambos aspectos impulsados durante las presidencias de José Batlle y Ordóñez (1903-1907 y 1911-1915) y que lograron "amortiguar" hasta hoy en cierta medida los efectos devastadores de la dictadura y de años posteriores, dijo Moreira.
Aún hoy, en Uruguay se constata una alta conciencia pública de la desigualdad, una importante confianza en el Estado y en el sistema político, que ha mejorado incluso desde 2002 respecto de los demás países de América Latina, indicó la politóloga.
Los investigadores también valoraron el conjunto de políticas adoptadas por el actual gobierno de izquierda del presidente Tabaré Vázquez, como las destinadas a reducir la pobreza, los planes asistenciales para las poblaciones de menores recursos y las renegociaciones colectivas de salarios entre empresarios, trabajadores y el Estado, que consideran en el sentido correcto.
"Vamos en el buen camino siempre y cuando haya un acuerdo además entre los partidos respecto de las acciones y planes, ya no de emergencia, sino para acabar con el núcleo duro de pobreza. Porque ningún auge económico por sí solo va a poder enganchar a esa población y sacarla de la pobreza", dijo Moreira.
El trabajo auspiciado por el PNUD, elaborado en base a datos oficiales y a dos encuestas de opinión, una pública y otra a las elites empresariales y políticas del país, reconoce avances en educación, salud y acceso a recursos.
El sociólogo Agustín Canzani, encargado de la primera de ellas, referida a cultura política, destacó que se ha matizado el "pesimismo estructural clásico de los uruguayos hacia la economía".
En coincidencia con el gobierno de Vázquez, la situación económica dejó de ser la principal preocupación de los ciudadanos, y fue substituida por otras, como la desigualdad o la inseguridad.
"La valoración de los uruguayos hacia la economía se caracterizó en las últimas dos décadas por ser negativa, pero ahora adquiere un sesgo positivo", dijo Canzani a IPS.
El sociólogo definió a Uruguay, en base a los resultados de las encuestas realizadas en 2007, como una "sociedad democrática, que confía y acepta el sistema democrático, en la que la política sigue importando y mucho, y en la que se sigue considerando como la herramienta de cambio".
"Esto es muy resaltable en América Latina, considerando que en otros países como Argentina y Chile la confianza en el sistema político ha caído notoriamente", indicó.
También señaló que predomina la confianza entre los uruguayos por los partidos políticos, una característica tradicional, y no por los personalismos, a diferencia de otras realidades en la región.
El informe subraya que, "en cuanto a la alfabetización de adultos, los logros de Uruguay son importantes y sólo los supera Cuba, país que ha desarrollado políticas muy activas al respecto. Mientras tanto, la tasa bruta de matriculación combinada de Uruguay figura entre las más altas de la región, sólo igualada por la de Argentina".
El trabajo además reconoce que, en los últimos 15 años, aumentó la tasa de asistencia a la educación inicial debido a la expansión de la oferta pública a partir de 1998.
Mientras, destaca que, desde 1986, la tasa de mortalidad infantil descendió paulatinamente. Los valores para 2006 indican que 12 de cada 1.000 niños y niñas nacidos vivos mueren antes de cumplir un año, lo cual representa una mejora de un tercio en 20 años. No obstante, en estos indicadores, Uruguay ha sido superado por otros países de la región, como Chile y Cuba, que lograron mayores reducciones.