En América Latina se avanzó hacia la igualdad de género, aunque falta bastante para hacerla totalmente efectiva, dijo a IPS Laura Albornoz, ministra del Servicio Nacional de la Mujer de Chile y afiliada al Partido Demócrata Cristiano.
Albornoz participó este martes del seminario "Mujer e independencias iberoamericanas", junto a la ministra del Servicio Nacional de la Mujer de España, Bibiana Aído, la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, y Felipe González, ex presidente del gobierno español y actual embajador extraordinario y plenipotenciario para la Conmemoración de los Bicentenarios de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas.
Al preguntarle cómo se vive ese proceso en Chile, Albornoz respondió sonriendo: "Pregúntele usted a la Iglesia Católica", que se pronunció rotundamente en los últimos meses contra la legalización del aborto y el derecho de las mujeres a decidir al respecto.
En el seminario, dijo Jiménez, se analizó el papel de la mujer en el proceso emancipador de América Latina, ignorado por los historiadores o al menos relegado a una consideración menor.
Así, se recordaron y destacaron algunos ejemplos, como el de "La Generala" mexicana (Antonia Nava Catalán) quien organizó una brigada femenina para luchar contra el dominio español, "La Pola" (Policarpa Salavarrieta), colombiana que estructuró una red de espionaje contra los colonialistas y el de Las Soldaderas, mujeres que participaron en la rebelión de Tupac Amaru en el Perú, dijo Jiménez a IPS.
En su intervención, Albornoz destacó que las mujeres han sido ignoradas en la historia. En América Latina, puntualizó, bajo el imperio de incas y aztecas, las mujeres tuvieron un mayor protagonismo que en la España colonizadora, pero eso no se refleja en los libros de historia.
En la dictadura de Augusto Pinochet en su país (1973-1990), las mujeres fueron las primeras en marchar en defensa del derecho a la vida atropellado por el dictador, pero eso tampoco fue puesto de relieve en la información periodística ni en la histórica, aseveró.
Jiménez recordó la frase "la pobreza tiene rostro de mujer", para señalar que en América Latina más de 130 millones de mujeres trabajan de manera informal, sin contrato y sin estar inscriptas en la seguridad social, y que el número de ellas sumidas en la pobreza es mayor que el de varones.
Por eso son necesarias políticas que se definan y se apliquen por los gobiernos, medios de comunicación e instituciones administrativas y sociales, "para garantizar los derechos fundamentales de las mujeres", sostuvo.
Aído también apuntó que en la historia "sólo aparecen mujeres de la elite, bajo la sombra de sus maridos", aunque fueron decenas de miles las que marcharon al frente de distintas reivindicaciones.
González, jefe del gobierno español entre 1982 y 1996, dijo a IPS que uno de los grandes desafíos de la actualidad es la incorporación femenina a los puestos decisivos de la sociedad y el reconocimiento de su papel, "histórico y actual".
Durante su intervención, afirmó que Uruguay, "un pequeño país" latinoamericano, se adelantó a los países europeos en el reconocimiento de la igualdad de derechos femeninos.
En Europa las mujeres también jugaron un papel principal en la Revolución Industrial, como trabajadoras, y en las dos guerras mundiales del siglo XX.
Cuando los hombres eran reclutados y marchaban al frente, las mujeres se hicieron cargo del aparato productivo de los países, manteniendo no solo la producción habitual para el desarrollo y la subsistencia, sino también la provisión de materiales y alimentos para los ejércitos, dijo González.
Hoy, estimó, el nuevo paradigma globalizador coloca a las mujeres en primera línea, ya que la variable estratégica dejó de ser la fuerza y pasó a ser el rendimiento intelectual, que es la única medida.
En la Unión Europea, 75 por ciento de los nuevos expedientes tecnológicos y científicos pertenecen a mujeres, y en la lucha por la igualdad, para tener éxito es imprescindible contar con ellas, dijo.
"Las sociedades que no cuenten con las mujeres tendrán más problemas en el siglo XXI", sentenció el político socialista.
Esas sociedades, prosiguió, deben tomar nota de que una cosa es reconocer el derecho de las mujeres, proclamar la igualdad de género y otra distinta es desarrollar una práctica que convierta en reales los reconocimientos.
Interrogado por IPS acerca de su opinión del veto a la despenalización del aborto que interpuso el mes pasado el presidente de Uruguay, el médico socialista Tabaré Vázquez, González contestó: "Lo mismo que (el ex presidente uruguayo Julio) Sanguinetti".
Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) votó como senador a favor de una ley de salud sexual y reproductiva que despenalizaba la práctica del aborto hasta las 12 semanas de gestación, al igual que lo hizo el partido gobernante, Frente Amplio.
Pero Vázquez decidió ejercer su derecho al veto, esgrimiendo razones éticas y científicas y contrariando la opinión abrumadora del Frente y de su propio Partido Socialista, al que presentó su renuncia poco después.
"El partido de gobierno nos ha sumergido en su propia interna a propósito del tema de la despenalización del aborto", dice Sanguinetti en una columna publicada en el diario uruguayo El País. Se debe reconocer el fracaso en la educación sexual y prevención sanitaria en ese país, agrega.
Si esas dos cuestiones fueran suficientes "el aborto sería una práctica en retroceso, como ocurre en el mundo occidental", afirma.
"En países como España, Italia y Francia, que cultivan nuestros mismos valores morales, no sólo han despenalizado la situación, sino que han instrumentado, con éxito, la atención a la mujer, logrando que los abortos disminuyan y que, cuando ocurren, no generen los riesgos enormes que la clandestinidad impone", sostiene Sanguinetti.