FINANZAS-CHINA: La caridad empieza por casa

La preocupación de las autoridades de China por lo que sucede dentro de fronteras comenzó a reemplazar su ambición de convertirse en accionista internacional responsable y líder de los reclamos para un nuevo orden financiero mundial.

Beijing quiere ocupar un lugar significativo en los nuevos órganos financieros que se puedan crear en respuesta a la actual crisis financiera, pero su prioridad es estimular su cada vez más deprimida economía nacional.

Con un ojo puesto en la cumbre de emergencia que se celebrará este sábado en Washington, Beijing salió al cruce de los llamados a apoyar con generosos paquetes monetarios a las empresas financieras extranjeras con problemas, alegando la necesidad de estimular su propia economía.

El gobierno chino anunció el fin de semana que destinaría casi 600.000 millones de dólares a impulsar la economía nacional, a fin de compensar la caída de las exportaciones.

El dinero se invertirá en la construcción de aeropuertos, carreteras y en modernizar la red ferroviaria, según el anuncio oficial, divulgado por la agencia de noticias estatal Xinhua. Además, adelantó otras medidas, como la disminución de impuestos y una posible reducción de los intereses a fin de estimular la demanda interna.
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Muchos piden de Beijing un papel más preponderante en la búsqueda de soluciones en un contexto de inseguridad financiera mundial.

China, cuyas reservas de divisas ascienden casi a dos billones de dólares, recibe presiones para que use su riqueza con el fin de evitar la profundización de la crisis y el caos financiero.

El primer ministro británico Gordon Brown instó a China y a los países productores de petróleo del Golfo Pérsico o Arábigo a aumentar su contribución al paquete de rescate de 250.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) destinado a las naciones en dificultades.

Por su parte, el presidente francés Nicolas Sarkozy, quien ocupa la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE), expresó su deseo de que las potencias económicas emergentes, como China e India, ocupen un lugar más significativo en los procesos de decisión internacionales y ayuden a rediseñar la nueva arquitectura económica global.

Pero los especialistas chinos se preguntan con preocupación si el precio que debe pagar China por ascender dentro de la estructura financiera mundial no es demasiado alto ante las señales de recesión.

"China debe considerar con mucho cuidado si el canje de capital por poder vale la pena dada la situación actual", señaló el especialista en relaciones internacionales Ge Luosi a Beijing Xinjing Bao.

Los desafíos internos que afronta China son mayores que el posible daño que ocurrir si baja la demanda de productos chinos en el exterior, según Zhang Wenkui, del Centro de Investigación y Desarrollo del Consejo Estatal.

"Es un error pensar en las dificultades que nos puede ocasionar la crisis financiera global, cuando los problemas internos, en especial la disminución de la demanda, son asuntos mucho más acuciantes", arguyó. "Tenemos que aumentar mucho inversión y no sólo tratar de estimular el consumo interno".

Los dirigentes chinos dan muestras de que van en ese sentido.

Al anunciar el paquete de asistencia, el fin de semana, Beijing dejó en claro el cambio de curso de su política fiscal "prudente" y de "ajuste" monetario.

El gobierno impulsará políticas monetarias "proactivas" y de "flotación moderada", indicó Xinhua.

En la reunión de ministros de Finanzas y otras autoridades monetarias del Grupo de los 20 (G-20) países ricos y emergentes, el presidente del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, aseguró que su país quería seguir siendo un motor de crecimiento mundial mediante la expansión de su economía.

Además, previó un crecimiento del producto interno bruto de entre ocho y nueve por ciento para su país en 2009.

Se trataría de la expansión más baja de los últimos cinco años.

A Beijing le preocupa que el crecimiento de su economía sea menor de ocho por ciento porque no habría así suficientes empleos, lo que propiciará un grave descontento social.

Este año será "el peor para nuestro desarrollo económico de los últimos tiempos", advirtió el primer ministro chino Wen Jiabao, a principios de este mes.

Los últimos datos económicos muestran que la abrupta caída de la demanda de productos chinos llevó a la quiebra a muchas fábricas de los centros industriales de la costa oriental y sudoriental.

Decenas de miles de trabajadores inmigrantes perdieron su empleo. Además, muchos proyectos inmobiliarios quedaron en suspenso y el consumo recibió un duro golpe.

Al menos uno de los pesos pesados en materia de economía predijo que las consecuencias del actual descalabro financiero serían mucho mayores que las de la crisis asiática de 1997.

"La dependencia de estímulos económicos extranjeros es mucho mayor ahora que en 1998 y su capacidad de producción excedentaria también es superior", señaló a The Economic Observer la ex presidenta del Banco Central de China Wu Xiaoling.

"En 1998 pudimos superar la crisis volcando mucho dinero a la construcción de infraestructura y la liberación de los mercados inmobiliarios y de automóviles", observó.

"Pero esas opciones ahora tienen restricciones. Se necesita menos infraestructura, la gente tiene problemas para pedir créditos para la comprar de vivienda y la industria automotriz está limitada por el alto precio de los combustibles y las condicionantes ambientales".

A medida que aparecen las señales que muestran que la economía china tiene dificultades, cada vez más personas advierten contra el uso de reservas para financiar un paquete de asistencia al extranjero.

Algunos de los críticos recordaron el ejemplo poco feliz de las inversiones de China en el extranjero para justificar que deben emplearse esos fondos al estimulo de la economía nacional. Los intereses adquiridos por la gubernamental China Investment Corp en Morgan Stanley y Blackstone Group LP, el año pasado, registraron grandes pérdidas.

Beijing no descartó la posibilidad de contribuir con algún plan de rescate financiero, pero dejó claro que su principal objetivo es apuntar a que haga "justicia" con las naciones en desarrollo.

Las instituciones multilaterales de crédito como el FMI y el Banco Mundial "necesitan ser reformadas", remarcó la semana pasada el viceministro de Relaciones Exteriores, He Yafei. China pedirá más participación para las naciones en desarrollo en la estructura de esos organismos.

No se conocen las propuestas concretas que planteará China en la cumbre de Washington, pero algunos especialistas especulan que tratará de canjear su contribución económica a un plan de rescate por un mayor peso dentro del FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.

A principios de este año, los miembros del FMI aprobaron una reforma para aumentar la participación de las naciones en desarrollo. Pero el peso dentro de su estructura de naciones emergentes como Brasil, China e India no se condicen con su poderío económico.

La participación de China en el sistema de votación, país que ocupa casi 10 por ciento de la economía mundial, es sólo de 3,66 por ciento. En cambio, la de Estados Unidos es de 17 por ciento.

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