CUBA-COLOMBIA: Fidel Castro revela historia no contada

El octogenario ex presidente cubano Fidel Castro revela en su libro «La paz en Colombia», publicado esta semana, retazos hasta ahora no escritos de su estrecha relación con ese país sudamericano y su viejo conflicto armado.

La obra de 265 páginas, que ya se encuentra disponible sin costo en Internet, contiene también detalles del respaldo cubano al movimiento nicaragüense que combatió la dictadura de la familia Somoza, y referencias a la cooperación con Granada, al asesinato del líder de ese país caribeño Maurice Bishop, en 1983, y a la posterior invasión estadounidense a esa nación.

Un juego de fotografías ilustra encuentros de Castro con varios presidentes colombianos, como César Gaviria (en 1993 y 1994), Ernesto Samper (junio de 1998), Andrés Pastrana (septiembre de 1998 y 1999) y con Carolina Barco, la canciller colombiana que visitó La Habana entre fines de marzo y principios de abril de 2006.

En aquella ocasión, Barco anunció a periodistas que Castro y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, habían intercambiado sendas invitaciones de visitas oficiales y era portadora de un mensaje del mandatario de su país para agradecer el apoyo cubano a las conversaciones con el insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Sin embargo, una lectura rápida de los diferentes capítulos no permite encontrar menciones de Castro a su relación con Uribe ni a las pláticas (inconclusas) que entre diciembre de 2005 y mediados de 2007 celebraron en La Habana delegaciones del gobierno de esa nación sudamericana y del izquierdista ELN.
[related_articles]
En el libro "no se emite ningún juicio sobre el actual gobierno de Colombia", sino sobre administraciones anteriores, con base "en hechos históricos", confirmó José Arbesú, jefe desde hace dos décadas de la Sección América del Comité Central del gobernante Partido Comunista de Cuba, tras presentar el libro en la noche del miércoles.

Arbesú, protagonista de varios pasajes narrados por Castro, insistió en su presentación en que lo "más importante" es el abordaje "de algo que ha estado oculto", los esfuerzos de Cuba a favor de la paz y de una solución negociada al conflicto colombiano que estalló en 1964.

Alejado de la vida pública desde julio de 2006 por su enfermedad, Castro dedica un capítulo a la negociación abierta en enero de 1999 entre el gobierno de Pastrana y las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo), principal guerrilla de ese país, y que se desarrolló sin éxito en San Vicente del Caguán, en el sureño departamento del Caquetá.

Otro capítulo, "Los dos encuentros con Marulanda", contiene un informe de Arbesú del 14 de diciembre de 1998, donde se detalla el pedido del líder máximo de las FARC "Manuel Marulanda" de evaluar la posibilidad de un viaje suyo a Cuba, "lo que puede ser de mucha trascendencia para el proceso de paz", dice el texto.

En otro documento, fechado el 12 de enero de 1999, Arbesú informa de una reunión sostenida con Marulanda —muerto este año— en la cual se explican las razones por las que el líder guerrillero no asistió a la inauguración del diálogo con Pastrana. Su ausencia tuvo un "costo político", a juicio de Cuba.

"El tema de la seguridad fue un factor que el Secretariado de las FARC tomó en cuenta para oponerse a su presencia en esa cita", dice Arbesú, quien como "emisario" estima que el proceso de diálogo sería "largo y muy complicado, pudiendo no rebasar más allá de este marco".

"Si bien nosotros podemos contribuir y ayudar a ambas partes, sugerimos mantener una posición muy prudente y de un perfil discreto, pues mucha gente, incluyendo el propio gobierno colombiano y sus medios de comunicación, nos quieren comprometer en un papel de mediadores o facilitadores, sobredimensionando nuestra influencia sobre la guerrilla", indica.

La conclusión de Castro, tras varios contactos de Arbesú con el jefe guerrillero, es que "Marulanda comprende las realidades del país y de la época en que le tocó nacer. Estaba lejos de ser el bandido y narcotraficante que se empeñaron siempre en presentar sus enemigos".

"Cuba venía esforzándose por encontrar una solución para Colombia en vista de las circunstancias enteramente nuevas que allí se habían creado décadas después del triunfo de la Revolución Cubana. Habíamos ofrecido nuestro territorio como sede para cualquier conversación de paz", afirma.

El "único requisito" de esa oferta fue que Cuba no participaría en las negociaciones "ya que el problema debía resolverse exclusivamente entre colombianos, sin ningún tipo de presión internacional", señala Castro.

En el epílogo del libro, el ex gobernante cubano expresa que su discrepancia del jefe de las FARC tenía que ver con el ritmo que Marulanda asignaba al proceso revolucionario y a su idea de guerra excesivamente prolongada.

"Su concepción de crear primero un ejército de más de 30.000 hombres, desde mi punto de vista, no era correcta ni financiable para el propósito de derrotar a las fuerzas adversarias de tierra en una guerra irregular", explica Castro, quien más adelante declara su admiración por "la firmeza revolucionaria que mostró Marulanda".

El ex mandatario repite una idea ya expresada este año en una de sus columnas de opinión tituladas "Reflexiones", y que dedicó al conflicto colombiano. "Es conocida mi oposición a cargar con los prisioneros de guerra, a aplicar políticas que los humillen o someterlos a las durísimas condiciones de la selva", afirma.

Castro insiste en que tampoco "estaba de acuerdo con la captura y retención de civiles ajenos a la guerra". "Debo añadir que los prisioneros y rehenes les restan capacidad de maniobra a los combatientes", dice.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe