BRASIL: Ciencia y pequeña escala para relanzar biocombustibles

Las fuentes de energía limpias y renovables son el sueño dorado de la humanidad en estos tiempos de calentamiento global. Mientras la mayoría de la gente quiere tener su automóvil, viajar y consumir, el planeta da señales de no soportar un modelo productivo basado en combustibles fósiles.

Investigación de bioenergía en reactor molecular. Crédito: Photo Stock (www.photostock.com.mx)
Investigación de bioenergía en reactor molecular. Crédito: Photo Stock (www.photostock.com.mx)
La ciencia lleva tiempo investigando fuentes alternativas viables. Brasil, que se destacó por crear en 1975 el Programa Nacional del Alcohol Carburante y en 2005 volvió a ser pionero con su Programa Nacional de Biodiésel, despliega estrategias para relanzar su ofensiva mundial a favor de estos combustibles destilados de cultivos.

Los avances científicos abren espacio para que los agrocombustibles se conviertan en un nuevo producto básico que conquiste un mercado mundial.

Para conseguirlo, Brasil está invirtiendo en estudios que puedan dar respuesta a las preocupaciones sobre los efectos nocivos de su producción en la oferta y los precios de los alimentos y en la conservación de las selvas.

Así, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) se unió a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para realizar la investigación "Bioetanol de caña de azúcar – Energía para el desarrollo sustentable".

El estudio asegura que para producir unos 50.000 millones de litros anuales de etanol de caña se emplean cultivos de 15 millones de hectáreas, es decir uno por ciento de la superficie destinada hoy a la agricultura en todo el planeta, estimada en 1.500 millones de hectáreas.

Esto representa un rendimiento medio de 3.300 litros de etanol por hectárea, lo que demuestra la superioridad de Brasil, que produce un promedio de 6.600 litros por hectárea. Las mejores usinas brasileñas llegan inclusive a una productividad de 7.500 litros, afirma la Unión Nacional de Industrias de la Caña de Azúcar.

Los rendimientos deberían ser mayores con el etanol de segunda generación, obtenido de celulosa. El proceso permitirá aprovechar diversos residuos orgánicos, como el bagazo de caña. En cinco o 10 años, se podría alcanzar casi 13.000 litros de etanol por hectárea, lo que frenaría la presión por ocupar nuevas tierras, afirman algunas investigaciones.

Resta saber si el sector será dominado por grandes inversores, provocando disgregación social al empujar fuera de sus tierras a los pequeños cultivadores familiares, o si habrá espacio para un proceso inclusivo, que genere ingresos y mejores condiciones de vida.

La respuesta puede estar también en la tecnología, que aporta soluciones para la generación de combustibles a pequeña escala, indicada para la agricultura familiar. Ese es el propósito de las Usinas Sociales Inteligentes (USI).

Se trata de refinerías biológicas de pequeño porte desarrolladas por el director industrial de USI, Orci Ribeiro, un hombre que aprendió en la práctica todo lo que sabe.

Con una USI, un pequeño agricultor puede fabricar su propio etanol a partir de caña, batata, mandioca o sorgo, dijo a Tierramérica Ribeiro, quien también desarrolló un generador eléctrico que funciona a etanol, para que las comunidades rurales obtengan su propia electricidad.

Esta solución despertó mucho interés en la Primera Exposición Internacional celebrada en esta ciudad del sur brasileño entre el 17 y el 21 de este mes, donde se vendieron seis USI a Colombia y se firmó un acuerdo de Asociación con el Movimiento de Pequeños Agricultores Familiares de Brasil.

Otra innovación presentada en la feria fue una usina móvil de biodiésel, que se puede transportar en un camión, concebida por el ingeniero químico Diego Luiz Nunes, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais.

Estamos en un período de transición, preconiza Nunes. "Los combustibles sólidos son más eficientes y poco a poco debemos adoptarlos para vehículos de transporte masivo", dijo a Tierramérica.

Los ejemplos son el autobús Eletra, que funciona con una tracción mixta de biodiésel y batería eléctrica y que fue exhibido en la feria junto con los ya conocidos automóviles de motores Flex, el avión Ipanema, tractores, motocicletas y otros vehículos adaptados para consumir alcohol carburante.

El etanol y el biodiésel presentan la ventaja de que pueden utilizarse en el sistema de distribución mundial ya existente, como apuntó el presidente de la división combustibles de la empresa petrolera mixta Petrobras, Alan Kardec Pinto, al hablar en la Conferencia Internacional sobre Biocombustibles, celebrada junto con la feria.

"Se necesita diversificar la matriz energética. El petróleo se va a acabar", dijo Kardec ante las delegaciones de 92 países.

Varias veces, activistas, autoridades y empresarios insistieron en la necesidad de analizar todo el ciclo productivo de los agrocombustibles.

"Podemos trabajar juntos", dijo el director del Fondo Africano de Biocombustibles y Energías Renovables, Thierno Bocar Tall, expresando el optimismo de representantes de países africanos.

Lúcia Melo, presidenta del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos de Brasil sostuvo que este país puede y debe atraer más centros de investigación, cursos de posgrados y empresas extranjeras para evaluar combustibles que sean adecuados para abordar los problemas sociales, económicos y ambientales.

El gobierno brasileño insistió en que la tecnología nacional es viable, reduce las emisiones que causan el calentamiento global y se basa en materias primas renovables, sin perjudicar la producción de alimentos.

La ministra jefa de la Casa Civil (jefa de gabinete), Dilma Rousseff, aseguró que se llevará a cabo, de forma participativa, un ordenamiento agroecológico del territorio, protegiendo la Amazonia, el Pantanal y otros ecosistemas valiosos. No está claro si se llevará a cabo en un plazo viable ni si será respetado por el sector privado.

Los riesgos ambientales de los monocultivos para producir combustible y la necesidad de reducir el consumo fueron expuestos por las organizaciones no gubernamentales.

Los críticos del actual modelo de producción convocaron un encuentro paralelo en el que se divulgó una relatoría del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase) que señala los riesgos de contaminación por el uso de fertilizantes y el humo de las quemadas de caña, y el peligro de que se afiancen las relaciones laborales ilegales que imperan en muchas plantaciones, viejos problemas rurales de este país.

* Este artículo fue publicado originalmente el 22 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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