El guatemalteco Parque Nacional Laguna Lachuá es un trozo de selva que resiste el avance petrolero, de monocultivos e infraestructura vial, ofreciendo experiencias de desarrollo sustentable a cargo de los indígenas que lo habitan.
El parque tiene una extensión de 14.500 hectáreas en el central departamento de Alta Verapaz, y es el corazón de una ecorregión más vasta, de 55.000 hectáreas en las que viven indígenas q'eqchies.
Lachuá significa en idioma q'eqchi, "agua que huele mal", por el olor azufrado de sus aguas. Ubicado en la zona de Ixcán, en la llamada Franja Transversal del Norte (FTN), se dice que por años se mantuvo a salvo de la depredación porque se trataba de un polígono de caza del ejército.
Hoy es administrado por el Instituto Nacional de Bosques (INAB), por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación y por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).
Diez años atrás, a impulsos de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), surgió el proyecto Lachuá, ejecutado por todas estas entidades, y que ha incorporado a las comunidades y al municipio de Cobán, con apoyo del gobierno de Holanda.
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El modelo de desarrollo participativo integral con las 55 comunidades indígenas ha permitido obtener buenos resultados, dijo a Tierramérica el coordinador del proyecto, José López.
Los indígenas están a cargo de conservar 1994 hectáreas de bosque, y por esa tarea han recibido entre 2006 y 2007 unos 82.000 dólares del INAB. En el mismo lapso, el aprovechamiento forestal de 1.290 hectáreas les redituó más de 617.000 dólares, según López.
Se desarrollaron rutas turísticas en el cañón El Peyán, en Rocjá Postila, en finca Salinas Nueve Cerros y en la laguna Lachuá. Además, los comuneros participan en la siembra de 9,6 hectáreas de piña y en la venta del fruto. La meta es llegar a algo más de 50 hectáreas, cuya producción servirá de sustento a 110 familias.
Unas 200 personas trabajan en 2.000 colmenas que producen miel, con la aspiración de llegar a 5.000 colmenas que provean ingresos a 300 familias.
En la zona también se cultiva aguacate, limón, naranja, chile y cacao. En 2006, se importaron 70.000 semillas de cacao que se plantaron en 98 hectáreas, proveyendo además de un cultivo que absorbe dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero.
En el río Chixoy se practica la cría de tilapias, con el propósito de extraer unos 60.000 ejemplares adultos cada seis meses.
En 2005, los indígenas constituyeron dos Consejos Comunitarios de Desarrollo (Cocodes), responsables de mejorar los accesos a la ecorregión, construir ocho escuelas, administrar un fondo para becas y proveer electricidad a tres comunidades.
En 2006 el parque Lachuá fue declarado sitio Ramsar por las Naciones Unidas, debido a su importancia como humedal y hábitat de especies animales, especialmente aves migratorias.
Pero no se trata del jardín del Edén. En la zona hay avidez por tierras de cultivo, explotación de hidrocarburos y construcción de carreteras.
El inicio de la depredación en la zona comenzó en los años 70, según Luis Solano, en su investigación "Franja Transversal del Norte: neocolonización en marcha", cuando altos mandos militares y empresarios "se dedicaron (…) a la acumulación de tierras para abrirle paso a la ganadería extensiva y la explotación de recursos madereros".
La invasión de tierras no ha desaparecido, si bien López fue cauto respecto de los predios de la reserva. "De momento no" hemos tenido problemas, dijo.
En la zona de amortiguamiento del parque, donde se ejecutan los proyectos y viven las comunidades, 90 por ciento de los indígenas son propietarios de la tierra. Si más campesinos se asentaran allí sería en calidad de usurpación.
En esta situación se encuentran seis comunidades, tanto en el área de amortiguamiento como en el núcleo del parque, dijo a Tierramérica Raúl López, de la Secretaría de Asuntos Agrarios. "Ninguno de los casos es reciente", dijo.
Dos comunidades, que solo trabajan en el área de amortiguamiento, serán reubicadas. Las otras cuatro ocuparon las tierras luego de la declaratoria de área protegida, por lo que "existe la posibilidad de que sean retiradas", añadió.
Según Solano, la palma aceitera para obtener biodiésel ocupa unas 55.000 hectáreas en Guatemala, pero con planes de extenderla a 150.000 en 2012. El monocultivo avanza con la compra de tierras comunitarias. Los campesinos que las venden se desplazan luego a otros sitios donde asentarse.
La empresa Green Earth Fuels, propiedad de los fondos de inversión The Carlyle Group, Riverstone Holdings y Goldman Sachs, adquirió este año más de 25.000 hectáreas en La Soledad, Rubelsanto, Playitas e Ixcán, las tres últimas cercanas a Lachuá.
Para López, terrenos que antes eran potreros hoy sirven para cultivo de palma, y el proyecto ha comprometido a los cultivadores y a la empresa energética en el mismo directorio, lo cual "permite que haya concertación entre todos los actores".
Además, la empresa petrolera Truestar Petroleum Corporation posee la licencia para explorar crudo en Tortugas y Atzam, 20 kilómetros al oeste del campo de explotación Rubelsanto, también en zonas cercanas a Lachuá.
En septiembre de 2005, PetroLatina Energy obtuvo licencia para operar también en Tortugas y Atzam, en un área de 31.000 hectáreas que comprende zonas de amortiguamiento y aledañas al núcleo del parque.
Mientras, el plan de la autopista sobre la FTN está postergado. De momento es un camino de ripio que se convertiría en carretera de 329,5 kilómetros, como parte de la interconexión física de México, Guatemala, Belice y Honduras.
El proyecto, adjudicado por el Estado a la empresa Solel Boneh, no contiene consideraciones sobre la conservación ambiental ni cuestiona que el trazado autorizado pase por el núcleo del parque Lachuá.
El actual camino recorre "la orilla del parque, aunque esto no afecta la vida silvestre porque es poco transitado", dijo a Tierramérica el subsecretario ejecutivo de la Conap, Gerardo Paiz.
Modificar el trazado "depende de la postura política del gobierno, ya que la conservación de áreas protegidas día a día va tomando más importancia", dijo López..
Para el ecologista Carlos Salvatierra, "de no conservar y recuperar ecológicamente otras áreas que interconecten Lachuá, ésta quedara aislada y esto pone en peligro la calidad de sus ecosistemas".
Uno de los problemas de las áreas protegidas en Guatemala es "su falta de conexión y el reducido tamaño de muchas", dijo a Tierramérica.
López y Salvatierra coinciden en que este modelo puede repetirse en otros lugares si se involucra a las comunidades en la gestión de los recursos naturales.
Cuando el proyecto Lachuá concluya en 2009, su continuidad tendrá que ser asumida por cinco organizaciones locales, los Cocodes y tres asociaciones productivas, a través de Fundalachuá, constituida en 2007 y que aglutina a las comunidades de las 55.000 hectáreas de la ecorregión.