Dhiani Pa'saro llegó hace ocho años a Manaus, la gran ciudad del corazón de la Amazonia brasileña de 1,7 millones de habitantes, después de deambular por aldeas y urbes pequeñas. Quería estudiar odontología, pero ahora con 33 años es un artista plástico reconocido.
Pa'saro es uno de los 14 indígenas formados en pintura y marquetería por el Instituto Dirson Costa de Arte y Cultura Amazónicas (IDC), que ya cuenta con más de 800 obras de esos artistas para componer el acervo inaugural del Museo de Arte e Imaginario de la Amazonia (MAIA).
Cuando niño, Pa'saro aprendió cestería, agricultura, caza y pesca, según la costumbre de su pueblo, el wanano, que vive en el Alto Río Negro, cerca de la frontera con Colombia. A los 13 años salió "para el mundo", viviendo en casas de amigos y aprendió otras dos lenguas indígenas y algo de español, además de estudiar hasta la escuela secundaria.
Su padre se fue con guerrilleros de las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y ahora vive en Bogotá, según pudo saber este artista plástico. Esta insurgencia del vecino país "lleva incluso niños de 10 años para entrenar guerrilla", señaló a IPS.
Hace cinco años empezó el curso de pintura de IDC y desde 2005 vende sus cuadros hasta en 500 reales (310 dólares). En las muestras se logra más de 2.000 reales (1.240 dólares), admitió. Este fin de mes participará con 40 obras en la muestra Trenzados y Colores de la Amazonia, en Manaos.
[related_articles]
El artista indígena aprendió marquetería también, como autodidacta, componiendo sus cuadros con pedacitos de madera colorida en las noches. Eso violaba las reglas del IDC, que sólo admitían un curso para cada alumno, pero al descubrir sus obras hechas y comprobar su talento "sólo podíamos apoyarlo", reconoció Aidalina Costa, presidenta de la entidad.
"El acto de transgresión artística es positivo y dominar más de un lenguaje es propio de grandes artistas", arguyó Nelson Falcão, profesor que coordina la Escuela de Artes del IDC, recordando a Leonardo Da Vinci y Pablo Picasso.
El Instituto, mantenido por sus seis dirigentes y miembros permanentes con pequeños patrocinios y ayuda a proyectos, tiene como mayor ambición poner en marcha el MAIA, convergencia de sus distintas actividades, como teatro, centro de memoria y biblioteca, además del curso de artes que incorporará pronto otro grupo, no exclusivo de indígenas.
No será un museo convencional, responderá a "a nuestra distinta forma de sentir", producto de "la vastedad de los horizontes amazónicos", dijo a IPS la presidenta de IDC, médica y museóloga que conduce el proyecto ideado por Dirson Costa, su marido muerto en 2001, un maestro y compositor que durante 40 años difundió la música erudita en la Amazonia.
Se trata de "reconstruir el imaginario amazónico" que está disperso y "perdiéndose" en las cerca de 185 etnias de la región, explicó Aidalina Costa, para quien las artes plásticas y el museo son "el mejor camino" para rescatarlo.
"El ser humano se comprende por su mitología", de origen ancestral, que "está en el inconsciente y se expresa por las artes visuales", añadió Falcão, señalando que, además de los indígenas, los "caboclos", como se les llama a los mestizos, y los blancos arraigados en la Amazonia son los portadores de los mitos.
El amazónida necesita "conocer su propia identidad singular, dialogar con el mundo a partir de su conciencia de sí mismo", para no "perderse en la globalización", sostuvo Salete Lima, gerente de Comunicación de IDC.
El MAIA empezará el año próximo con "funciones educativas", haciendo circular en la ciudad, especialmente en las escuelas, una muestra itinerante de cuadros reproducidos con alta calidad, acompañada de diálogo con los niños y jóvenes, anunció Costa.
Los museos atraen a poca gente, porque son encarados como local exclusivo para personas preparadas intelectualmente, pero, si la población descubre allí "un espejo" de sí misma y lo comprende, "se produce el encantamiento" y la frecuencia, confían los impulsores del proyecto.
El museo ya cuenta con una sede, un edificio histórico de 1.271 metros cuadrados, donado por un empresario y que corresponde exactamente a lo que imaginaba Costa, es decir amplio y con acceso por tierra y por río, ya que era antes un taller naval.
El encuentro del donador "no fue coincidencia, sino la 'tea cósmica' o ley de atracción", opinó Falcão, quien decidió "dejar todo" y dedicarse a las artes plásticas ya adulto, después de que el trabajo como administrador de empresas le costó una gastritis. El médico le recomendó "cambiar de vida" y una actividad que le diera placer.
Falcão usó sus ahorros para estudiar bellas artes en São Paulo y volvió a Manaos "despierto del sonambulismo", convencido de que "sólo el arte salva". Está en IDC hace seis meses.
Una de sus metas es hacer que la marquetería sea reconocida como arte, no sólo como artesanía.
El primer grupo formado, de seis pintores y ocho marqueteros, fue seleccionado entre 55 candidatos, todos indígenas desalojados de sus aldeas que viven en Manaus, la capital del estado brasileño de Amazonas que disfrutó de gran prosperidad hace casi 100 años gracias a las exportaciones de caucho natural.
Manaus vive otro auge económico desde los años 70 debido a una industrialización inducida por subsidios de zona franca.
Sólo el talento no basta, es decisiva en la selección "la voluntad de estudiar y registrar la cultura de su pueblo", destacó Falcao, poniendo como ejemplo a Duhigó, una indígena de 53 años que enfrentó dificultades de aprendizaje, pero mostró "garra" (fuerza espiritual) para convertirse en autora de verdaderas pinturas.
La producción artística de los pintores y marqueteros se basa mucho en diseños y fotografías de antropólogos y etnólogos "viajeros" que registraron en libros e imágenes muchos objetos, costumbres y aspectos de la vida de numerosos grupos indígenas del interior de la Amazonia.
Pero el curso es un "rito de pasaje" de la simple reproducción o artesanía a la verdadera arte, que ocurre cuando la persona incorpora técnicas y agrega "su poética individual, sin perder sus raíces culturales", definió Falcão. Es necesario superar el estereotipo de que los indígenas sólo deben hacer artesanía, acotó.
Los aborígenes adoptan nombres cristianos al urbanizarse. Al iniciar el curso, los alumnos del IDC fueron llamados a recuperar un nombre indígena, el de "bautismo" en sus aldeas de origen, u otro de su elección. Algunos de ellos llevaron meses para cumplirlo, según Costa. Dhiani Pa'saro eligió ese nombre que significa pato salvaje, según él.