Para atender con medios propios las gigantescas nóminas de pagos del Estado venezolano, el presidente Hugo Chávez ordenó la compra forzosa del banco de Venezuela, propiedad en 96 por ciento del grupo español Santander.
"El Venezuela se convertirá en banco para el pueblo. No se preocupen los trabajadores y los ahorristas, que ahora tendrán sus depósitos más que garantizados, porque estarán en manos de la República", dijo Chávez poco después de su sorpresivo anuncio el jueves, durante un acto con educadores católicos transmitido por cadena de radio y televisión.
Aunque forma parte del proceso de adquisiciones de grandes empresas por parte del Estado iniciado en 2007, la compra del banco de Venezuela no se inscribe en una política de estatización bancaria ni de conjura de crisis en el sector financiero.
"Obedece a que la actual banca pública es pequeña y no cubre el territorio nacional, por lo cual el gobierno tomó la vía de adquirir un banco geográfica y administrativamente bien posicionado, y aprovechó los movimientos de compraventa en torno al Venezuela", dijo a IPS el analista financiero José Grasso, director de la firma de consultoría Softline.
Chávez aseveró que "la gerencia privada ha mantenido al banco y lo ha puesto en un alto nivel de eficiencia. Tiene una red de las más grandes del país, con avanzada tecnología, pero ahora las ganancias serán para invertirlas en el desarrollo".
[related_articles]
El proceso de adquisición "no va a ser para nada conflictivo ni va a generar ningún problema", añadió para luego invitar a los directivos a negociar rápidamente un acuerdo sobre el precio. "Yo se los compro. Cuánto vale. Nosotros lo pagamos", remarcó el mandatario.
El diario económico Reporte indicó que el grupo Santander ha invertido 700 millones de dólares en los últimos seis años y extraído utilidades cercanas a 1.400 millones.
Según el ranking financiero que elabora Softline sobre tres docenas de entidades, el banco Venezuela es el tercero en importancia del país en cantidad de depósitos del público y en activos, que alcanzan a 11.000 millones de dólares, y el cuarto en cuanto a créditos y ganancias, que fueron de 180 millones de dólares en el primer semestre de 2008.
Es el tercer banco venezolano por el número de agencias, que totalizan 243 en todo el país, lo que parece haber estimulado el gobierno para su compra, debido a la gran cantidad de dinero que moviliza, ya que el presupuesto ordinario del Estado, de unos 64.000 millones de dólares, equivale a casi 30 por ciento del producto interno bruto.
Uno de cada tres de los 6,6 millones de venezolanos con empleo formal, según el estatal Instituto de Estadísticas, trabaja para servicios o empresas del Estado.
Pero, además, el Estado atiende a centenares de miles de pensionados y remunera, también por cientos de millares, a beneficiarios de sus programas de becas, créditos, subsidios y planes especiales de atención a mujeres.
El gobierno no sólo es el mayor contratista y empleador, sino que ha desarrollado un vasto capitalismo de Estado precisamente con las nacionalizaciones de los últimos dos años, que han dejado en sus manos negocios antes privados por más de 12.000 millones de dólares, unos cinco puntos del PIB, observó ante la consulta de IPS el economista José Guerra.
Además de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), con ventas globales superiores a 100 millones de dólares anuales, 10 de las mayores 12 empresas venezolanas están ahora en manos estatales. En círculos económicos se comenta el interés del gobierno por adquirir una de las dos restantes, la mayor agroindustria, así como alguna gran red de supermercados.
El ciclo nacionalizador, animado por el credo socialista del presidente Chávez y por la disponibilidad de dinero gracias a los altos precios del petróleo, comenzó con el cambio forzoso de contratos de servicio a empresas mixtas, como modalidad operativa de cuatro empresas "mejoradoras" de crudos pesados en la sudoriental Faja Petrolífera del Orinoco.
En 2007, el gobierno pagó 1.300 millones de dólares por el 86 por ciento de la empresa de telefonía CANTV, que había sido privatizada en 1991. Luego adquirió por 740 millones de dólares el 82 por ciento de la firma Electricidad de Caracas, compró otras acciones y una compañía eléctrica del nordeste por otros 106 millones, monopolizando todo el sector.
Chávez dispuso este año nacionalizar las tres mayores fábricas de cemento, que estaban en manos de la firma mexicana Cemex, la francesa Lafarge y la suiza Holcim. A continuación fue el turno de la empresa siderúrgica Sidor, privatizada en 1997 y cuya mayoría accionaria estaba en manos del consorcio ítalo-argentino Techint.
Si las estatizaciones en petróleo, telecomunicaciones y electricidad se presentaron como de "interés estratégico" para el Estado, las de cemento y acero son mostradas como convenientes para atender la demanda interna, sobre todo para la construcción de viviendas.
El gobierno chavista también ha expropiado, adquirido o recuperado en los últimos meses empresas menores agrícolas, pecuarias, lácteas o de confección de alimentos.
Cuando ha tenido conflictos diplomáticos con Colombia y España, Chávez ha amenazado con nacionalizar empresas de ese origen. A la Unión Europea le advirtió que, si hace efectiva la parte más dura de su directiva sobre inmigrantes indocumentados, ordenará la salida de empresas con capital europeo de su territorio.
No es descartable que, en su visita a España la semana pasada, Chávez haya adelantado al presidente del gobierno de ese país, José Luis Rodríguez Zapatero, sus intenciones de adquirir el banco.
La mañana de este viernes, en la Bolsa de Madrid, la acción del Grupo Santander retrocedió 0,89 por ciento. En Venezuela otro grupo español, el Bilbao Vizcaya Argentaria, posee el banco Provincial, uno de los cinco mayores del país.
Chávez dijo que se enteró de tratativas para la venta del banco Venezuela a otra entidad y negó el permiso. Aunque Santander se desinteresó entonces de vender, el gobierno dispuso que la operación se efectuase, pero con el Estados nacional.
En medios financieros se sabía de conversaciones para que el local Banco Occidental de Descuento, del magnate venezolano Víctor Vargas, considerado próximo al entorno de Chávez, adquiriese el banco de Venezuela.
La decisión que finalmente resultará, una vez que se llegue a un acuerdo sobre el precio, no presagia, en opinión de Grasso, una escalada nacionalizadota sobre toda la banca, pues el gobierno apuntaría a un esquema variado en el que convivan bancos públicos y privados, así como grandes, medianos y pequeños.
Por lo demás, "en el sistema no hay crisis, sus niveles de rentabilidad y de morosidad son muy aceptables y, en general, goza de buena salud", según el especialista.
Las fuentes descartaban alguna especie de corrida de depósitos tras el anuncio de Chávez. En el futuro algunas entidades podrían resentir la mudanza de depósitos oficiales al Venezuela o beneficiarse porque empresas que usaban ese banco opten por instituciones privadas para sus operaciones. Con el banco Venezuela y otros cuatro menores que operan actualmente, el Estado será el mayor banquero individual, con 17 por ciento de los créditos, 25 por ciento de los depósitos, 17 por ciento de las oficinas y 21 por ciento de los empleados del sector.
Guerra advirtió que "una banca en manos del Estado asegura que los recursos de los depositantes apoyen al sector estatal de la economía, que cada vez demanda mayores recursos para su funcionamiento en vista de la ineficiencia y las pérdidas que genera".
Chávez dijo que incluso piensa en expandir el banco de Venezuela, una institución fundada siguiendo el modelo de la Caixa brasileña en 1890, medio siglo antes de que naciera el Banco Central. "No hay municipio en Brasil que no tenga una oficina del banco Caixa", recordó.