Ochenta y uno por ciento de la población económicamente activa de El Salvador no tiene un salario decente, y dos de cada tres jóvenes engrosan «filas de desempleados y subempleados», sostiene el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, presentado este miércoles en esta capital.
Hay que reconocer la "laboriosidad y tenacidad" de los salvadoreños, pero también las dificultades de la mayoría para conseguir un empleo "decente" que llene sus necesidades básicas, dijo la representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Jessica Faieta, al presentar el estudio ante la vicepresidenta de la República, Ana Vilma de Escobar, y representantes del parlamento, la justicia, el cuerpo diplomático y la sociedad civil.
"El empleo es más que la fuente de un ingreso, es parte fundamental de la dignidad humana", subrayó Faieta.
Nidia González, de 23 años, percibe un sueldo mínimo (183 dólares), como promotora de artículos en un supermercado, que "no me alcanza para cubrir mis necesidades", y tiene "dificultades para encontrar un empleo" mejor remunerado. "Las grandes empresas tienen las posibilidades de pagar bien, pero no lo hacen porque (sólo buscan) enriquecerse", dijo la joven a IPS.
El salario mínimo en 2008 para los sectores comercio y servicios es de 183 dólares mensuales, mientras que en la industria no llega a los 180, y en el área rural es de 85,5 dólares.
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Lesbia Orantes, de 44 años y empleada de la alcaldía de San Salvador, estima que aun cuando su salario "no es tan malo", sólo cubre "80 por ciento de mi canasta básica". De los 420 dólares mensuales que percibe, debe descontar el seguro social, la pensión, y el impuesto a la renta. Cuando paga la educación de su hijo, apenas le queda para sobrevivir.
Cifras oficiales de 2006 apuntan un desempleo de 6,6 por ciento, mientras 43 de cada 100 personas pertenecientes a la población económicamente activa (1,2 millones), sobreviven en el subempleo, ventas ambulantes, empleo ocasional o menos de 44 horas semanales de trabajo.
El problema principal "no es el desempleo", sino los "altísimos niveles de subempleo ya históricos", con los que los salvadoreños se han "acostumbrado a vivir", apuntó William Pleitez, coordinador del Informe sobre Desarrollo Humano.
"Hay una alta tolerancia al subempleo y hasta lo ponemos como ejemplo de la laboriosidad de la población, aun cuando este tipo de empleo precario ni siquiera ofrece salario mínimo ni mucho menos acceso a redes de seguridad social", recalcó Pleitez.
El Informe, de 375 páginas, establece que los desempleados, subempleados o aquellos con ocupación plena pero sin un salario digno ni derecho a la seguridad social, "no tienen ingresos suficientes para cubrir una canasta de mercado". Los afortunados con un "empleo decente" apenas representan 19 por ciento de la población económicamente activa.
El subempleo se configura cuando una persona trabaja involuntariamente menos de 44 horas a la semana o percibe ingresos menores al salario mínimo, indica el documento.
El coordinador del Informe señaló que aun cuando se "ha llegado a determinar que existe una relación directa entre trabajo decente y desarrollo humano, el empleo pleno y la eficiencia salarial", entendida como el mejoramiento progresivo de la productividad y de los salarios reales, "nunca han sido asumidos como objetivos centrales dentro de las estrategias de desarrollo humano del Estado".
Pero Pleitez advirtió de que esto "no sólo le compete al gobierno; es un asunto de todos los actores del mundo del trabajo, es responsabilidad de los trabajadores, empleadores y del resto de la sociedad, que requiere de un cambio cultural".
El presidente de la Cámara de Comercio e Industria, Jorge Daboud, consideró que se requiere "crear más empresas que ofrezcan empleos formales y posibiliten sistemas de salud y pensión de retiro", aunque subir los salarios podría ser contraproducente.
"Es claro que las personas necesitan soluciones a la coyuntura económica actual, pero la medicina pueda salir más cara que la enfermedad; el incremento de salarios crearía más desempleo", opinó.
Analistas económicos han sostenido por años que muchos empresarios recuren al pago de salarios bajos, incluso por debajo del mínimo, mientras otros nunca remiten al Estado las retenciones (descuentos) hechas a sus trabajadores.
La economía salvadoreña ha experimentado ciclos desparejos después de la guerra civil (1980-1992). Durante la primera mitad de los años 90, el producto interno bruto creció a un promedio anual de 5,4 por ciento, pero entre 1996 y 2005 no superó los tres puntos porcentuales. En 2007, la expansión del producto fue de 3,8 por ciento.
Otro hallazgo del informe se refiere al desempleo juvenil (entre los 15 y los 29 años de edad), que es de de 12,4 por ciento, mientras el subempleo afecta a 50 por ciento, es decir, que dos de cada tres jóvenes estarían en situación de desempleo y subempleo.
Estos jóvenes cuentan en promedio con ocho años de estudio, y aun así "tienen casi las mismas dificultades para encontrar un empleo decente" que aquéllos con edades de entre 50 y 64 y con la mitad de escolaridad. De acuerdo con el último censo de población de 2007, El Salvador es "un país joven". De los 5,7 millones de salvadoreños, casi 35 por ciento tienen entre cinco y 19 años de edad.
David Juárez, ingeniero de sistemas, relató a IPS que dejó su empleo en otra empresa porque "el salario era mucho menor", y aunque le "gusta su trabajo actual", preferiría "ganar un poco más".
"Desde que yo tengo uso de razón siempre ha sido así, hay muchos profesionales ganando salarios bajos", aseveró este joven de 28 años que no percibe más de dos salarios mínimos. "La falta de trabajo decente junto a los altos niveles de violencia están socavando la gobernabilidad y la competitividad" de este país, concluyó Pleitez.