El Banco Central de Chile aumentó este jueves la tasa de interés, llevándola de 6,75 a 7,25 por ciento anual. Con ello pretende frenar el aumento del índice de precios al consumidor (IPC) que llegó a 9,5 por ciento en los últimos 12 meses.
La situación económica de Chile "no es terrible", pero el crecimiento proyectado para este año, cercano a cuatro por ciento, es "mediocre", y "por segundo año consecutivo la inflación estará por sobre la meta del Banco Central", de tres por ciento anual, comentó a IPS el académico Joseph Ramos, del departamento de economía de la Universidad de Chile.
Para algunos analistas, el Banco Central ha actuado demasiado tarde en materia de inflación. Sin embargo, Ramos considera que "el error de diagnóstico fue de todo el mercado". Se estima que sólo en 2010 el IPC volvería a situarse en la meta fijada por el instituto emisor.
También se espera que el alza de la tasa de interés de este jueves repercuta negativamente en el crecimiento de la economía. En mayo, el producto interno bruto (PIB) se expandió sólo 2,1 por ciento y en los primeros cinco meses del año acumula un incremento de sólo 3,3 por ciento.
Mientras el gobierno de Michelle Bachelet insiste en que este pobre desempeño se explica íntegramente por la coyuntura internacional, recalcando que "no hay ni habrá crisis" económica en el país, expertos nacionales coinciden en que hay una combinación de factores internos y externos.
"El aumento internacional de los precios de los alimentos y del petróleo están golpeando fuertemente a Chile, considerando que el país transmite directamente las alzas a los consumidores", planteó Ramos. La sequía y las heladas durante el primer semestre también impactaron en los precios de los productos agrícolas.
Otro aspecto crítico es la escasez energética causada, en gran medida, por los recortes que desde 2004 hace Argentina de sus envíos de gas natural. En este marco, muchas industrias que antes utilizaban el hidrocarburo ahora deben abastecerse de crudo, aumentando con ello sus costos.
"El incierto panorama internacional de 2008, cuyos efectos comienzan a observarse en el aumento de la inflación, podrían llevar a un menor crecimiento económico de los países de la región", señaló el 4 de este mes la Oficina Regional de la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Según la FAO, el encarecimiento de los alimentos se ha reflejado en la inflación regional, que en 2007 fue de 6,3 por ciento.
"Considerando 16 economías de la región, el promedio de inflación acumulada general y de alimentos a mayo de 2008 se ubica en cinco y 7,2 por ciento respectivamente, en tanto que en los últimos 12 meses la variación de cada uno de los índices fue de 11,1 y 17,5 por ciento", indicó el organismo en un comunicado.
En cuanto a las razones que explican el poco crecimiento de la economía chilena, los analistas son críticos con el gobierno. Para Juan Eduardo Coeymans, profesor del Instituto de Economía de la Universidad Católica, el país está "cojo": mientras la pierna del gasto social está robusta, representada en la reciente reforma previsional, la pierna del crecimiento económico figura delgada.
"Creo que hay responsabilidad interna por cosas que se han dejado de hacer", señaló el economista a IPS. Entre ellas, la "modernización del Estado, la reducción de los impuestos a las utilidades de las empresas, invertidas o no distribuidas y la flexibilización laboral", resistida por los sindicatos que temen la precariedad de los empleos.
Pero estas reformas "no están en el ADN (de centroizquierda) del gobierno actual", admitió Coeymans.
Ramos cree que no se puede culpar del bajo crecimiento a la rigidez del mercado del trabajo, pero la presidenta Bachelet "ha mostrado poco liderazgo, cediendo a cualquier presión" sindical, estimó.
Por ejemplo, los acuerdos firmados con los trabajadores subcontratados de la estatal Corporación Nacional del Cobre (Codelco) para que depusieran una huelga, y las medidas tomadas para frenar un paro de camioneros en junio, citó.
El gobierno debe lidiar diariamente con la aspiración de los distintos sectores sociales de recibir alguna tajada de los cuantiosos excedentes fiscales invertidos en el extranjero, que este año podrían superar los 30.000 millones de dólares, gracias a los elevados precios internacionales del cobre, el principal producto de exportación del país.
Hasta ahora, los economistas han aplaudido la entrega de subsidios monetarios a los más pobres para paliar la carestía de los alimentos, pero ya han surgido voces que plantean que se debe reducir el gasto social para frenar la inflación. La mandataria lo descartó el miércoles: "No vamos a afectar las conquistas sociales" que se han ido ganando, dijo.
Pero la presión por más medidas es fuerte. Algunos parlamentarios oficialistas demandan que se elimine temporalmente el impuesto específico a los combustibles, así como otros gravámenes a personas y empresas que frenan el crecimiento económico.
Pero el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, llamó a no caer en "el populismo tributario", señalando que el país tiene una carga impositiva acorde a su grado de desarrollo.
Otras voces piden con fuerza que los excedentes del cobre sean invertidos en planes y programas que puedan mejorar la productividad del país a largo plazo. "Se puede dar pescado, comprar la caña de pescar o enseñar a pescar. Creo que ya se ha dado suficiente pescado", graficó Ramos.
El gobierno ha respondido a esta demanda con importantes inversiones en educación, como la compra de computadores para niños vulnerables y becas en el extranjero para profesionales y técnicos. Pero se espera más.
En junio, las comisiones de Hacienda y Agricultura del Senado y la Cámara de Diputados enviaron al ministro de Hacienda un documento con 36 propuestas en materia de inflación, precio del dólar y crecimiento. Pero los legisladores afirman que casi no han sido tomadas en cuenta, personalizando las críticas en Velasco.
El miércoles, el ex presidente Ricardo Lagos (2000-2006) señaló que la alta inflación y el bajo crecimiento deben enfrentarse con una "actitud más activa" y llamó a "dar las señales adecuadas" en materia de infraestructura, servicios y energía.
Otros actores plantean que el problema de Chile es que aún no tiene una estrategia de desarrollo clara a largo plazo, que supere la política extractiva de recursos naturales y que promueva efectivamente la innovación.
Lo más grave del actual momento, a juicio de Ramos, es que "se ha generado una convicción general, ambiental, de que no se puede esperar mucho de la economía". Coeymans coincide: "Se crea el ánimo de que vienen alzas, contaminando las expectativas de las empresas".
A juicio de Ramos, lo que se necesita es "romper el actual clima de mediocridad (económica), producir un punto de inflexión". Para ello propone que el gobierno, empresarios y trabajadores acuerden un paquete de cuatro o cinco medidas para revitalizar el crecimiento.
La idea es crear un ambiente de confianza y lograr el compromiso de todos los actores involucrados en la actividad productiva para pasar del actual círculo vicioso a uno virtuoso, planteó.