DESARROLLO: El optimismo deja paso a la ansiedad

Cuando finalizó la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín en 1989, y con la posterior disolución de la Unión Soviética, se produjo una generalizada euforia política por la paz mundial, la reducción del gasto militar y la prosperidad económica.

Pero eso no ocurrió, como lo ponen en evidencia la proliferación de problemas económicos y sociales, incluyendo el aumento del hambre y la pobreza en el mundo, los conflictos internos, la difusión del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y, más recientemente, las guerras en Afganistán e Iraq.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que esos problemas se ven agravados por nuevas amenazas globales, como los disturbios provocados por la inseguridad alimentaria, la volatilidad de los mercados de capitales, la inestabilidad de las monedas nacionales, el derrumbe de los precios de las viviendas y el devastador impacto del cambio climático.

"Tanto en los países ricos como en los pobres, la seguridad económica está amenazada", señaló el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en el Estudio Económico y Social Mundial 2008, difundido para coincidir con la reunión de un mes del Consejo Económico y Social (Ecosoc, por sus siglas en inglés), que finalizará el 25 de este mes.

Y esa amenaza, agregó, permanece 60 años después de que la Declaración Universal de Derechos Humanos afirmara que todos deben tener acceso a un estándar de vida adecuado para su salud y bienestar.
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El cambio climático y los daños provocados a los medios para ganarse la vida causados por desastres naturales, como las sequías en Australia o las inundaciones en Bangladesh, "son crudas advertencias de las consecuencias de la complacencia", advirtió Ban.

Asimismo, indicó que los aumentos en los precios de los alimentos desataron disturbios políticos en muchos países, al menos 30, y llevaron a que exista un renovado apoyo para colocar a la seguridad alimentaria nuevamente en la agenda internacional.

"La crisis financiera todavía amenaza con provocar una fuerte desaceleración económica, que pondrá en peligro los medios de vida tanto en los países pobres como los ricos", destacó Ban.

Jomo Kwame Sundaram, subsecretario general de la ONU para desarrollo económico, declaró la semana pasada a la prensa que los incrementos en las materias primas, la liberalización financiera, la globalización y el alto costo de las medidas que debieron tomar los países tras la crisis financiera de 1997-1998, se combinan para formar una "tormenta perfecta" a nivel macroeconómico en relación con la actual crisis alimentaria.

La situación se ve agravada por desastres vinculados con el clima, como huracanes, tifones e inundaciones, y otros no relacionados con él, como terremotos y guerras civiles.

El presidente del Ecosoc, Leo Merores, advirtió que a causa de "los aumentos en los alimentos y el petróleo, la crisis crediticia que se profundiza, la persistencia de los desequilibrios globales y el declinante crecimiento de la economía mundial, enfrentamos serias amenazas a nuestros esfuerzos de sacar a la gente de la pobreza".

Por su parte, el estudio económico y social de la ONU señala que el optimismo que existía respecto de la reducción de la pobreza, gracias al rápido crecimiento económico en las naciones emergentes e incluso en algunas economías pobres, "se ha convertido en ansiedad".

Esto se debe a la desaceleración de la economía global, la disparada de precios y la debilidad del sector formal de empleo.

"Los mercados, por sí mismos, no están proporcionando los niveles deseados de seguridad económica", indicó el informe.

En consecuencia, el informe reclama tomar medidas "para limitar la oscilación del péndulo de los ciclos económicos, reducir la dependencia respecto de los instrumentos de deuda y financieros para el crecimiento económico, diseñar las políticas macroeconómicas teniendo como prioridad el desarrollo e inyectar nueva vida al multilateralismo".

Como un ejemplo de políticas equivocadas, el estudio cita el caso de la agricultura. La presión a los países en desarrollo para que liberalizaran el comercio y sus mercados financieros precedió a la existencia de los medios para construir granjas productivas e infraestructura rural.

"Esto se ha convertido ahora en un factor desestabilizador de la capacidad de un país de alimentar a sus ciudadanos", destacó.

Asimismo, el estudio hace un llamado para concretar una profunda reforma del sistema de instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que incluya mecanismos compensatorios más efectivos para hacer frente a impactos externos, mayor regulación de los mercados financieros globales, y apoyo a la implementación de medidas macroeconómicas anticíclicas.

También urge tomar como ejemplo el Plan Marshall, aplicado por Estados Unidos para la reconstrucción de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), como una arquitectura de ayuda más efectiva, que toma en cuenta las prioridades y capacidades locales.

El informe económico y social aconseja recrear a escala global el New Deal (nuevo trato), el paquete de programas de desarrollo económico y social aplicado en los años 30 por el ex presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) para sacar a su país de la "gran depresión" causada por el colapso de la bolsa de valores en 1929.

Señala, en este aspecto, que el Banco Mundial ha propuesto un "nuevo trato" para el sector agrícola, liberalización del comercio de alimentos y mayores inversiones en agricultura.

Pero el estudio advierte que, al igual que en la respuesta a la "gran depresión" de los años 30, se requiere corregir los abusos de poder del mercado y compartir más equitativamente la carga de la crisis.

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